Desde hace años, el concepto ansiedad climática o ecoansiedad ha pasado a ser un desconocido en la actualidad informativa, a ocupar cada vez más titulares. De la misma manera, cada vez más personas se interesan y se preocupan por saber si sufren este tipo de angustia. Por ejemplo, según los datos de Google Trends, las búsquedas sobre ansiedad climática durante los primeros meses de 2023 son 27 veces mayor que durante el mismo periodo del año 2017. Si bien estas cifras muestran un aumento del interés, otros estudios enseñan que cada vez a más ciudadanos reconocimientos sufrir este tipo de ansiedad, en especial los más jóvenes. El informe El Futuro Es Clima 2022, más del 80% de los jóvenes del Estado español han sufrido en algún momento ansiedad por causa de la crisis climática, sus efectos y la inacción política. En un contexto donde esta inacción se perpetúa y los efectos devastadores del cambio climático se aceleran, cada vez más personas se encuentran sufriendo ecoansiedad en un entorno donde, a veces, todavía se menosprecia este tipo de angustia.

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En un mundo con más tendencia al autodiagnostico, hay que dejar claro que abarca y que no el término ansiedad climática o ecoansiedad. La psicóloga experta en meteorosensibilidad y vicepresidenta de la Junta de Intervención Social del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya, Núria Casanovas, define esta afección como: "Se trata de una preocupación por la crisis climática asociada a un estado de angustia". Sin embargo, matiza que no todo el mundo que está preocupado por la emergencia climática sufre ecoansiedad. ¿Cuál es el grado distintivo? A quien lo sufre voz como eso lo afecta a su bienestar emocional, psicológico o, a veces, incluso, su vida cotidiana. Es un sufrimiento emocional y sostenido, un estado de estrés sostenido".

El malestar sostenido puede verter a las personas que sufren ecoansiedad a estados de desmotivación, incertidumbre, desgana o depresión ante la imposibilidad de proyectarse en un futuro donde la crisis climática no dificulte extremadamente la vida. "La persona que lo sufre se queda enganchada en una visión negativa y la angustia le llega a crear una ansiedad de muerte, que la conduce a un constante sabotaje, el cual le impide vivir con cierta normalidad", explica y augura que en los próximos años cada vez habrá más personas que sufran ansiedad climática.

Una afección de salud mental que traspasa edades

A menudo se relaciona la ansiedad climática con los niños o los jóvenes. No se trata de una afirmación completamente falsa, ya que la mayoría de los afectados son muy jóvenes, pero no solo. A lo largo de sus años de experiencia, Casanovas apunta que inicialmente observaba la ansiedad climática, especialmente concentrada en los más jóvenes. "Hace años ya vemos niños y jóvenes que empezaban a parir ansiedad por la crisis climática. Después de promover programas muy bonitos sobre la conciencia por el planeta, había niños que se les despertaba esta angustia. Sí que solo se despertaba entre los más inteligentes, aquellos que intelectualmente se podían proyectar en el futuro, y entre los niños más sensibles", explica a la psicóloga.

Sin embargo, no solo los más jóvenes sufren ecoansiedad. No lo veo tan asociados a los niños, porque, en general, todos los que son padres y madres también podemos ser muy sensibles con el tema. Ven que el futuro de los niños y sus hijos será muy difícil, que podrá ser muy doloroso", explica Casanovas, quien remarca que muchos adultos se encuentran también en esta situación. Un artículo académico publica en la revista The Lancet, también apunta que cada vez más adultos sufren ansiedad climática. No faltan motivos, puesto que cada vez los efectos del cambio climático son mayores e innegables.

La ecoansiedad en el punto de mira: negacionismo y ridiculización

En un año donde se han batido todos los récords de temperaturas, subida de nivel del mar y deshielo de los polos y en medio de una COP que constará como de lejos está el mundo de cumplir con los Acuerdos de París, puede parecer que sufrir angustia por el futuro en un momento que el calentamiento global se acerca a los devastadores 3 grados está más que justificado. Sin embargo, a menudo las personas que reconocerán partir esta afectación son sujetos de escarnio y ridiculización. El factor que muchos de los afectados por la ecoansiedad son personas jóvenes juega un papel importante para este menosprecio que a menudo se hace a esta afección, pero Casanovas apunta otro: "Hay personas que todavía están en fase de negación".

Según apunta la experta, menospreciar esta afección, puede ayudar a distanciarse de este problema que más temprano que tarde nos afectará en todos. Al reírse de la ansiedad climática puede implicar que "no se tiene que aceptar que, por ejemplo, si tienes un negocio de esquí, probablemente con unos años este se vaya al garete", apunta a la psicóloga. Casanovas anima a hacer caso omiso de la ridiculización de que se hace de esta angustia: "Se enriarán, pero igual que nos hemos reído el resto de la humanidad de todos los pioneros a lo largo de la historia".

¿Qué hacer ante la ansiedad climática?

"La ansiedad por sí sola no es mala", recuerda Casanoves y añade: "Es muy bueno trabajar para disminuir la ansiedad, aunque no desaparezca, porque esta tiene su finalidad constructiva y adaptativa, para focalizarnos sobre una acción o varias". La psicóloga remarca que el problema de la ansiedad es cuando esta paraliza o consume, alterando la cotidianidad. "Se tiene que acompañar esta emoción, ir a la polaridad positiva", recomienda Casanovas que apuesta para redirigir esta angustia hacia acciones, mayores o menores, que ayuden a paliar esta crisis climática.

 

 

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