Como es normal, ayer fue un día de muchas emociones para Pere Aragonès. Y es que uno no se convierte en president de la Generalitat cada día. Ahora bien, una de las mayores sorpresas no se la encontró en el Parlament, sino al volver a Pineda de Mar -dónde ha crecido y vive- de la mano de su hija Clàudia.

Con sólo dos años, Clàudia recibió a su padre, que iba acompañado de su mujer, con una alegría y una felicidad que ya se ha hecho viral en las redes sociales. Tres meses de duras negociaciones ya parecen haber valido la pena.

Aragonès, presidente

Aragonès había podido ser investido antes, por la mañana, gracias a los votos de ERC, Junts y la CUP. Lo consiguió en el tercer intento, cosa que no había pasado nunca en la historia de la democracia catalana. Ahora bien, también es cierto que desde Pasqual Maragall no se materializaba una investidura con 74 votos a favor.

La postura de Aragonès en este tercer asalto estuvo bañada ya de un aura diferente a los dos primeros intentos. Esta vez sabía que saldría president y esto lo armó con mucha más seguridad. Durante su discurso inicial, el jueves por la tarde, quiso ponerse a ello, sin esconder que tenía prisa para tomar el timón. Quiere, dice, gobernar para todos los catalanes, también los que no quieren la independencia, para ofrecerlos más que una vida digna.

Hay toda una batería de atributos que los que más lo conocen utilizan para definir a Pere Aragonès. Ordenado, metódico, meticuloso, paciente, templado. Todos son sinónimos. Su llegada a la máxima posición de poder implica todo un cambio de rasante, por su determinación a bascular el país hacia la izquierda y sosegar el camino hacia la independencia avanzando por el camino del pragmatismo. En una mano, la estelada, en la otra, el puño alzado de una revolución de orden.

Licenciado en Derecho por la UOC y máster en Historia Económica por la UB, "nunca pierde la compostura ni en público, ni en privado", explican los suyos. Incluso en el momento que coronaba la cúspide de su carrera, cuando con tan sólo 38 años se convertía en el 132º president de la Generalitat, aguantó el tipo.

El primer gran reto que tendrá su ejecutivo es hacer uno resed para diferenciarse del anterior y romper definitivamente con la dinámica de hacer público día sí, día también, las disputas internas.