Cuando el mundo entero se pregunta cuál es el límite del cuerpo humano, en Uganda existe un caso que deja a médicos, científicos y curiosos completamente atónitos. Se trata de Mariam Nabatanzi Babirye, una mujer que ha sido reconocida como la mujer más fértil del planeta, con un total de 44 hijos antes de llegar a los 41 años. La historia, llena de asombro y tragedia, muestra una realidad tan increíble que parece sacada de un documental de ficción.
El camino para conocerla no es sencillo: hay que recorrer kilómetros de tierra polvorienta y adentrarse en una zona rural donde la precariedad se mezcla con una vida comunitaria intensa. Allí, Mariam habita una casa modesta pero abarrotada, donde decenas de niños corretean sin descanso. Algunos ayudan en la cocina, otros trabajan en un pequeño restaurante familiar y muchos esperan con paciencia la comida diaria que ella reparte como si fuera una ceremonia.
Una vida marcada por partos múltiples y una genética única
Desde su adolescencia, la vida de Mariam estuvo signada por el embarazo. Su primera maternidad llegó a los 13 años, y desde entonces los partos se multiplicaron sin tregua. Un diagnóstico médico reveló que padece hiperovulación, una condición genética que hace que sus ovarios liberen varios óvulos en cada ciclo, aumentando de forma drástica la posibilidad de tener partos múltiples. A lo largo de su vida, esta peculiaridad biológica la llevó a tener 15 embarazos en total, muchos de ellos con gemelos, trillizos y hasta cuatrillizos. Un médico le advirtió que dejar de concebir podía ser riesgoso para su salud, lo que la condenó a un destino ineludible: seguir trayendo hijos al mundo, incluso contra su voluntad.
La lucha diaria por alimentar a 38 bocas
De los 44 hijos que tuvo, seis fallecieron debido a enfermedades y complicaciones propias de la falta de recursos. Hoy, 38 sobreviven y conviven en condiciones difíciles, compartiendo camas donde duermen hasta ocho niños juntos. El escenario es impactante: literas improvisadas, sofás rotos y cocinas donde los utensilios son compartidos por una multitud. Pero, a pesar de la precariedad, el hogar de Mariam no carece de organización. Ella, con carácter firme, impone reglas y disciplina para mantener el orden. Cada comida se convierte en un ritual: los niños forman filas, reciben su ración de pan, agua o arroz, y agradecen con respeto, ya sea a su madre o a la fe que profesan. La familia combina costumbres cristianas y musulmanas, resultado de la diversidad religiosa de sus progenitores.
En Uganda, tener muchos hijos es considerado un símbolo de estatus social y fuerza comunitaria. Sin embargo, en el caso de Mariam, el número descomunal se transformó en una carga emocional y económica. Aun así, sus hijos son también su mayor apoyo: las hijas mayores atienden el restaurante familiar, los varones mayores trabajan en oficios para aportar ingresos y todos colaboran en las labores de la casa. Así, la mujer más fértil del planeta se convirtió, sin proponérselo, en un fenómeno de estudio y también en un rostro conocido en su país. Su historia atrajo a periodistas, youtubers y curiosos de todo el mundo, quienes han llegado hasta su hogar llevando regalos, alimentos y hasta la construcción de un pozo para mejorar sus condiciones de vida.