El coronavirus es una enfermedad novedosa, se tienen pocos conocimientos y justo ahora empieza a investigarse. Así pues, no hay ninguna evidencia cientifica que un muerto pueda transmitir la COVID-19 pero tampoco que se pueda decir el contrario. ElNacional.cat ha entrevistado al médico forense Narcís Bardalet y ha sido rotundo: "Me protegería hasta los dientes". Bardalet explica que no se puede tocar un cadáver "sin extremar todas las precauciones" y por eso, "grande parte se incineran o se entierran rápidamente".

Así pues, las ceremonias se han limitado, las de los muertos por coronavirus se han descartado y las exequias se han dejado de celebrar, en términos generales. Uno de los motivos es para evitar la reunión en espacios cerrados de un colectivo de personas pero también porque se desconoce la carga viral que el cadáver todavía puede tener.

Bardalet argumenta que "en el mundo de la ciencia lo que vale es lo que está demostrado pero tal como se explica a la ley de la Policía sanitaria mortuoria, hay enfermedades que son contagiosas después de la muerte". La COVID-19 podría ser una de ellas.

Para hacerlo más comprensible, Bardalet explica que hay sospechas evidentes que si entras en contacto con un espacio donde ha estado una persona con coronavirus, el riesgo de contagio es más alto. Por ejemplo, si tocas una mesilla de noche donde quien ha dado positivo ha pasado la mano previamente. Además, también se desconoce cuántas horas o días puede seguir el virus en el ambiente. Incluso, después de muerte.