Mientras en la mayoría de países europeos la Covid-19 se empieza a encontrar bajo control, se relajan las medidas restrictivas y se alcanzan nuevos recuerdos de vacunación, en Moscú la situación es totalmente la contraría. Ayer, en la capital rusa se alcanzó un nuevo recuerdo de contagios desde que empezó la pandemia: 9.056 casos registrados en un solo día, y 47 muertes. Para las autoridades, esta situación se debe a dos grandes factores: el incumplimiento de las medidas sanitarias por parte de los ciudadanos y su renuncia a vacunarse.

El presidente Putin quiso dejar claro el carácter voluntario de la vacunación cuando esta empezó, pero ahora, el planteamiento ha cambiado. Por eso, el ayuntamiento de la capital ha decidido ordenar la vacunación obligatoria a, como mínimo, un 60% de los trabajadores del sector de los servicios, aparte de endurecer otras medidas sanitarias. Y la capital no es la única región que se ha visto forzada a obligar la vacunación, también lo han hecho las regiones de Kémerovo, Sajalín y Tula.

Anastasía Rakova, teniente de alcalde en el ayuntamiento de la capital, ha asegurado que la obligación, que entró en vigor el miércoles, ya ha empezado a tener efectos: el jueves se multiplicó por cuatro el número de solicitudes de citas para vacunarse.

Una vacuna propia en que no confían

Hasta hoy, en Moscú se han vacunado 1'8 millones de personas (1,5 con la pauta completa), que representan un 14% de los suyos casi 12 millones de habitantes. Este porcentaje es incluso inferior si nos fijamos en los datos de todo el país. En total hay 19,4 millones de personas vacunadas con al menos una dosis, hecho que representa un 10,3% de la población. Aquí, un 28,6% de los catalanes ya llevan la pauta completa.

 

Rusia cuenta con cuatro vacunas contra la covid de producción propia: Sputnik V, EpiVacCorona y CoviVac (dos dosis), y la monodosis Sputnik Light. Así y todo, es evidente que la campaña avanza a un ritmo extremadamente lento. A lo grande prado, eso se debe al hecho que una mayoría de la población del país, un 62%, no se quiere vacunar con la vacuna Sputnik V, según una encuesta realizada en mayo por el Centro Levada. Esta es el preparado del cual se producen más dosis y según sus fabricantes, tiene una eficacia del 97%.

Rusia no está ni de lejos el único país que lo administra a sus habitantes, pero la Agencia Europea de los Medicamentos todavía no ha aprobado su utilización en Europa. El pasado abril, sin embargo, se supo que Ayuso se había planteado comprar dosis aunque se hubiera aprobado.

Incentivos insuficientes

Desde el Kremlin, su portavoz Dmitri Peskov ha negado de manera tajante que el rechazo de las personas a vacunarse sea una manifestación de desconfianza en las autoridades, pero ha reconocido que la campaña de información sobre sus beneficios no ha tenido el impacto deseado. En Rusia, sin embargo, han ido más allá de explicar simplemente los efectos positivos de la vacunación: también han utilizado diferentes incentivos como reclamos para que los ciudadanos se quieran proteger contra el virus.

Así y todo, las tarjetas regalo para pensionistas, sorteos de automóviles o incluso un apartamento no han sido suficientes para que los rusos se hayan animado a vacunarse. ¿A qué tienen miedo? En declaraciones en EFE, Anna, una estudiante rusa de 18 años considera que la gente teme los efectos de la vacuna: "no estamos suficientemente informados de cómo es la vacuna, como funciona". Con respecto a la vacunación obligatoria, Efe Valeri, un empleado público, se le muestra a favor, pero siempre "teniendo mucho cuidado, porque implica ciertos riesgos".