Un desafío. Con la propuesta de Pedro Sánchez de celebrar una consulta entre las bases socialistas sobre los pactos de gobierno, su líder no solamente salió ayer reforzado del Comité Federal. También desafió a aquellos barones y exdirigentes que ponían líneas rojas a su voluntad de pactar con Podemos. La jugada es de doble filo: por un lado, podría afianzar su liderazgo y credibilidad; por otro, podría ser ineficaz para evitar la convocatoria de nuevas elecciones y la pérdida de la presidencia.

1. Silenciar la vieja guardia

Sánchez dejó claro ayer que no permitiría, ni por activa ni por pasiva, la investidura de Mariano Rajoy –considerando que esta acción sería un "indulto" a los casos de corrupción populares–. Así, se ligó al cumplimiento de los puntos acordados en el anterior Comité Federal, mostrando su compromiso hacia las promesas del partido. Con ello, calló las voces de exdirigentes del partido como Felipe González, quien esta semana afirmó que ni PP, ni PSOE, tendrían que dificultar la investidura del otro.

2. Marcar liderazgo

La reacción oficial de la mayoría de barones ha sido la sorpresa. Parece que el secretario general se había reservado esta carta para el Comité Federal, sin haberla expuesto en su ronda de consultas –en un gesto de marcar liderazgo–. Ahora bien, el responsable del PSOE en Aragón, Javier Lambán, ha reconocido que Sánchez le habría comentado la posibilidad, pero sin hacerle explícito que la presentaría. Por su parte, Ximo Puig, líder del PSPV, ha aclarado no sentirse desafiado, y la lideresa del PSOE Andaluz, Susana Díaz, compareció para defender –oficialmente– el mecanismo.

3. Cimentar Podemos

Díaz, encarna la oposición de una parte del partido hacia la pretensión de Sánchez de pactar con Podemos. Pero después de la reunión de ayer, Sánchez consiguió también desafiar a Díaz, –y a otras figuras como el exportavoz socialista Pepe Blanco y a Lambán– y cimentar a los morados como socios necesarios.

La mayoría de barones no quiere pactar con partidos independentistas –como también se desprende de la ressolució del Comité del 28 de diciembre–. Así, el único acuerdo aritmético factible pasaría por un pacto entre IU y Podemos con abstención de C's. Así, el único acuerdo aritmético factible pasa por un pacto entre IU y Podemos con abstención de C's. De refrendarlo las bases, gozaría de plena legitimidad, y el Comité Federal sería consciente del desprestigio político que conllevaría no ratificarlo, –aunque la consulta no es vinculante–.

4. Pedagogía y límites

La presidenta andaluza insistió ayer en el texto del pacto. Díaz subrayó la normalidad del hecho, siempre que las cláusulas puedan ser conocidas por la militancia, antes de ser votadas. Por ello, se remitió a su acuerdo con C's, con los que gobierna Andalucía, y al pacto entre los socialdemócratas alemanes y el partido de Angela Merkel –de "doscientos" y pico hojas–. Para el PSOE, el documento sería clave para maniatar a Iglesias y establecer unos límites a respetar –como podría ser la supresión de la propuesta de referéndum–.

5. El miedo al 'no'

¿Pero, y si las bases negaran el acuerdo? En la práctica, este escenario sería poco probable. Con la elevada cantidad de líneas rojas presentes –'no' a PP, y 'no' a independentistas catalanes, o a un Pablo que defienda un referéndum– el acuerdo del PSOE quedaría agachado en IU-PSOE y C's. Se parte de la premisa que la mayoría de los 190.000 militantes quieren que gobierne su líder, por lo que aceptarían la propuesta del difícil pacto del secretario general.

A su vez, Díaz –quien hace tiempo pretende la secretaría genera– tampoco temería a la negativa de la militancia. Pedro caería en desprestigio, se convocarían primarias y elecciones, donde ella podría presentarse. La pregunta es si los varones apoyarían Sánchez; o tratarían de influir o en una campaña por el 'no'. Se desconoce si ello se permitiría.

6. ¿Regeneración democrática?

Sánchez ha querido resaltar que se dirigiría a las mismas bases que lo escogieron con el fin de ratificar el pacto. Con esta actuación, combina la lógica entre "democracia directa y representativa", en palabras de Ximo Puig. Díaz parece ser partidaria de esta herramienta, en tanto que permite testar si alguien se comporta como "buen socialista", y garantiza "legitimidad". Aun así, el Comité Federal podría imponer su palabra, si el pacto no fuera afín a algunos barones, y generase controversia.

7. Nuevas elecciones

El conjunto de supuestos anteriores encontrarían un tapón en el partido de Albert Rivera. Los naranjas han negado que estén dispuestos a abstenerse para facilitar un gobierno de los podemistas. Por lo tanto, Sánchez no alcanzaría el apoyo necesario, más difícil, con el escaso madre de tiempo que queda para formar gobierno, según la legislación española.

Con la falta de apoyo en la investidura, se sobrevendrían elecciones. Ahora bien, El Nacional cuestionó hace unas semanas la gravedad en la pérdida de votos socialistas, como defienden ciertas encuestas. Curiosamente, la imagen de un Sánchez luchando por la formación de gobierno, y la desaparición de las luchas fratricidas al PSOE, al menos públicamente, eran lo que el politólogo Pablo Simón creía que detendrían la caída.

Así, parece que el desafío de Sánchez podría encontrar las de ganar en el terreno de la credibilidad, pero con una incógnita sobre la posibilidad de ser nuevamente escogido, después de haber hecho un esfuerzo de liderazgo y credibilidad como el de ayer, en Ferraz.

(FOTO: Pedro Sánchez y Micaela Navarro, presidenta del PSOE, en el comité federal del partido / EFE)