Las personas suelen dividirse en dos tipos: búhos o alondras. O aquellos a los que les gusta acostarse tarde frente a los que se levantan temprano. Los segundos son los que se llevan el premio al mejor hábito, pues está demostrado que este patrón es mucho más respetuoso con los ciclos circadianos del organismo y tiene más beneficios para la salud.

Pero no siempre es fácil cambiar. En este sentido, es interesante un estudio que ha sido publicado en la revista Sleep Medicine y en el que han participado, entre otras instituciones, la Universidad de Birmingham, la de Surrey y la de Monash en Australia. Según este trabajo, una simple modificación de los patrones de sueño de los búhos nocturnos puede mejorar el rendimiento en las mañanas y reducir la depresión y el estrés. Para llevar a cabo la investigación, se logró cambiar el ritmo circadiano de los participantes, todos ellos habituados a dormirse muy tarde, en tan sólo tres semanas.

Cómo se hizo el estudio

Los voluntarios que formaron parte de la investigación se acostaban sobre las 2:30 de la madrugada y no se despertaban hasta después de las 10:00 de la mañana. Los expertos les dieron una serie de instrucciones que consistían en levantarse 2 o 3 horas antes de lo habitual y exponerse a la luz del sol, al aire libre, por la mañana. Además, tenían que desayunar lo antes posible, hacer ejercicio sólo por la mañana y almorzar a la misma hora todos los días, en un horario temprano. La cena debía ser antes de las siete y a partir de esa hora, no podían ingerir ningún alimento. También tenían que dejar de tomar cafeína más allá de las tres de la tarde, no dormir siestas después de las cuatro, acostarse dos o tres horas antes de lo habitual y limitar la luz por la noche.

Después de tres semanas, las personas lograron modificar sus hábitos de sueño y se acostaron dos horas antes al día. Se produjo además un aumento en el rendimiento cognitivo –concretamente en el tiempo de reacción– y físico –en fuerza de agarre– durante la mañana. También aumentó la cantidad de días en que se desayunó de forma equilibrada y se produjo una mejora del bienestar mental y una disminución en los sentimientos de estrés y depresión. 

Según los científicos, su objetivo ahora es entender cómo se relacionan los patrones de sueño habituales con el cerebro, cómo se vincula con el bienestar mental y si las intervenciones que se han hecho con los participantes y que han tenido éxito en tres semanas conducen a cambios a largo plazo. Aún así, se muestran muy esperanzados por los resultados, porque se demuestra que establecer rutinas simples pueden ser muy eficaz para ajustar el reloj corporal y mejorar la salud física y mental en general.

Adoptar patrones de sueño demasiado nocturnos puede provocar graves perjuicios para el organismo. El desajuste en los ciclos circadianos está asociado a una mayor prevalencia de enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes.