Las enfermedades cardiovasculares causan cerca del 40% de las muertes que se producen anualmente en Europa. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), mueren en el mundo cada año 17,9 millones de personas por esta razón, fundamentalmente debido a ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.

Las enfermedades cardiovasculares causan cerca del 40% de las muertes que se producen anualmente en Europa

Suponen, por tanto, uno de los principales desafíos a los que se enfrenta la comunidad científica a nivel internacional. La Escuela de Salud Pública de Harvard acaba de divulgar un estudio en el que identifican tres acciones que consideran claves para prevenir un número significativo de dichas muertes prematuras en el mundo. En concreto, según ha hecho pública esta institución, si se pusieran en marcha de forma masiva, podrían alargar la vida de más de 94 millones de personas durante 25 años, desde 2015 hasta 2040.

Tensión, sodio y grasas trans

Los resultados están publicados en la revista Circulation. Los investigadores se han basado en datos sobre los niveles medios de presión arterial y el consumo de sal y grasas trans en poblaciones de diferentes países, desde 2015 y con proyecciones hasta 2040. Según concluyen, tres acciones fáciles de llevar a cabo como son reducir la presión arterial, disminuir el consumo de sodio y eliminar las grasas trans de la dieta, previenen millones de muertes prematuras derivadas de problemas cardiovasculares.

En concreto, los expertos de Harvard subrayan que aumentar el alcance de los tratamientos para la hipertensión arterial al 70% de la población mundial podría salvar a, aproximadamente, unos 39,4 millones de personas. También estiman que reducir el consumo de sal en un 30% podría prevenir 40 millones de muertes de promedio. Y minimizar la ingesta de grasas trans –presentes en productos de comida rápida como galletas, bollería industrial, alimentos precocinados, snacks y los fritos como patatas fritas, maíz, y otros aperitivos, junto con los helados, cremas y batidos– podría prolongar la vida de 14.8 millones de personas.

“Si hubiera un compromiso global para implementar estas intervenciones, las regiones que verían más beneficios serían Asia oriental, el Pacífico, Asia meridional y algunos países del África subsahariana”, explican.

Poner en marcha un programa a nivel mundial cuyo objetivo fuera que estas tres acciones se llevaran a cabo de forma rigurosa, tendría un enorme potencial. Los científicos son también conscientes de que es complicado y supone un gran desafío, pero creen que es necesario llevarlo a cabo por el importante impacto que tendría al salvar la vida de millones de personas. Se tendrían que dedicar muchos recursos adicionales para proporcionar medicamentos antihipertensivos, promover la educación sobre los riesgos asociados con el consumo excesivo de sal y actualizar e impulsar nuevas y mejores políticas de salud.