El sistema inmunitario es un conjunto de células, tejidos y órganos que combaten los virus, bacterias y otros microorganismos que transmiten infecciones y otras enfermedades al organismo. Tener un buen sistema inmune es un signo de buena salud. El problema es que, a medida que cumplimos años, se debilita y nos volvemos más susceptibles a las enfermedades infecciosas.

Es lo que se conoce como disfunción inmune asociada con el envejecimiento, conocida como inmunosenescencia, que contribuye a una mayor morbilidad y mortalidad por enfermedades infecciosas y neoplásicas en adultos de 65 años o más. En países occidentales, por ejemplo, alrededor del 89 por ciento de las muertes anuales por fiebre son de personas de al menos 65 años, a pesar de que este grupo de edad representa solo alrededor del 15 por ciento de la población del país.

Un triste ejemplo lo hemos vivido más recientemente, pues la vulnerabilidad de los adultos mayores a las infecciones virales se ha destacado trágicamente por la reciente aparición del nuevo coronavirus. Pero no sólo eso. El aumento de la morbilidad y la mortalidad en adultos mayores también ocurre con infecciones bacterianas comunes, como las causadas por el patógeno entérico Salmonella. Además, la eficacia de las vacunas disminuye con la edad, lo que aumenta aún más el riesgo de infección. El rápido envejecimiento de la población en el mundo desarrollado exacerba este problema y aumenta la necesidad de intervenciones que se dirijan de manera efectiva a la inmunosenescencia.

Un nuevo estudio llevado a cabo por expertos de la Universidad de Florida ha investigado la posibilidad de rejuvenecer el sistema inmunitario en las personas mayores y han logrado allanar el camino para nuevos objetivos terapéuticos.

Hombre maduro

Los investigadores han analizado cómo la inmunidad de las células T disminuye con el envejecimiento, lo que aumenta la gravedad y la mortalidad por enfermedades infecciosas. Las células T son las que dirigen el sistema inmunitario y coordinan las inmunitarias para combatir las infecciones. El problema es que con la edad, una serie de cadenas de carbohidratos complejas y ramificadas (los llamados glicanos) se agregan a las proteínas y suprimen la función de las células T.

Los expertos demuestran que estos glicanos aumentan con la edad en las células T –especialmente en el caso de las mujeres más que en los hombres–. Pero alterando los glicanos en laboratorio, se ha logrado rejuvenecer la función de las células T humanas. En el estudio se muestran muy esperanzados de seguir trabajando en este sentido, porque se pueden llevar a cabo intervenciones eficaces para revertir la disfunción inmunitaria en los mayores, aunque todo apunta a que pueden requerir estrategias específicas por sexo.