Este 28 de mayo, millones de catalanes están llamados a escoger a su alcalde en las urnas. Entre estos, hay miles de jóvenes de entre 18 y 22 años que votarán por primera vez en unas elecciones municipales. Ellos forman parte de la llamada Generación Z y a la que algunos también han querido bautizar de manera despectiva como Generación de Cristal: frágiles, que no aceptan a las críticas, llorica, irrespetuosos, sobreprotegidos... Aunque en los nacidos a finales de los años 90 también se les considera miembros de esta generación, serán los jóvenes de entre 2001 y el 2005 los que se estrenarán el 28 de mayo para escoger a su alcalde.

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Muchos de ellos tienen ganas de ir a votar y poder participar en unas elecciones, aunque siempre habrá una parte de esta generación que se decidirá por el abstencionismo, sea como decisión política o por desinterés. Gerard, estudiando de Bioquímica a la UAB y de Sabadell nacido en el 2002 forma parte del primer grupo: "Creo que es importante votar. Es un derecho que tenemos y que tenemos que ejercer", recuerda, una visión que comparte el Quimo, que con 19 años estudia ingeniería industrial. Él es de La Pobla de Claramunt, un municipio de poco más de 2.000 habitantes, y por eso considera que su voto todavía es más importante: "Al final, cada voto es importante, pero en un municipio de estas dimensiones mi voto puede influir mucho en el resultado final, más que otros sitios". En el caso de la Marina, estudiando de odontología y nacida en Palafrugell, no solo asegura que irá a votar con ilusión porque es la primera vez que puede, sino también que anima a sus amigos a hacerlo, especialmente a aquellos que muestran dudas o no están convencidos de su participación.

Hablar de política: mucho más con la familia que no con los amigos

Estas ganas, o como mínimo, intención de votar no quiere decir que la política esté presente en el día a día de los jóvenes de la Generación Z. En algunos casos sí que son personas interesadas por la actualidad, pero en otros se trata solo de un ruido de fondo que ven mucho lejos de su realidad. Por eso, la política no suele ser un tema de conversación frecuente entre los amigos de aquellas personas que no están politizadas. Por ejemplo, Pol, de Sant Cugat y estudiante de un grado superior de deportes, reconoce que con sus amistades no habla casi nunca: "Charlamos de cosas que nos preocupan o nos afectan. Sé que la política nos afecta mucho pero no lo vemos como una cosa cercana", explica. Quim coincide con este análisis y Marina lamenta que las pocas veces que han debatido cosas de política con su grupo de amigos se han acabado discutiendo.

En cambio, entre aquellas personas más politizadas o que forman parte de algún espacio de ocio, el tema sale mucho más a menudo en su día a día. Es el caso de Enric, de Dosrius, que es monitor de recreo y con sus compañeros hablan habitualmente de política: "Creo que es muy positivo, porque contrastas opiniones y te enriqueces", resume. Irene, que forma parte de las juventudes de un partido en Santa Coloma de Gramenet y estudia Ciencias Políticas, lo corrobora: "Mis amigos fuera de los espacios políticos tienen curiosidad y me preguntan por como es una campaña y otras cosas de política municipal".

En cambio, aquellas personas que no hablan a menudo con sus amistades de problemas o dudas relacionadas con política sí que lo hacen con su familia. Este es un tema de conversación que suele aparecer en las comidas familiares, como tema de conversación. "Con la familia sí que hablamos más de este tema porque acostumbramos a ver los telediarios juntos y entonces comentamos lo que explican", apunta el Polo.

¿El alcalde, una figura popular y que arregla los problemas?

Para mucha gente, los alcaldes son vistos como a aquellas personas que arreglan los problemas de los municipios, aunque estos nuevos votantes no comparten exactamente la misma opinión. Aunque todos los jóvenes a quienes hemos preguntado saben identificar a quién es el alcalde de su pueblo, no todos sabrían decir cuáles son los candidatos que se presentan en estas elecciones municipales, aunque eso podría cambiar durante la campaña electoral.

De nuevo, hay grandes diferencias entre los jóvenes que están inmersos en movimientos o asociaciones y aquellos que lo ven más bien desde la distancia. Por ejemplo, en el caso de Gerard de Sabadell asegura que sabría identificar a su alcaldesa, Marta Farrés, ya que la considera una mujer tanto próxima como mediática y que se deja ver a los acontecimientos de la ciudad: "A otros candidatos que se presentan también los reconocería, pero no a todos, no te engañaré". Enric también ha hablado con la alcaldesa de Dosrius y Irene con Núria Parlon, de Santa Coloma, ya que por su tarea han coincidido en varias ocasiones y se saludan por la calle: "No estoy de acuerdo con sus ideas, pero la considero una persona próxima, creo que es una de sus mejores cualidades".

Ahora bien, aunque los alcaldes sean personas conocidas y populares en los municipios, los jóvenes que tendrán que depositar la confianza en alguno de candidato, no contemplan ni siquiera la posibilidad de irles a hacer alguna reclamación cuando detectan alguna cosa que se podría mejorar o que directamente no funciona de su pueblo: "No me pasaría por la cabeza, estoy seguro de que no cambia nada", sentencia en Pol, que asegura que algunos de sus vecinos han avisado al ayuntamiento por problemas de su calle y, pasados los años, estos siguen sin resolver. Marta, de Esparreguera, apunta en la misma dirección: "A no ser que tuviera un problema muy grande, no se me ocurriría ir al Ayuntamiento".

Jóvenes con mucho a decir, pero a quien nadie escucha

Desde los diversos partidos políticos se pone mucho el foco en los votantes más jóvenes, haciendo políticas dirigidas a esta franja de edad, como la ampliación de la T-Jove o el bono cultural del Gobierno de Pedro Sánchez. Con todo, la Generación Z sigue sintiéndose invisibilizada e incluso ignorada por sus alcaldes, que denuncian, no escucha sus peticiones ni los problemas que tiene la juventud. Gerard, que se muestra especialmente preocupado por las infraestructuras y la sostenibilidad, lamenta que no haya ningún espacio donde los jóvenes puedan expresar su opinión, o alguien que directamente les pregunte por qué cosas los angustian: "Quizás existe, pero a mí no me ha llegado y, por lo tanto, no me sirve", reflexiona. Enric se fija en los problemas de movilidad de su municipio y le gustaría que su generación fuera más tenida en cuenta a la hora de tomar decisiones. "Se nos tendría que escuchar más a los plenos, por ejemplo con entidades que engloben a la gente joven, como organismos escolares, de recreo... Si fuera así, sus políticas tendrían más legitimidad".

Pol también lo tiene claro: las quejas de los jóvenes de sus municipios a menudo se ignoran, como las que los miembros del Casal de Jóvenes envían a las autoridades y que no se llegan a resolver nunca. Esto resulta muy desmotivador y hace pensar que sus demandas son irrelevantes. La principal preocupación de cara a estas municipales es el aumento del precio de la vivienda, que expulsa a los vecinos de la ciudad, pero tiene pocas esperanzas que ningún candidato haga nada para poner remedio. Irene de Santa Coloma tiene la misma preocupación por el aumento de precios del alquiler, pero también cree que a la juventud a veces no solo se le menosprecia, sino que se le criminaliza. Por esto, reclama un Consejo Local de juventud, donde las personas de su edad tengan voz y después se puedan trasladar sus conclusiones a los ayuntamientos. De esta manera, asegura, los jóvenes tendrían más voz a las instituciones y se sentirían más interpelados.