El deseo sexual no es igual en todas las personas ni en todos los momentos de nuestra vida. Varía según diversas circunstancias como el carácter, el físico y la psicología, una enfermedad, una depresión, el estrés acentuado o un tratamiento farmacológico determinado. Las hormonas son también un factor determinante, y la alteración de la testosterona o los estrógenos pueden provocar cambios.

Por eso a veces es difícil definir un exceso de apetito sexual, pues depende mucho de las personas y los momentos que atraviesen. Aun así, en algunos casos se produce una hipersexualidad que puede llegar a convertirse en un problema, y que en ocasiones se vive con angustia porque parece imposible satisfacer ese deseo impulsivo que no remite nunca.

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Incluso socialmente cuesta hablar del tema a las personas que lo padecen. De hecho, es más fácil encontrarse con individuos que acuden a las consultas por una apatía sexual, que por exceso de apetito sexual. Sin embargo, esta disfunción es un problema con serias consecuencias, que puede tener sus causas en problemas bien distintos de los sexuales y que se puede tratar con buenos resultados.

Se suele considerar que el deseo sexual es exacerbado y se convierte en una disfunción cuando se convierte en una verdadera obsesión que no se puede saciar con las relaciones. Las personas que presentan hipersexualidad suelen tener siempre ganas de iniciar un contacto sexual del tipo que sea, viven en un estado de excitación o semiexcitación permanente y cualquier situación que se les presenta les parece estimulante en el plano sexual. Por eso, cuando una persona perciba que tiene un apetito sexual que no puede controlar y que es incapaz de respetar al que tiene al lado debe acudir a un especialista.

Las razones son variadas: desde una alteración hormonal hasta una ansiedad incontrolable, pasando por un trastorno de la personalidad o una medicación que ha provocado estos síntomas. En las parejas suele producir un desequilibrio importante debido a que uno de los miembros padece una hipersexualidad exacerbada y demanda continuamente al otro para tener relaciones sexuales. Una relación debe producirse fruto de un acuerdo entre ambos y cuando por parte de uno existe un exceso de apetito sexual, se puede generar una situación muy complicada.

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Buscar soluciones personales como dejar de mantener relaciones sin dar respuesta a la verdadera causa de ese exceso de deseo no ayudan en absoluto al enfermo. De hecho, pueden agravar su situación o causarle una insatisfacción aún más profunda. Por parte de la pareja tampoco es adecuado caer en las recriminaciones continuas, porque en ocasiones tiene una causa producida por una cuestión concreta que puede ser tratada por un especialista. Por eso, en todo caso, la solución pasa por el diálogo y por encontrar el origen de esta disfunción. Cuando esto ocurre, en una amplia mayoría de los casos, se puede prescribir un tratamiento que permita a la persona volver a tener una relación con el sexo satisfactoria.