Un aneurisma es un abultamiento de un vaso sanguíneo hasta 1,5 veces su tamaño normal. Una de las arterias de nuestro organismo más propensas a desarrollarlo es la aorta, la más grande, cuya función es trasladar la sangre por todo el cuerpo.

El tipo más común es el aneurisma de la aorta abdominal, que se produce en esta parte del cuerpo. Si se rompe, puede ser potencialmente mortal, pero uno de los grandes problemas es que el 75% de los pacientes portadores de este aneurisma son asintomáticos. Y cuando se presentan los síntomas, no son muy específicos y pueden confundirse con otras enfermedades: molestias abdominales y dolor lumbar. De hecho, la primera manifestación que puede poner sobre aviso al paciente es la propia rotura del aneurisma.

Ultrasonido aneurisma aorta

El segundo tipo más común es el de la aorta ascendente, una sección de la arteria cercana al corazón que comienza en la base del ventrículo izquierdo, en el área del tórax sobre el diafragma. Si en el caso del abdominal, la edad media de diagnóstico se fija a partir de los 60, en este segundo tipo la edad baja a entre los 50 y los 60. El problema es que si no se tratan, pueden aumentar de tamaño y eventualmente romperse, con gravísimas consecuencias para la salud.

En el caso de los aneurismas aórticos ascendentes, tampoco causan síntomas en la mayor parte de los casos. Si aumentan mucho de tamaño, pueden causar dolor de pecho y de espalda, falta de aliento, ronquera o presión en la región torácica. Para detectarlos hace falta realizar una ecografía o una palpación. Cuando se establece una cirugía ante el riesgo de que pueda romperse, es necesario analizarlo mediante un TAC o una resonancia magnética nuclear. En algunas ocasiones, puede ser necesaria también una arteriografía.

Cuando se produce la rotura, los síntomas son más evidentes. En el caso del abdominal, genera un dolor en esta parte del cuerpo muy intenso y duradero. Además, puede doler la espalda, los glúteos y piernas, aumenta la frecuencia cardíaca y pueden producirse mareos, náuseas y vómitos. En el caso del ascendente, dificultad al respirar, mareo, pérdida de conciencia, problemas al tragar y dolor repentino e intenso en el pecho.

Las causas son variadas y provocan una debilitación de las paredes aórticas.  Puede ser una aterosclerosis, que tiene lugar cuando se acumulan sustancias grasas en las paredes de las arterias, haciéndolas rígidas e inflexibles, lo que aumenta el riesgo de que las paredes de las arterias se debiliten y se abulten.  Los factores de riesgo para la aterosclerosis incluyen colesterol alto y presión arterial alta. 

Otro tipo de trastornos genéticos y afecciones inflamatorias pueden contribuir al desarrollo de aneurismas, como el síndrome de Marfan, que afecta el tejido conectivo del cuerpo y puede causar debilidad en la pared aórtica o el de Ehlers-Danlos, que afecta el tejido conectivo que sostiene los vasos sanguíneos, así como los huesos, la piel y otros órganos y tejidos. Los factores de riesgo para desarrollarlo son la edad, la mala salud general y el tabaquismo.

Operación corazón

En cuanto al tratamiento, consiste principalmente en practicar una cirugía que en la que se quita la porción dañada de la aorta y la reemplazan con un tubo sintético llamado injerto mayor. Los médicos generalmente tratan los aneurismas pequeños con betabloqueantes, un tipo de medicamento para la presión arterial alta. La prevención debe pasar por dejar de fumar, mantener la presión arterial dentro del rango saludable así como los niveles de colesterol dentro del rango saludable.