Los expertos en la materia destacan de aquellos nacidos en el signo de Escorpión su capacidad de proyectar calma absoluta independientemente de cómo se sientan por dentro. La descripción le va como anillo al dedo al nuevo president electo de la Generalitat de Catalunya. Hay toda batería de atributos que quienes más lo conocen utilizan para definir a Pere Aragonès (Pineda de Mar, 1982). Ordenado, metódico, meticuloso, paciente, templado. Todos son sinónimos. Su llegada a la máxima posición de poder implica todo un cambio de rasante, por su determinación de bascular el país hacia la izquierda y sosegar el camino hacia la independencia avanzando por el camino del pragmatismo. En una mano, la estelada, con la otra, el puño alzado de una revolución en orden.

Licenciado en Derecho por la UOC y máster en Historia Económica por la UB, "nunca pierde la compostura ni en público, ni en privado", explican los suyos. Incluso en el momento que coronaba la cúspide de su carrera, cuando con tan sólo 38 años se convertía en el 132.º president de la Generalitat, aguantó el tipo. En algún momento del primer discurso después de ser investido rezumaba la emoción, pero siempre contenida. Todo lo contrario que Oriol Junqueras, que es la máxima expresión del sentimiento hecho política y que quiso vivir desde primera fila la llegada de ERC a la torre de control de la Generalitat. Aragonès es plenamente consciente de que sin la cruda represión contra los líderes del 1-O no habría llegado hasta aquí. Cuando menos, tan temprano. Él es el primer president de la generación milenial.

En una reunión en Estremera poco después de su encarcelamiento, Junqueras le hizo ver que su momento se acercaba. El asedio se estrechaba sobre los que más se habían expuesto durante octubre de 2017, entre ellos, Marta Rovira, que también estaba en aquel encuentro. "Si a ella le pasa algo, te toca a ti". Así lo narra la periodista Magda Gregori en su biografía Aragonès, el independentismo pragmático (Pòrtic). Y así ha sido. Años atrás, cuando llegó a la vicepresidencia y la conselleria de Economía, Junqueras lo escogió como mano derecha para exprimir su perfil de buen gestor.

Linaje de políticos

A diferencia de sus predecesores, Carles Puigdemont y Quim Torra, que nunca se plantearon que ocuparían el cargo de president hasta pocos días antes de recibir la llamada, Aragonès hacía tiempo que se preparaba. De hecho, seguramente desde que nació. Es hijo de un linaje de políticos. Y empezó a militar en las juventudes de ERC con solo 16 años. Con 24 ya era diputado en el Parlament.

Padre y madre de Pere Aragonès Padres - Sergi Alcazar
Los padres de Aragonès en la puerta del Parlamento. / S. Alcàzar

Su padre, también Pere Aragonès, fue concejal independiente por Convergència en su pueblo, en Pineda, donde su abuelo ejerció como el último alcalde franquista. La generación anterior, la de los bisabuelos, también militaba. Uno en el PSUC y el otro en ERC. Su mujer y madre de su hija, Janina Juli, militó durante años en la JNC e incluso dio el paso al PDeCAT. Hace un año abandonó el partido, avistando que podía llegar el día que tuviera que convertirse en la primera dama.

El convergente

Los lazos familiares, pero también su ademán y su manera de hacer y pensar -es mucho más de Keynes que de Marx- le han valido el sobrenombre de convergente. Un calificativo que algunos utilizan en broma dentro de sus propias filas. Hay, incluso, que han dudado de su capacidad de liderazgo por considerarlo demasiado descafeinado. En cambio, su entorno más próximo convierte en virtud el hecho de que sea extremadamente reservado. "No es explosivo, no hace espectáculos, no le gusta ser el centro de atención". Y aunque el carisma innato es siempre un punto a favor, que un político prefiera huir de las estridencias seguro de que suma.

Él ha tenido que poner la cara al giro pragmático de su partido en el camino hacia la independencia. Y no le ha temblado la voz para defenderlo. Su canción de cabecera es un canto al feminismo de Maria Mercè Marçal, la Cançó del fer camí. La primera estrofa sirve de metáfora del independentismo inclusivo que abandera Aragonès. ¿"Quieres venir a mi barca? ¡Hay violetas, a desdecir! Iremos lejos sin pesar de aquello que habremos dejado aquí".

La estela de Junqueras

Una de las grandes obsesiones durante la negociación con Junts per Catalunya ha sido que quedara claro que como president no será el títere de nadie, que no tendrá tutelas. Lo decía pensando en Puigdmeont. Ahora tendrá que demostrar, también, que tampoco lo dirige su mentor desde Lledoners. En una entrevista con ElNacional.cat durante la campaña del 14-F, Aragonès fue tajante, preguntado por esta cuestión. "Yo formo parte del equipo de Oriol Junqueras, somos parte del mismo equipo desde hace muchos años. En cada decisión importante que he tomado le he pedido consejo, pero las he acabado tomando yo. Y cuando sea president de la Generalitat, haré lo mismo. Tomaré las decisiones yo, porque me corresponden a mí, escuchando a todo el mundo, evidentemente a Junqueras y Rovira, pero el president de la Generalitat seré yo". Ha llegado la hora.

Pere Aragonés y Oriol Junqueras Sergi Alcàzar
Junqueras y Aragonès se abrazan después de la investidura. / S. Alcàzar

Cuando la agenda se lo permite, se sumerge en la lectura. Pero si hay una afición que le ayuda a relajarse es ponerse a los fogones para cocinar un buen arroz. Quizás ser una buena idea para las jornadas de hermandad que se han conjurado a hacer dos veces al año con los socios de gobierno. A los catalanes siempre se nos persuade mejor con la barriga llena.

En la imagen principal, Aragonès sale del Parlament tras ser investido. / S. Alcàzar