Hasta un 38% de la captura en la red en el área de pesca de la zona de Vilanova i la Geltrú es basura. La densidad de desechos y residuos en esas aguas oscila entre 198 y 393 kilogramos por kilómetro cuadrado. Se trata de escoria (residuo de carbón quemado en los barcos), textiles, plásticos, madera procesada (restos de muebles y similares) y pilas y baterías. En comparación, el área de pesca del Delta de l’Ebre presenta entre 34 y 56 kilogramos de basura por kilómetro cuadrado, un 5% del total de las capturas de las redes.

Son datos del primer trabajo que cuantifica la basura marina en una pesquería, dirigido por las científicas Eve Galimany y Elena Marco-Herrero, del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, con la colaboración de pescadores de ambas zonas. El estudio revela la densidad y tipo de basura en aguas superficiales del Mediterráneo comparando una zona urbana (Vilanova i la Geltrú-Barcelona) con otra rural (Delta de l’Ebre). Ambas áreas forman parte de la Red Natura 2000.

La pesca es uno de los principales sectores económicos afectados por la basura en el mar. No solo por la gran cantidad que queda atrapada en las redes, sino también por los daños que puede causar a barcos y aparejos. Además, las zonas urbanas muy pobladas producen cantidades de basura difícil de gestionar. Esto se traduce en un déficit de gestión de residuos, que acaban por llegar al mar, según el estudio.

Alta densidad de desechos

Las investigadoras destacan que es difícil decir cómo se traducen esos porcentajes en kilogramos en cada tipo de pesquería, porque depende del arte, la época del año, la profundidad y el estado del mar, entre otros factores. No obstante, “en nuestros muestreos en ambas áreas, comparando superficies de tamaño similar, en la zona urbana llegamos a extraer un total 33 kilos de captura comercial y 61 de basura, mientras que en la zona rural extrajimos 74 kilos de fracción comercial y 5 de basura. La pesquería estudiada es principalmente de marisco a poca profundidad”.

Los resultados hacen patente la alta densidad de desechos marinos acumulados en áreas urbanas pobladas y su posible efecto negativo en la pesca, explica Galimany. “Los plásticos y las telas pueden causar enredos y daños en los engranajes de los barcos, mientras que la madera puede romper las redes o dañar las embarcaciones por el impacto”, explica.

“Proponemos establecer mecanismos para que las pesquerías ayuden a eliminar la basura reduciendo los costos de pesca y los peligros potenciales para los ecosistemas marinos”, añaden Galimany y Marco-Herrero.

“La basura marina puede causar un gran impacto en los ecosistemas, ya que su degradación natural precisa de largo tiempo. De ahí la importancia de una mejora en la gestión de residuos, que incluya un programa de recompensa a los pescadores por devolver a tierra la basura marina, como antiguamente se nos recompensaba por devolver los envases de cristal”, dice Marco-Herrero.

Sin plan de limpieza

Miquel Illa Sagarra, pescador de la cofradía de Vilanova i la Geltrú, y participante en el trabajo, explica que han visto un gran incremento de la basura en los últimos años. “La gente no es consciente de todo lo que se tira al mar. Tarda una infinidad de años en disolverse y no hay ningún plan de limpieza del medio”.

Casimir Cabré Forné, pescador de la cofradía Verge del Carme de Sant Carles de la Ràpita, y participante en el estudio, comenta que “aunque en la pesquería que hacemos no lo hemos notado tanto, sí vemos que, en playas y costa, sobre todo cuando hay temporal, cada vez llegan más plásticos, botellas y basura”.

“Los pescadores somos los primeros interesados ​​en tener el mar limpio”, añade Cabré. “Yo diría que la mayoría de nosotros aquí en Sant Carles, si no todos, metemos en un rincón del barco todo el plástico y basura que sale en cada jornada de pesca y al llegar a tierra lo tiramos en los contenedores”.