En plena pandemia del coronavirus, todos los países que forman parte de la carrera para la vacuna anti-Covid quieren estar al frente. Después del anuncio de esta semana donde la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU. (FDA) ha dejado claro que querrá datos de seguimiento durante dos meses después de que los voluntarios reciban la segunda dosis de vacuna para los ensayos clínicos, China ha dado un paso adelante.

De esta manera, el presidente de los EE.UU., Donald Trump, que quiso prometer y presionar para conseguir una vacuna antes de las elecciones –3 de noviembre– o el director ejecutivo de Pfizer, que insinuó que a finales de octubre ya la tendría lista, tendrán que esperar.

Presión para China

Moderna, uno de los fabricantes que va por delante en la fabricación para la vacuna, ha dicho este mes de octubre que no podrá utilizar una autorización de uso de emergencia hasta, como mínimo, el 25 de noviembre. Otro de los proyectos, AstraZeneca, ha suspendido las pruebas con la vacuna después de que uno de los voluntarios desarrollara una enfermedad grave el mes de septiembre pasado. Y el cambio que ha pedido la FDA, con la voluntad de ganar seguridad, podrían haber favorecido la posición de China, donde la voluntad política tiene un peso muy importante. Para encontrar una muestra, solo hay que retroceder unos meses atrás, cuando se popularizó el concepto de la diplomacia de las mascarillas.

"La diplomacia de las mascarillas es un intento, a través de un regalo, de cambiar el relato y la imagen del país de donde había salido el virus", explicaba el profesor en historia y cultura de la China moderna y contemporánea de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) Manel Ollé hace unos meses en conversación con ElNacional.cat. "Se busca ganar popularidad y una imagen positiva", remarcaba poniendo énfasis en la intención del país.

Cuatro vacunas en fase 3

El presidente chino, Xi Jinping, ha instado de manera repetida a los científicos del país para que aceleren la investigación y el desarrollo de la vacuna. 

Este mes de octubre, según subraya la cadena norteamericana CNN, cuatro de las 10 vacunas candidatas han entrado en fase 3 en todo el mundo, el paso más importante antes de buscar la aprobación, han sido desarrolladas por empresas chinas.

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A un hombre le hacen un test|tiesto Covid en un aeropuerto de Rusia / Efe

Dos son de la China National Biotec Group (CNBG), una del gigante farmacéutico estatal China National Pharmaceutical Group (Sinopharm), otro desarrollado por Sinovac Biotech y el resto han sido desarrolladas por el Instituto de Biotecnología de Pekín, vinculado al ejército chino y la compañía de vacunas CanSino Biologics.

Una vacuna en tiempo récord

La mayoría de expertos coinciden en el hecho de que para elaborar una vacuna para el coronavirus en condiciones hacen falta, de media, unos 10 o 15 años. Pero el coronavirus ha infectado a más de 37 millones de personas y ha dejado más de 1,07 millones de muertos. Así pues, hay prisa para encontrar una 'solución' rápida. En este sentido, hay que recordar, sin embargo, que se tienen que pasar diferentes fases para que una vacuna sea segura. Las dos vacunas más avanzadas, fabricadas por Moderna y Pfizer, requieren dos dosis cada una. Moderna administra las dosis con 28 días de diferencia, mientras que Pfizer lo hace con 21.

Hoy por hoy, se calcula que podría haber hasta 170 proyectos de vacuna para el coronavirus. Los expertos, sin embargo, coinciden en que las vacunas necesitan, normalmente, unos dos años y tiempo para producirlas con ciertas garantías. Ahora bien, algunos creen que ya se podrá hablar de una vacuna 'segura' en un plazo de 12 o 18 meses. 

A pesar de las esperanzas, tener una vacuna no será garantía de un retorno inmediato a la 'vida normal'. Las estimaciones sugieren que entre el 60% y el 70% de la población tendría que ser inmune para que pueda haber inmunidad colectiva y por lo tanto, poder interrumpir la propagación del virus.

 

Imagen principal: Un trabajador de la salud prepara la vacuna Covid-19 de Sinovac Biotech durante los ensayos de la tercera fase al Hospital Acibadem de Estambul, Turquía / Efe