Sin ser conscientes, en nuestro cerebro concurren un sinfín de procesos que determinan nuestros comportamientos en el día a día. Un equipo de expertos de la Universidad de Birmingham y la Universidad de Oxford han analizado cómo nuestro cerebro decide si una actividad que requiere trabajo merece la pena o no, es decir, nuestra motivación a la hora de trabajar, y han concluido que la voluntad de trabajar no es estática y depende de los ritmos fluctuantes de la fatiga.
La fatiga, la sensación de agotamiento por realizar tareas exigentes, es algo que todos experimentamos a diario. Nos hace perder la motivación y querer tomarnos un descanso. Aunque los científicos comprenden los mecanismos que utiliza el cerebro para decidir si una tarea determinada merece el esfuerzo, todavía no se comprende bien la influencia de la fatiga en este proceso.
El equipo de investigación realizó un estudio para investigar el impacto de la fatiga en la decisión de una persona de realizar un esfuerzo. Descubrieron que las personas tenían menos probabilidades de trabajar y esforzarse, incluso por una recompensa, si estaban fatigadas. Los resultados del estudio Neural and computational mechanisms of momentary fatigue and persistence in effort-based choice (Mecanismos neuronales y computacionales de fatiga momentánea y persistencia en la elección basada en el esfuerzo) se publican en Nature Communications.
Curiosamente, los investigadores encontraron que había dos tipos diferentes de fatiga que se detectaban en distintas partes del cerebro. En el primero, la fatiga se experimenta como una sensación de corta duración, que puede superarse tras un breve descanso. Sin embargo, con el tiempo, se acumula un segundo sentimiento a más largo plazo, que impide que las personas quieran trabajar y no desaparece con descansos breves.
“Descubrimos que la disposición de las personas a esforzarse fluctuaba por momentos, pero declinaba gradualmente a medida que repetían una tarea a lo largo del tiempo”, asegura Tanja Müller, primera autora del estudio, con sede en la Universidad de Oxford. “Tales cambios en la motivación para trabajar parecen estar relacionados con la fatiga y, a veces, nos hacen decidir no persistir”.
El equipo evaluó a 36 personas jóvenes y saludables en una tarea en la que se les pidió que realizaran un esfuerzo físico para obtener diferentes cantidades de recompensas monetarias. Los participantes completaron más de 200 pruebas y en cada una, se les preguntó si preferirían trabajar, lo que implicaba apretar un dispositivo de fuerza de agarre, y obtener las recompensas más altas ofrecidas, o descansar y ganar solo una pequeña recompensa.
El equipo construyó un modelo matemático para predecir cuánta fatiga sentiría una persona en cualquier momento del experimento y cuánto influía esa fatiga en sus decisiones de trabajar o descansar.
Mientras realizaban la tarea, los participantes también se sometieron a una resonancia magnética, que permitió a los investigadores buscar actividad en el cerebro que coincidiera con las predicciones del modelo.
Descubrieron que áreas de la corteza frontal del cerebro tenían una actividad que fluctuaba de acuerdo con las predicciones, mientras que un área llamada cuerpo estriado ventral indicaba cuánta fatiga estaba influyendo en la motivación de las personas para seguir trabajando.
“Este trabajo proporciona nuevas formas de estudiar y comprender la fatiga, sus efectos en el cerebro y por qué puede cambiar la motivación de algunas personas más que otras”, asegura el Dr. Matthew Apps.