Dicen los expertos que es más fácil crear un buen hábito que romper uno malo. Cuando una persona repite una acción de forma regular, termina convirtiéndose en algo automático. Su cerebro crea una serie de conexiones de tal forma que ya no tiene ni que pensar mientras la está desempeñando. Este recurso de nuestra naturaleza que tanto ha hecho por nuestra supervivencia, también nos provoca perjuicios: nos resulta a veces muy complicado cambiar malos hábitos que pueden dañar nuestra salud y que tenemos muy arraigados.

Las neuronas

La ciencia ha estudiado por qué se produce esta circunstancia. Un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) publicó el pasado año un estudio en el que se analizó cómo estas rutinas (por ejemplo, lavarnos los dientes) están compuestas por pequeños movimientos (levantar el brazo, realizar el cepillado….) en los que intervienen ciertas neuronas del cerebro. Estas son las responsables de marcar el comienzo y el final y están ubicadas en una región del cerebro involucrada en la formación de hábitos.

Según la investigación, las neuronas se activan al comienzo de una rutina aprendida, no tienen actividad mientras se lleva a cabo, y luego vuelven a ponerse en marcha una vez que la rutina ha terminado. Se forma por lo tanto un patrón de comportamiento que tiene su reflejo en las propias conexiones neuronales y que es extremadamente difícil de variar. Por eso, es muy complicado romper el hábito.

Cómo cambiar

Sin embargo, esto no quiere decir que sea imposible, sobre todo en lo que tiene que ver con los hábitos nocivos. Según explica la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, para cambiar, lo primero que hay que tener es consciencia de que realmente lo que estamos haciendo es un mal hábito que nos perjudica. No porque lo digan los demás, sino porque la persona lo percibe así y lo siente como propio.

Antes de comenzar, esta institución aconseja plantearse dos cuestiones: en primer lugar, el grado de preparación para el cambio de ese hábito en concreto, calificado de 1 a 10. Y en segundo lugar, el nivel de confianza para llevarlo a cabo, también puntuado de 1 a 10. Para tener un mayor porcentaje de éxito, cada una de las puntuaciones tiene que superar el 6.

A continuación hay que identificar lo que ellos denominan las tres R: el recordatorio (la situación, sentimiento o emoción que provoca que se inicie ese hábito); la rutina (el comportamiento en sí) y la recompensa (el beneficio que se otorga a a esa conducta). Y ponen un ejemplo muy simple de un mal hábito, como es el de comer comida basura por la noche mientras se ve la televisión. El recordatorio sería encender la televisión. La rutina, ir a la cocina a por los alimentos y, la recompensa, comer mientras se está sentado. En este caso, el objetivo es dejar de comer comida basura, pero el verdadero problema es el hábito que se ha generado.

Una vez se ha producido la identificación, es aconsejable hacerse una serie de preguntas encaminadas a entender por qué se produce ese comportamiento y qué están relacionadas con los sentimientos que nos surgen cuando lo llevamos a cabo: hambre, aburrimiento, soledad, ansiedad, satisfacción… Y después, hay que encontrar los desencadenantes de la acción: el lugar donde se produce, el estado emocional, la presencia de otras personas, la acción anterior que se suele llevar a cabo… De esta forma, se identifican las claves, uno de los pasos más importantes a la hora de cambiar un hábito.

Llegados a este punto, lo que se debe hacer es comenzar a experimentar comportamientos que redunden en abandonar el hábito nocivo. Evitar cierto tipo de situaciones, no estar con una determinada persona a esa hora del día, no poner en marcha los detonantes (por ejemplo, no encender la televisión) y buscar otro tipo de actividad. Y lo que es más importante, comenzar a buscar otro tipo de recompensas para las acciones que sean buenas para la salud. Por ejemplo, dar un paseo, realizar un ejercicio de relajación o comer comida saludable. Los objetivos no se logran de un día para otro, pero es posible conseguirlos.