En la era digital en la que estamos inmersos, consumimos información de manera compulsiva y esta queda obsoleta rápidamente. Esta circunstancia nos obliga a actualizar constantemente los recuerdos. El problema es que cuando llega una información falsa, bien sea una noticia o una comunicación publicitaria. Y es que cambiar la primera impresión que recibimos no es fácil, aunque no sea verdad. De hecho, nuestra mente tiende a quedarse con esa idea y deshecha las que llegan después aunque sean verdaderas.

Hombre leyendo

Un equipo de científicos de la Boise State University (Estados Unidos) ha realizado un estudio para entender por qué se produce este hecho. Para ello, tomaron el ejemplo de una compañía farmacéutica, que presenta un testimonio sobre la experiencia positiva de un consumidor con un nuevo medicamento, junto con detalles sobre los posibles efectos secundarios e interacciones con otros medicamentos. Más tarde, la compañía anuncia que el medicamento es menos efectivo de lo que se informó anteriormente, pero las personas participantes siguen aferrándose a la creencia de que el medicamento es efectivo, porque es la primera impresión que obtuvieron y así queda almacenado en sus recuerdos.

El estudio

La investigación ha sido  publicada en el Journal of Consumer Psychology.  Y ha demostrado que cuando las personas leen o escuchan historias, crean modelos mentales unidos en una cadena de causa y efecto que se incrusta en sus recuerdos. Y si luego descubren que un eslabón de la cadena es incorrecto (es decir, que una noticia que reciben es falsa) es difícil que cambien su memoria porque esto crearía una brecha en esa supuesta cadena. Esto se conoce como el efecto de influencia continua.

Los científicos instaron a los participantes a leer una historia acerca de un hombre que fue diagnosticado con una enfermedad y tomó un medicamento recetado por la noche con un vaso de limonada. El fármaco no funcionó, así que tuvo que volver al médico. Se dividió a los participantes en la investigación en dos grupos. El primero de ellos, leyó la explicación del médico acerca de la escasa efectividad del fármaco: que el hombre debería haber tomado el medicamento por la mañana porque las hormonas liberadas por la noche bloquean la efectividad del medicamento. El segundo grupo, en cambio, no leyó ninguna explicación sobre por qué el medicamento no fue efectivo.

En la siguiente etapa de la investigación, a todos los participantes se les presentó otra información: los alimentos y bebidas a base de cítricos interfieren en la absorción del fármaco y por eso no había hecho efecto la medicación. Y más tarde, se les comunicó que esta información era falsa. Al volver a preguntar a los participantes, se comprobó que los que no obtuvieron ninguna explicación previa de la ineficacia de la droga tuvieron dificultades para rechazar la falsedad de la segunda información relacionada con los cítricos. Es decir, que como era su primera impresión, se quedaron en el recuerdo con esa historia aunque era falsa. En cambio el primer grupo, se quedó con la información de que el fármaco no funcionó porque se había tomado por la noche y rechazó la segunda información.

Hombre pantalla

Solamente, según los investigadores, las personas están más dispuestas a actualizar sus recuerdos si algo malo le ha sucedido a la persona a la que hace referencia la historia, como una muerte o una enfermedad grave, porque sienten que también les puede afectar a ellos. Pero si no, tienen dificultades para hacerlo. Los científicos creen que esta investigación es importante en tanto en cuanto vivimos en una época de bombardeo de fake news constante, con los efectos que puede esto causar en la memoria de las personas a medio y largo plazo.