Un estudio liderado por científicos italianos ha detectado trazas del virus de la peste porcina africana (PPA) en embutidos importados de manera ilegal a Italia, aunque en ningún caso el patógeno tenía capacidad de infectar. El trabajo concluye que el 26% de las muestras analizadas contenían material genético del virus, pero siempre en estado inactivo. La investigación ha sido elaborada por investigadores del Istituto Zooprofilattico Sperimentale dell'Umbria e delle Marche (IZSUM) a partir de muestras recogidas entre los años 2023 y 2024. Todos los productos analizados eran derivados del cerdo y habían entrado en el país al margen de los canales legales. El estudio se publicó el pasado noviembre en la revista científica Transboundary and Emerging Diseases.
Los autores advierten que la existencia de un comercio irregular de embutidos con trazas del patógeno supone un riesgo potencial para la bioseguridad alimentaria. Según señalan, este flujo ilegal está vinculado sobre todo al consumo de productos étnicos y representa “un peligro” para el sistema de control sanitario, ya que, afirman, “existe un riesgo significativo de transmisión transfronteriza de la PPA”.
En este sentido, los expertos remarcan que “aunque el virus en los productos analizados estaba inactivado, la posibilidad de que otros productos crudos o menos procesados contengan virus infeccioso sigue siendo una amenaza tangible”, y subrayan “la necesidad crítica de mantener una vigilancia continua, controles fronterizos estrictos y una colaboración internacional para salvaguardar la industria porcina”.
Hipótesis alimentaria
Las conclusiones de este estudio refuerzan parcialmente la hipótesis planteada por el director general de Sanidad de la Producción Agroalimentaria y Bienestar Animal del Ministerio de Agricultura, Emilio García Muro, que el pasado 28 de noviembre, coincidiendo con la declaración oficial de la peste porcina en Cataluña, apuntó que el virus podría haber llegado a través de algún producto alimentario contaminado. Al día siguiente, el consejero de Agricultura, Òscar Ordeig, expresó la misma explicación, conocida popularmente como ‘la hipótesis del bocadillo’.
Esta teoría, sin embargo, perdió fuerza días después, cuando el laboratorio central del ministerio informó que la cepa detectada en los jabalíes muertos en Cataluña no coincidía con la que circula por Europa, sino con cepas utilizadas en laboratorios, entre ellos el del IRTA-CReSA, situado a poca distancia del foco inicial.
Propagación a larga distancia
Los investigadores recuerdan que los productos cárnicos procedentes de animales infectados son vehículos muy eficientes para la propagación del virus a larga distancia. El profesor Francesco Feliziani y su equipo explican que esto se debe “a la notable estabilidad del virus de la PPA, que puede resistir una amplia gama de temperaturas, valores de pH y la degradación autolítica”. Según indican, “el movimiento de estos productos a través de fronteras, impulsado por actividades humanas como el turismo o el comercio ilegal, facilita la introducción de la enfermedad en áreas previamente libres”.
