Quién lo iba a decir. Hoy, los barceloneses que votaron a Valls, Collboni o Bou comprueban en las portadas de La Vanguardia y El Periódico que han votado a Colau. Y gratis. Mejor dicho, los socialistas se lo quieren cobrar en poder —y también un cierto entorno de los comuns, porque Barcelona és bona. Esta mona se puede vestir como se quiera —como explican en esta casa José Antich y Jordi Barbeta— pero mona se queda. Prometieron una cosa para ganarse los sufragios de la gente y hacen la contraria cuando los tienen.

El País presenta el asunto con más gracia: es un choque entre Valls y Ciudadanos, el partido que le ampara, como queriendo decir que, pobre, sigue la vía estrecha y pedregosa que lleva a la virtud al precio de romper incluso con quienes lo han promovido. En fin. Más bien parece una operación de control de daños. Tinta de calamar sobre el hecho de que regalan sus votos. Al menos La Razón pone el dedo en la llaga y se hace eco de lo que ya había adelantado esta casa: en Catalunya, los de Albert Rivera e Inés Arrimadas se han dejado 980.000 votos en la gatera en un año y medio (donde dice "banzados" seguramente quería decir "bandazos". Los nervios, ya se sabe).

Editoriales y columnistas se ponen de perfil ante este juego de tronos. Las elecciones municipales —insistían esos partidos y esos diarios detrás de ellos— iban de Barcelona, no "del monotema". Ahora se ve que no, que la alcaldía se decidirá en función del "monotema" y que así está muy bien. Algunos malpensados lo llamarán fraude. Otros dirán que Barcelona bien vale una misa, parafraseando a Enrique de Borbón, el pretendiente protestante al reino de Francia —mira por dónde—, que decidió convertirse al catolicismo para poder reinar. Después dirán de la crisis de la política —y de la prensa.

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AHORA

Las portadas de los diarios de Madrid se mantienen en modo "periodismo de estado" y no dicen nada de que pueda perjudicar la imagen de democracia plena y consolidada, etcétera, de España. Callan el informe del grupo de trabajo contra las detenciones arbitrarias de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU. "No existieron bases para la detención preventiva y el juicio" de Jordi Sànchez, Jordi Cuixart y Oriol Junqueras, dice ese informe, que pide el Estado español que libere a los presos políticos, pues las "acusaciones penales en su contra tienen por objeto coaccionarlos por sus opiniones políticas sobre la independencia de Catalunya e inhibirlos de continuar con esa pretensión en el ámbito político". De lo que no me gusta que nadie coma.

También pasan de puntillas por la prohibición de entrar en el Parlamento Europeo a Carles Puigdemont y Toni Comin, hecha por el presidente y el secretario de la cámara. A la vista de cómo ha ido la cosa, parece que tienen cola de paja, pues debían explicar que algunos eurodiputados españoles en la misma situación que Puigdemont y Comin sí han sido autorizados. Debían explicar que, así, o los 54 parlamentarios electos en España podían obtener acreditación, o ninguno. Debían explicar que se ha discriminado sólo a los independentistas catalanes. No encajaría con el relato.

Mala leche de El Mundo

En cambio, todos los diarios del 155 abren portada con la decisión de la fiscalía y de la abogacía del Estado de mantener las màximas penas para los líderes independentistas juzgados en el Supremo. El Mundo lo hace con especial mala leche y se regodea al destacar que la fiscalía pide que no pueda concedérseles el tercer grado, al menos hasta que hayan cumplido la mitad de la pena y no "como hizo a la Generalitat con Oriol Pujol". Esto sí encaja en el relato.

La guinda del pastel hoy es doble. Por una parte, el titular de El Periódico, una frase donde las dos partes son ciertas por separado y juntas hacen una mentira. Decir que "El fiscal cree a Trapero y pide 25 años para Junqueras" da la impresión que relaciona una pena tan alta para el vicepresidente con el testimonio del Mayor Trapero. No es así y bien que lo saben. Entre las explicaciones de este titular, perfectamente descriptibles, se puede incluir la de hacer daño.

Por otra parte, ABC, que regala al mundo una portada excepcional con una más de sus paranoias: la anexión de Navarra por el País Vasco. Es una trola como un templo, una trola constitucional, además. Pero el gobierno foral de Navarra está en juego y depende de los votos del PSOE que caiga del lado de la derecha de Más Navarra o de la coalición de abertzales y podemitas que mandaba hasta ahora. Por eso, ansiosos y bien sincronizados, los tres diarios de la derecha mediática llevan el tema en portada. Por cierto, aquel Borbón que cambió de religión para poder reinar en Francia bajo el nombre de Enrique IV venía de ser Enrique III de Navarra. No tuvo un buen final.

ME

EPA