Nuestra dependencia de las nuevas tecnologías sigue creciendo a un ritmo vertiginoso y la ciberseguridad se ha convertido en una preocupación cada vez más relevante a escala global. Actualmente, nuestro día a día es online: en la nube hay desde nuestros datos más personales hasta todas las finanzas y compras, que, aunque muchas veces lo olvidamos, están en riesgo constante de ataques. ¿Así pues, cómo podemos protegernos? La respuesta es más sencilla de lo que podría parecer: educándonos y concienciándonos de los peligros de internet.
En 2022, hubo 58.601 denuncias por ciberdelitos en Catalunya, un 6% más que el año anterior. El 60% están relacionadas con fraudes de tipo bancario.
En 2022, el número de ciberataques con afectación en Catalunya creció un 30%. Las campañas de correos de phishing crecieron un 38%.
Esta y más cuestiones las hemos abordado en el programa especial de ElNacional.cat sobre ciberseguridad, donde Iris Roch, responsable del programa Café y Social Media del Equipo Clínico Cipais, ha puesto de manifiesto la creciente preocupación por el consumo de tecnología por parte de los más pequeños. Según Roch, los niños y niñas de hoy en día tienen acceso fácil y constante a las pantallas, a menudo desobedeciendo las recomendaciones de salud y exponiéndose a muchos peligros.
"Cuando damos un dispositivo móvil a un niño, no tenemos en cuenta las medidas de protección necesarias. Falta el control parental y el acompañamiento adecuado. A veces, lo hacemos porque necesitamos que el niño esté entretenido y no podemos ofrecerle una actividad que implique nuestra propia interacción. Eso puede resultar en una exposición a contenido inadecuado para su edad e incluso en riesgos cibernéticos, como compras involuntarias o el acceso a contenido inadecuado y no filtrado a través de Internet", asegura.
Por este motivo, afirma que la clave es acompañar a los menores mientras hacen uso de las tecnologías y establecer reglas de seguridad claras, como no revelar información personal o de localización. Si al menor se le da una pantalla, se tiene que estar a su lado explicándole. Se le tienen que dar unas reglas al juego como, por ejemplo, decirle que nunca diga su nombre, nunca dé información personal como donde vive o a qué escuela va". De hecho, Roch lo ha comparado con el aprendizaje de ir en bicicleta, destacando que es un proceso gradual que requiere tiempo y atención constante por parte de los adultos.
Por otra parte, Roch ha recordado que "todo lo que es delictivo en el mundo presencial lo es en el virtual": "Esta barrera creo que es la que tenemos que atravesar. Si un niño suplanta la identidad de otro y empieza a enviar correos, no es consciente de que eso es un delito. En cambio, si dejas la puerta de casa abierta, todo el mundo sabe que no pueden entrar. Tenemos que comprender que la misma lógica se aplica al mundo digital".
Formación y respeto
Por todo eso, la experta considera que es esencial que la ciudadanía, independientemente de la edad, entienda la importancia de respetar y comprender la tecnología, ya que, si bien las nuevas generaciones pueden parecer más seguras en el uso de las pantallas, esto a menudo se debe a una falta de conciencia de los riesgos involucrados. "A medida que nos hacemos adultos, esta conciencia de los riesgos no aumenta necesariamente. Muchas veces, los adultos más grandes pueden sentirse intimidados por la tecnología y buscar información o formación sobre su uso seguro", ha explicado. En esta línea, Roch ha subrayado que el acompañamiento y la formación en seguridad cibernética están al alcance de todo el mundo. Son ejemplos los recursos como los ofrecidos por la Agència de Ciberseguretat y otras organizaciones que ofrecen talleres y contenido en línea para la ciudadanía.
En un mundo cada vez más digital, la formación y el respeto se convierten en herramientas cruciales para una convivencia segura y responsable con la tecnología.
Así pues, la formación y la educación en ciberseguridad son las herramientas que nos permiten comprender que el comportamiento inadecuado en el mundo presencial también lo es en el mundo virtual. Esta similitud entre los dos mundos exige que las personas sean proactivas en la adopción de prácticas seguras y la comprensión de los riesgos cibernéticos. Esta conciencia es la primera línea de defensa enfrente de los piratas informáticos y los ciberataques, y puede proteger nuestros datos personales y nuestra seguridad digital.
En definitiva, la ciberseguridad no solo es responsabilidad de expertos y profesionales de la tecnología, sino de cada ciudadano. La conciencia y la formación son claves para crear una sociedad digital más segura y resistir a los desafíos que nos plantea el mundo digital en constante evolución. Es una inversión en nuestra propia seguridad y en la protección de las generaciones futuras en este entorno digital en rápida transformación.