Los científicos del Instituto Finlay de Vacunes de La Habana trabajan para intentar desarrollar con éxito una vacuna nacional contra el coronavirus, la Soberana 2. Se trata de una vacuna conjugada, es decir, se funde un antígeno en la molécula portadora para reforzar la estabilidad y la eficacia de la vacuna. En pocas semanas, se probará con decenas de miles de voluntarios.

Pero ya se conocen los resultados de los primeros ensayos, que fueron "alentadores" y "muy importantes", según detallaba a finales de año el director del Instituto, Vicente Vérez Bencomo. Cuba espera poder vacunar a toda su población a finales de año. "Nuestro plan es vacunar primero a nuestra población", explicó en una rueda de prensa de la cual se ha hecho eco la BBC. De esta manera, explicaba que la intención es la de llegar a producir unos 100 millones de dosis durante el 2021.

Por delante, sin embargo, un gran reto. De momento, no se espera que los Estados Unidos intervengan. Aunque desde el Instituto se espera que "en el futuro sea posible pasar al siguiente paso de cooperación". "Nuestros principales contactos son con Europa y el Canadá, y participan personas procedentes de Italia y Francia", según detallaba Vérez.

Organismos internacionales como la Organización Panamericana de la Salud (OPS) esperan que Cuba se convierta en el primer país latinoamericano en producir su propia vacuna. "Somos muy optimistas", detallaba al representante de la OPS en Cuba, José Moya. "Nos han mantenido informados desde la fase piloto de Sobeana 2 y durante los ensayos experimentales, y sabemos que Cuba investiga la viabilidad de varias vacunas desde agosto del año pasado".

Presión en los hospitales

Cuba vive una situación epidemiológica límite. Desde el inicio de la epidemia, el país ha registrado 39.004 casos, 715 en las últimas horas. Sin embargo, se han registrado 269 víctimas mortales, 3 declaradas ayer. Los datos, pero subrayan que en los últimos días se han registrado aumentos de hasta 1.000 casos al día, un dato nuevo porque no se había llegado en ningún momento desde que se empezaron a registrar casos.

A través de una campaña pública bastante agresiva y el cierre de aeropuertos, Cuba consiguió frenar los brotes de coronavirus. Los meses de julio y agosto la transmisión del virus era mínima.

Pero no todo tiene que ver con la crisis sanitaria. Cuba vive sumergida en una de las peores perspectivas económicas desde el final de la Guerra Fría. Por lo tanto, también sería un incentivo económico tener una vacuna propia.

La isla es muy dependiente del turismo y el coronavirus ha pasado factura. Según recoge el portal británico, la Covid y la bajada del turismo ha provocado una caída del 11% de la economía.

 

Imagen principal: una mujer pasea con una mascarilla por La Habana, Cuba / Efe