En los últimos años, los estudios sobre el microbioma humano –el conjunto de microorganismos que pueblan nuestro intestino– están multiplicándose debido a las evidencias de la relación que tiene con las enfermedades, el envejecimiento o el estado de ánimo de las personas. Ahora, un nuevo estudio arroja otro nuevo campo para investigar.

Los científicos ya han estudiado la importancia de las muchas especies microbianas que se encuentran en esta parte del cuerpo para identificar momentos clave del desarrollo infantil. Pero no hay demasiados datos. Ahora, esta nueva investigación analiza a niños en edad escolar y prueba la relación entre el comportamiento, el estrés socioeconómico y el microbioma intestinal.

Niño llorando

Los científicos, de la Universidad Estatal de Oregón, han publicado el estudio en la revista mBio. Su objetivo era determinar si existe algún vínculo entre la composición del microbioma de un niño y su riesgo socioeconómico, la alteración de su comportamiento y el de sus padres o cuidadores.

El estudio

 

El equipo analizó a 40 familias con niños de 5 a 7 años de una variedad de grupos socioeconómicos que tuvieron que completar cuestionarios sobre el comportamiento de los niños y la calidad de su relación. También proporcionaron una muestra de heces para el análisis del microbioma intestinal. 

Los expertos descubrieron que los niños con mayor riesgo socioeconómico tenían un perfil microbiano diferente que aquellos que tenían menor riesgo socioeconómico. Cuando los investigadores observaron la desregulación conductual, vieron resultados similares. Los niños con un comportamiento alterado –incapacidad para controlar los impulsos, tendencia a la depresión, etcétera– también tenían un distinto perfil de microbioma intestinal.

Al profundizar, los investigadores identificaron varias especies bacterianas. En concreto, comprobaron que la ausencia de la bacteria Bacteroides fragilis estaba fuertemente relacionada con el riesgo socioeconómico y la alteración conductual: ansiedad, reactividad emocional e impulsividad. Por este motivo, plantearon la hipótesis de que las propiedades antiinflamatorias de esta bacteria pueden afectar la inflamación intestinal en los niños, lo que a su vez influye en el comportamiento.

Niño riendo

Estos resultados son notables porque los estudios en ratones han encontrado que la Bacteroides fragilis modula el sistema inmune y protege contra la inflamación inducida por patógenos. Los expertos también comprobaron la interacción de otras bacterias, como una asociación entre la bacteria E. rectale y el mal control de impulsos. Por lo tanto, han concluido que la inflamación en el intestino puede ser central para determinar si un niño muestra o no signos de desregulación conductual.

Todavía es un estudio en ciernes, que tiene que dar pie a profundizar en nuevas investigaciones que analicen con más detalle estos hechos, pero sin duda arroja mucha luz acerca del papel de la flora intestinal en nuestro salud, tanto física como mental. Eso sí, los científicos también descubrieron al analizar el papel de los padres y cuidadores, que estos tienen un papel compensatorio muy importante en la condición que se observa en el perfil microbiano