El mundo –o concretamente los países– siempre se ha movido por intereses, alianzas y complicidades. La pandemia del coronavirus no ha hecho que los países que lo conforman se unan en una misma causa, todo lo contrario. Las diferentes potencias han protagonizado diferentes carreras para liderar las campañas de vacunación de sus países y de los que pudieran tener influencia.

Sin ir más lejos, China ya tiene cuatro vacunas anti-Covid disponibles para su población. En este sentido, se podría pensar que la decisión de utilizar vacunas solo de producción nacional depende del mercado y la oferta y la demanda, y claro está, del coste. Las vacunas de Pfizer y BioNTech tienen una eficacia del 95% aproximadamente, pero ninguna de ellas ha sido aprobada por las autoridades chinas. Por otra parte, las vacunas chinas tienen una tasa más baja, en algunas es del 50%, y en otras entre el 60% y el 68%, y no solo se utilizan dentro de las fronteras del país asiático, algunas las venden y de otras se hacen donaciones. La efectividad, sin embargo, es una espina clavada. Brasil y Turquía han aportado datos diferentes en relación con la eficacia de una de las vacunas chinas, la Sinovac Biotech. Turquía expone que la efectividad era de un 91% mientras que el Brasil ha dado una estimación bien diferente, del 50%. Los datos sobre los ensayos de Sinopharm y Sinovac siguen siendo escasos. A pesar de no saberse la eficacia exacta de las vacunas chinas, cumplen el umbral del 50% que la mayoría de países necesitarán para autorizar el uso.

coronavirus vacuna sinovac efe

Vacuna china Sinovac / Efe

La fabricación de vacunas seguras y efectivas anti-Covid es el desafío farmacéutico mayor de la China hasta ahora. De hecho, China intenta convertirse en el actor farmacéutico más importante del mundo en un plazo de diez años, y adelantar a India –una India que también ha desarrollado una vacuna propia, la Covaxin–. Sin embargo, ¿qué dice sobre China la politización del coronavirus? El gobierno chino limita a su población las vacunas de fabricación propia, pero de momento, lo que queda patente es el fracaso del país al conseguir una vacuna que se acerque a una eficacia de no solo una sino dos vacunas desarrolladas por Occidente que pone de manifiesto el difícil y largo camino que tiene en frente.

Pero China no es el único país que ha apostado por potenciar su imagen. Los EE. UU. confiaron en las vacunas desarrolladas por sus gigantes farmacéuticos Pfizer y Moderna, y compraron grandes cantidades. Unas vacunas que están costando mucho más de llegar a Europa, que ha confiado más en la vacuna de Oxford y AstraZeneca, medio británica y medio sueca.

En este gráfico se puede ver qué vacunas son las más administradas en los EE. UU.: Moderna y Pfizer

En este gráfico se puede ver qué vacunas son las más administradas en Alemania, unos datos seguramente similares al resto de la UE: Pfizer y Moderna

Rusia, por otra parte, se ha centrado en desarrollar también sus propias vacunas, por una parte Sputnik V, que es, hoy por hoy, la que ya generado más circulación. Rusia ha apostado fuerte por esta vacuna, y los países de su área de influencia de Asia Central, también. De hecho, incluso Serbia podría convertirse en productor de la misma vacuna. Muchos países de América Latina también han comprado dosis de esta vacuna y han empezado a inocular a su población. En la Unión Europea todavía no está aprobada, pero Hungría ya pidió unas cuantas dosis e incluso ya habría empezado a vacunar. A mediados de febrero, el mismo país también recibió un cargamento de la vacuna china Sinopharm. Rusia, sin embargo, no ha concentrado todos sus esfuerzos en solo una opción. Hace unos meses salía a la luz otra vacuna, la EpiVacCorona que podría garantizar inmunidad contra el coronavirus hasta doce meses.

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Dosis de la vacuna rusa Sputnik V / Efe

Pero no todas las vacunas son accesibles para todos los países. Algunas son demasiado caras para algunos países o es posible que no tengan capacidad de almacenaje para aquellas que necesiten unas temperaturas bajo cero más elevadas como Pfizer o Moderna. Cuba también ha desarrollado una vacuna propia, y ahora el reto radica en su producción.

Por otra parte, a través de la iniciativa Covax, África ha recibido esta semana las primeras dosis de la vacuna de AstraZeneca para empezar a vacunar a su población. Concretamente, unas 600.000 dosis han llegado a costa de Marfil y Ghana. El objetivo de Covax es distribuir suficientes vacunas durante los próximos seis meses para inocular al 3% de la población de 145 países, suficiente para llenar los trabajadores y profesionales sanitarios y algunos de los más vulnerables.

 

Imagen principal: un miembro del personal sanitario sostiene una vacuna contra el coronavirus / Efe