Si eres de las personas a las que les gusta cuidar su peso o si, a pesar haberte propuesto cuidarte durante las fiestas, has acabado comiendo más de la cuenta, quizá te venga bien comenzar poco a poco una sencilla dieta a partir de esta semana.

La comidas copiosas de la Navidad, beber más de lo habitual y dejar de lado el ejercicio, son algunas de las situaciones a las que nos exponemos casi todos cuando llegan las celebraciones en familia y con los amigos. Y el caso es que no solo engordamos dos, tres o cuatro kilos, sino que sometemos al cuerpo a un castigo poco saludable al ingerir dulces en exceso, sobre todo.

Por eso, si quieres aprovechar el resto del mes para recuperar tu figura, para desintoxicarte un poco o, ya que te pones, para comenzar 2020 con uno de los clásicos propósitos de año nuevo, como es el de adelgazar, vamos a ver una serie de consejos sencillos para empezar una dieta sin que cueste mucho.

Sartén

No pretendas hacerlo a la perfección

Afrontar un periodo de un cierto sacrificio o de cambio de hábitos en la mesa no significa que o tengas que llevarlo a rajatabla o si no, lo tengas que dejar. De hecho, quienes afrontan una dieta con esa mentalidad suelen ser de los primeros en abandonarlas.

Es importante ser constante y llevar cierta disciplina, pero si algún día quieres premiarte por alguna razón o te apetece tomar un dulce, no pasa nada siempre y cuando el resto del tiempo seas metódico y estés convencido de que deseas llevar a cabo la dieta que te has propuesto.

Márcate un plan

No vayas nunca a ciegas. Cada día es distinto y, por eso, merece la pena que planifiques con antelación cómo van a ser tus comidas cada uno de los días de la semana. Algo que también deberías hacer cuando vayas a hacer la compra. Que cuando te acerques al supermercado, lleves en un papel o en el móvil qué es lo que vas a necesitar para llevar a cabo la dieta que has decidido seguir.

En cuanto al ejercicio, que es ideal como complemento de la dieta, decide previamente qué vas a hacer cada día de la semana. Sigue siempre el plan que tú mismo te marques.

Sé realista

Dicen que el papel lo aguanta todo y muchas veces es cierto. Cuando decidimos llevar a cabo un plan para cuidarnos, no es extraño que nos marquemos metas superiores a las que soporta después la realidad. Por eso, las comidas tienen que ser equilibradas y que no te supongan pasar hambre. El ejercicio, moderado y que vaya aumentando en intensidad y tiempo con el paso de los días. Nadie te conoce mejor que tú mismo, así que plantéate un esquema asumible para poder alcanzar la meta.

Camarero

No renuncies a los hidratos de golpe

Aceptamos con agrado los hidratos de carbono, en cualquiera de sus versiones. Es más, prescindir de ellos de buenas a primeras no es ni sencillo ni recomendable. Por eso es mejor que te los quites de la dieta diaria progresivamente. Con 25 gramos que le vayas restando cada día, llegarás al objetivo de dejarlos de lado habitualmente mucho más fácilmente.

La importancia de la sal al principio

Cuando se reducen los hidratos de carbono, se produce un efecto diurético que causa un cambio rápido en el equilibrio de los electrolitos. A medida que el cuerpo se adapta a la quema de grasa como combustible, puede hacer que te sientas cansado, irritable o, incluso, mareado.

Para que no te ocurra eso, conviene añadir una cucharadita de sal a las comidas diarias, sobre todo los primeros días. Hazlo siempre que no sufras de problemas de tensión alta. En ese caso, consulta primero con tu médico.