ONGs antilobby denuncian los "privilegios" que la Unión Europea y los Estados Unidos otorgan a las farmacéuticas en la venta de vacunas, a pesar de la "gran inversión pública" que han hecho los estados para su desarrollo. "Han cometido el mismo error: premiar las compañías con el monopolio de una tecnología financiada públicamente", denuncia a la ACN Zain Rizvi, investigador de la entidad norteamericana Public Citizen.

Olivier Hoedeman, del Corporate Europe Observatory, ve "obsceno" que en plena pandemia "los contribuyentes paguen la investigación, pero los beneficios se privaticen". La Federación Europea de la Industria Farmacéutica (EFPIA) asegura que son "uno de los sectores más activos en R+D", pero no concretan cuánto dinero han destinado a las vaccinias.

"Invertimos aproximadamente unos 36.500 millones de euros en R+D anualmente en Europa", dicen a la ACN, sin proporcionar datos concretos sobre la inversión privada en la investigación de las vacunas.

Falta de transparencia

Actualmente, no hay información oficial y completa sobre la financiación pública y privada de las vacunas contra la Covid-19. Un análisis de la fundación kENUP calcula que los gobiernos se habrían gastado unos 86.000 millones de euros, la mayoría a través de contratos de compra anticipada con una parte de financiación avanzada para la investigación y la producción. Según este estudio, los EE.UU. habrían puesto más de 27.500 millones de euros y la UE más de 20.000 millones.

"Las inversiones públicas han sido fundamentales para dar apoyo a la innovación en la lucha contra el coronavirus", asegura Holm Keller, presidente de esta fundación que da apoyo a la investigación en el ámbito sanitario.

El profesor del Instituto de Investigación Farmacológica Mario Negri, Livio Garattini, señala que "la actual estrategia de las grandes empresas farmacéuticas es comprar empresas de nueva creación con productos prometedores en desarrollo, mientras que la investigación básica la financian universidades y organismos públicos." "Durante muchos años la industria farmacéutica ha abandonado la investigación de las enfermedades infecciosas y el sector público ha sido el impulsor", añade Zain Rizvi, de Public Citizen.

Antes de la pandemia, las multinacionales estaban mucho más centradas a buscar medicamentos contra el cáncer y la diabetes que para enfermedades infecciosas que no sean el VIH, la malaria o la tuberculosis. "El precio medio de un nuevo tratamiento contra el cáncer en los EE.UU. ronda los 149.000 dólares", dice Rizvi, remarcando que las enfermedades contagiosas no son tanto "lucrativas". O al menos no lo eran hasta que llegó la Covid-19.

Las farmacéuticas

Han sido pequeñas empresas, como BioNTech, Moderna o Janssen, y centros universitarios y de investigación, como Oxford o Gamaleya, los que han desarrollado vacunas exitosas contra el fatídico virus que ha paralizado el mundo desde hace más de un año. De entre las grandes productoras de vacunas, sólo Pfizer es uno de los principales proveedores gracias a su alianza con la biotecnológica alemana BioNTech. En cambio, Sanofi, GSK, Merk no han conseguido crear un antídoto propio y sólo recientemente se han apuntado al carro haciendo de productores externos.

Desde el lobby farmacéutico EPFIA defienden que el desarrollo de las vacunas contra la Covid-19 es un "éxito científico de toda la industria, tanto de las grandes como de las pequeñas empresas, así como de los investigadores, reguladores y gobiernos". "Ninguna compañía, sea grande o pequeña, podría resolver este problema sola", aseguran desde el EPFIA.

No es que las grandes farmacéuticas no hayan hecho nada para encontrar un antídoto contra la Covid-19, dice el investigador del Corporate Europe Observatory, Olivier Hoedeman, pero se están "beneficiado ampliamente de la investigación realizada con fondos públicos".

¿Dinero público sin control?

Tanto él como|cómo Rizvi lamentan que la UE y los EE.UU. no estén ejerciendo más control sobre la tecnología creada con su ayuda. "Las autoridades públicas tendrían que llevar la voz cantante en los precios y las patentes, no las compañías", defensa Corporate Europe Observatory.

En este sentido, Hoedeman ve especialmente problemático la "falta de transparencia" de la Comisión Europea sobre los fondos públicos aportados: "Ha funcionado muy bien para las farmacéuticas, pero no para el control democrático". El ejecutivo europeo ha publicado un puñado de contratos, pero no las cantidades adjudicadas a cada proveedor. Algunas sumas han salido a la luz para filtraciones, pero no hay una imagen clara del gasto público y la inversión privada.

En el caso de los Estados Unidos, Rizvi critica que Moderna se haya beneficiado "ampliamente del departamento de Defensa de los EE.UU.", pero que el gobierno no haya intervenido en las decisiones sobre precios y suministro.

El lobby de las farmacéuticas no se ha pronunciado sobre las voces que reclaman un mayor control público de las vacunas contra la Covid-19. EPFIA no ha respondido a la ACN preguntada por esta cuestión. Corporate Europe Observatory lo acusa de presionar Bruselas para mantener los "privilegios" de un modelo de negocio "parcialmente basado en financiación pública, pero sin obligaciones y con un excesivo monopolio de las patentes".

Imagen principal: La preparación de una vacuna contra la Covid / ACN