La dermatitis de contacto es tanto más frecuente cuanto mayor es el paciente y en adultos está considerada una enfermedad profesional. Sin embargo, no por ello es un proceso exclusivo de trabajadores. Al contrario, es un problema más frecuente de lo que se piensa en los niños suponiendo alrededor de un 20% del total de dermatitis en la infancia.

La lesión cutánea típica de la dermatitis de contacto es el eccema. La fase aguda o inicial se caracteriza por el enrojecimiento de la piel, a veces con exudación asociada. Al cabo de unos días estas lesiones entran en la denominada fase subaguda o intermedia, de tal forma que se van secando y descamando poco a poco. Si no se pone tratamiento o si el eccema se hace repetitivo, al cabo de meses, entrará en fase crónica.

Dermatitis por contacto

Las sustancias capaces de producir dermatitis de contacto, al igual que todas aquellas capaces de producir una reacción alérgica, se denominan alérgenos.
Las más habituales son las siguientes. El níquel, que en la infancia se puede producir por el contacto con joyas (más en las niñas), monturas de gafas y hebillas de cinturones. El mercurio, sobre todo por contacto con antisépticos (mercromina) y roturas de termómetros. Y por último, las gomas, donde las fuentes de contacto son innumerables, aunque quizá la más importante sea el uso de zapatillas deportivas.

El diagnóstico de la dermatitis de contacto se basa en la realización de una buena historia clínica complementada con las denominadas pruebas epicutáneas, que se llevan utilizando desde hace más de 70 años y consisten en la aplicación en la parte superior de la espalda de las sustancias sospechosas durante 48 horas seguidas y observando a continuación la respuesta de la piel. Es muy importante para poder obtener resultado fiable que dichas sustancias se mantengan al menos 48 horas seguidas en contacto con la piel. Una vez retirados, se debe hacer una primera lectura a las 48 horas y una segunda a las 72-96 horas, aunque a veces puede ser incluso más tarde según las sustancias sospechosas.

Prueba epicutánea

El único tratamiento eficaz de la dermatitis alérgica de contacto es identificar y evitar el alérgeno. Esto aparentemente tan sencillo puede a veces constituir un problema importante, sobre todo en niños en edad puberal o prepuberal que no suelen comprender y aceptar el problema. Los casos más típicos y frecuentes son los de chicas que tienen que evitar el contacto con cosméticos o joyas, o chicos que deben evitar ponerse zapatillas deportivas.
Cuando se descubre la causa, se debe tratar el eccema, debiendo tener presente que la piel es un órgano que tarda en regenerarse hasta 6 meses. Esto significa que incluso poniendo los medios adecuados –en cuanto a medidas de evitación y tratamiento médico– es posible que la piel no vuelva a la normalidad hasta pasados unos meses y ello no debe entenderse como una mala evolución.
El eccema se suele tratar con soluciones astringentes y medidas antisépticas para evitar la sobreinfección durante la fase aguda, y corticoides tópicos y cremas hidratantes durante la fase crónica. Una vez esclarecida la causa, si se realizan bien las medidas de evitación, la evolución y los pronósticos de la dermatitis de contacto alérgica son buenos.

No obstante, un niño que sufre este proceso está de alguna forma más predispuesto a padecer dermatitis de contacto por nuevas sustancias en un futuro. Por ello, se debe evitar que tenga un excesivo contacto con agentes irritantes contenidos en metales, gomas o cosméticos.