Los habitós son fundamentales en nuestro día a día y en los últimos años, desde el campo de la psicología y la psiquiatría, se viene estudiando cómo se forman en nuestro cerebro y la importancia que tienen controlarlos para manejar mejor nuestras vidas. Cuando un hábito se crea, podemos hacer cosas automáticamente sin pensar. Se sabe que existe una región del cerebro involucrada en este aspecto, el cuerpo estriado dorsolateral, cuya actividad aumenta a medida que el hábito se vuelve más fuerte.
Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Dartmouth y publicado en la revista Journal of Neuroscience, demuestra cómo se pueden controlar los hábitos dependiendo de lo activo que sea el cuerpo estriado dorsolateral. Las bases de este estudio se remontan a una investigación previa llevada a cabo en el MIT donde se descubrió que la actividad de esta parte del cerebro se acentuaba al principio y al final de los comportamientos convertidos en hábitos.
El estudio
En el estudio más reciente, los investigadores manipularon la actividad cerebral en ratones usando un método llamado optogenética, gracias al cual las neuronas del cuerpo estriado dorsolateral pueden excitarse o inhibirse con la luz. Una luz azul intermitente excita las células cerebrales, mientras que una luz amarilla intermitente inhibe las células y las apaga.
Los ratones fueron entrenados para correr en un laberinto en forma de cruz con una recompensa de bolitas de azúcar al final, con la peculiaridad que solo un brazo de la cruz tenía la recompensa. Una vez los ratones aprendieron el camino, se usaron las luces de colores intermitentes para manipular la actividad del estriado dorsolateral. Cuando las células en el cuerpo estriado dorsolateral se excitaban con la luz azul durante solo medio segundo al iniciar las carreras, corrían de forma más vigorosa durante todo el laberinto. El hábito se había formado y los animales ya sabían dónde ir. Por el contrario, cuando las células se inhibían con la luz amarilla, las ratas eran lentas y parecían haber perdido su hábito por completo.
¿Y el experimento en qué se traduce? Los hallazgos ilustran cómo se pueden controlar los hábitos cuando se ponen en marcha por primera vez. La fuerza de la actividad cerebral determina si el comportamiento completo se convierte en un hábito o no, según explican los expertos. Y cómo, mediante una manipulación de las células del cuerpo estriado dorsolateral, se pueden fomentar hábitos saludables e inhibir los que no lo sean tanto.
El experimento también mostró cómo la recompensa también tiene una incidencia fundamental en la formación de los hábitos. En el caso de los ratones, cuando esta era más dulce y sabrosa, más fomentaba la actividad y el aprendizaje de estos comportamientos, lo que también puede resultar muy útil a la hora de educar a nuestra mente y a ayudarle a formar hábitos saludables.
Los expertos creen que es fundamental comprender mejor el papel específico que desempeña el cuerpo estriado dorsolateral en la memoria del hábito y otros comportamientos. De hecho, se ha descubierto que el daño en esta área cerebral está asociado con la enfermedad de Parkinson. En el estudio, los investigadores explican cómo se podría aprovechar este trabajo científico para diseñar estrategias de intervención para humanos con comportamientos compulsivos resistentes al tratamiento en el caso de esta patología en concreto.