En los últimos años, organismos internacionales como la OMS o la FAO (la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) han puesto un especial énfasis en los llamados circuitos cortos de comercialización, o lo que es lo mismo, la compra de proximidad vinculada al impulso de la agricultura familiar y la inclusión de los productores y emprendedores de pequeña escala en el mercado.

Se trata de una apuesta por un cambio global en los patrones de producción, consumo y salud que permita acceder a los productos que se producen cerca de donde viven y compran consumidores. Lo cierto es que a nivel mundial están creciendo los movimientos de comida local y regional que impulsan una relación directa entre consumidores y productores. Pero, más allá de los beneficios para la economía mundial, ¿qué otros tienen para nuestra salud y el medio ambiente? Estos son cinco de ellos.

Es comida más fresca

Los alimentos que se cultivan o producen cerca del consumidor no se importan de estados o países lejanos, por lo que –especialmente los productos agrícolas–n suele ser extremadamente frescos y más sabrosos. Se pueden comprar incluso en los mercados de agricultores que los han cosechado unas horas o días antes, por lo que han podido estar más tiempo madurando y han tenido condiciones de crecimiento más favorables que las que tendrían si tuvieran que transportarse a los comercios.  

Suele ser más nutritiva

Las frutas y verduras pueden perder algunos de sus nutrientes durante el transporte y procesamiento o mientras están en los estantes de las tiendas de alimentación. Por ejemplo, la vitamina C, un importante nutriente soluble en agua que es necesario para la piel y los tejidos sanos, comienza a degradarse en frutas y verduras frescas poco tiempo después de ser recogida. Es más, el contenido de antioxidantes de algunos productos disminuye durante el almacenamiento. Dado que los productos cultivados localmente por lo general no tienen que viajar muy lejos o permanecer almacenados por mucho tiempo, retienen más nutrientes.

Manzanas rojasEl hecho de que los alimentos no tengan que sufrir transportes largos, permite que conserven sus propiedades mejor

Permite probar nuevos alimentos

Si se compra en mercados de agricultores o cooperativas de alimentos locales, es probable que se vendan a través de cajas en las que se contienen los productos recogidos durante los últimos días. Esto provoca que, al no poder elegir por completo, existan más posibilidades de probar nuevos alimentos y enriquecer la dieta. En este sentido es muy adecuado inscribirse en algún tipo de cooperativa de alimentos locales, que hay en todas las ciudades y que suelen funcionar de forma muy adecuada y profesional.

Se preserva el medio ambiente

La comida local viaja una distancia más corta a los mercados y tiendas que los productos que provienen de otras zonas. Por lo tanto, su transporte generalmente contribuye a una menor contaminación y menos emisiones de carbono que los alimentos que requieren viajes más largos. Además, una gran cantidad de alimentos locales, especialmente los productos agrícolas, se venden en los puestos o se llevan a las casas sin embalaje. Esto equivale a menos desperdicio, particularmente de envases y bolsas de plástico.

Se aprende a cómo cultivar los alimentos

Generalmente, al apuntarse a una cooperativa de este estilo, se establecen conexiones con granjas y productores de alimentos, se construye una comunidad y se intercambia información. De esta forma, se pueden aprender recetas, así como trucos y consejos para cultivar determinados alimentos en el propio hogar.