La percepción del franquismo entre los jóvenes españoles revela datos sorprendentes. Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), casi un 20 % de los menores de 25 años en el Estado considera que los años de la dictadura fueron “buenos o muy buenos”. A pesar de no haber vivido aquella época, esta fracción parece idealizar un período marcado por la represión, una mirada que combina desconocimiento histórico y comparaciones con la situación socioeconómica actual. Entre hombres jóvenes, la valoración positiva llega al 26,8 %, mientras que entre las mujeres del mismo grupo de edad es del 16 %.
La diferencia generacional es evidente. Entre los mayores de 65 años, la valoración positiva del franquismo alcanza el 35-40 %, reflejando experiencias directas y una nostalgia por elementos como la estabilidad económica inicial o el orden social. Por franjas intermedias, la percepción positiva es menor: 18-24 años (~20 %), 25-34 años (~16 %), 35-44 años (~18,5 %) y 45-54 años (~20,6 %).
Más corrientes antidemocráticas
Más allá del franquismo, las últimas encuestas del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) alertan sobre la presencia de corrientes antidemocráticas entre la juventud catalana. Un 16% de los menores de 25 años afirmaría preferir un régimen autoritario, mientras que aproximadamente uno de cada cinco se plantearía votar formaciones de extrema derecha. Estos datos no indican una adhesión masiva al autoritarismo, pero ponen de relieve una menor confianza en la democracia y una simpatía creciente por parte de partidos que cuestionan los fundamentos del sistema liberal. La comparación con la democracia actual es significativa. El 74,6% de los españoles considera que el régimen democrático es “mejor” o “mucho mejor” que la dictadura, pero un 17,3% opina que es “peor” o “mucho peor”, con un 14,4% de los jóvenes de 18-24 años entre este grupo.
Diferencia entre Catalunya y el Estado
Jordi Argelaguet, exdirector del CEO y profesor del Departamento de Ciencia Política y Derecho Público de la UAB, explica que “en el caso de Catalunya no tenemos datos. Tenemos de 2018 y hace siete años”. Aquel estudio mostraba “un poco más de porcentaje de jóvenes que no son tan críticos con el franquismo”, hasta el punto de que “esta categoría intermedia llega a un tercio, bastante por encima de la gente que se ubica en el conjunto de la población”. Argelaguet destaca que “las valoraciones negativas son menores” entre los jóvenes, y que incluso “los más viejos tienen un 62% de valor negativo al franquismo. Lo ven peor los que lo vivieron que los jóvenes”.
Sobre los datos del CIS, Argelaguet afirma que “el franquismo está mal valorado por el conjunto de la población”, pero “alrededor de un 20% de la ciudadanía diría que eso del franquismo no ha ido tan mal, no buenos ni tan buenos”. Remarca que “en Catalunya el franquismo es bastante más criticado que en el conjunto del Estado”, con un “66% en todo el Estado y en Catalunya un 80%”. No obstante, observa que “los jóvenes no son más críticos que el conjunto de la población” y que “hay un 20% de los jóvenes que no critican el franquismo”. Argelaguet considera que “sería esperable que con la escuela democrática debería haber más crítica con el franquismo”, pero esto no ha pasado. Recuerda que “en Alemania durante muchos años ser nazi daba vergüenza y muchos jóvenes se rebelaron respecto a este planteamiento. En el caso español no parece que haya sido así”. También apunta que “las mujeres son más críticas con el franquismo”, ya que “el 64% ven muy mal el franquismo y las mujeres un 83%”, mientras que “en Catalunya los hombres 15% y el conjunto del Estado el 26% que ven bien el franquismo”. En definitiva, advierte que “va en la línea de la Europa occidental que cada vez hay más jóvenes con planteamientos no estrictamente democráticos”.
Muñoz apunta a un giro hacia el autoritarismo
Jordi Muñoz, exdirector del CEO y profesor de la Universidad de Barcelona, sostiene que “hay un giro a la derecha y hacia el autoritarismo especialmente entre los jóvenes hombres. No tanto de las mujeres”. Asegura que “hay un sesgo importante”, ya que “son más de derechas en diversas dimensiones y tendencias más autoritarias”. A pesar de ello, matiza que “es más difícil decir si son más franquistas” y que “cuando algunos expresan nostalgia al franquismo va más relacionada al autoritarismo que al vínculo con el franquismo”. Según él, “el entorno mediático de Vox favorece un relato edulcorado”. También recuerda que “siempre ha habido una diferencia entre Catalunya y el Estado español”, porque “el peso del franquismo sociológico siempre ha sido más bajo en Catalunya, sobre todo por la dimensión nacional y la involución del franquismo en el nacionalismo español”.
Muñoz considera que “han pasado muchos años y la memoria del franquismo va quedando diluida”, de manera que “lo que no ven tan mal es una imagen cada vez más distorsionada del franquismo”. Interpreta esta actitud como “una expresión de una insatisfacción política y económica”. Explica que “del 2010 al 2015 hay una crisis económica y en aquel momento la sociedad hace un giro hacia la izquierda y proponen cambios”, pero “ahora hay un proceso de desencanto”. Este desencanto se debe, dice, a que “la crisis acaba, pero deja muchas heridas de fondo, en el mercado de la vivienda o del trabajo. Los salarios…”. Muñoz también pone énfasis en el papel de las redes sociales: “El peso de las redes sociales es importante”, pero recuerda que “también se ha de mirar sectores estructurales” y que “tiene que ver con las desigualdades, perspectivas socioeconómicas y la insatisfacción política”. Aun así, puntualiza que “históricamente han aparecido líderes populistas sin redes sociales”, como “el peronismo, el partido nazi…”, de manera que “sin redes sociales podríamos encontrar estos fenómenos”.
Busquet apunta al malestar de la juventud
Por su parte, Jordi Busquet, doctor en Sociología y profesor en la Facultad de Comunicación y Relaciones Internacionales Blanquerna, advierte que “es un tema complejo” y que “se deben tener en cuenta diferentes factores”. Destaca que “hay una sensación de malestar y frustración, como la vivienda, precariedad laboral y quizás un exceso de optimismo en las expectativas que no se han cumplido y esto ha generado frustración”. Afirma que “esto más en los chicos” y que “los jóvenes están decepcionados, pero no se puede generalizar”. Además, subraya que “cada vez va a más el desconocimiento del franquismo”. Busquet relata que “antes he preguntado a mis estudiantes sobre el franquismo y creen que es cierto que hay una cierta mitificación de lo que fue el franquismo, pero ellos mismos decían que no participan de esta visión”. Confirma que “hay un grado de desconocimiento de nuestra historia reciente que es extraordinario”, ya que “no se ha explicado en las escuelas lo que es el franquismo o se ha explicado por encima”.
Busquet considera que “los jóvenes han vivido algún régimen democrático y son muy utilitaristas”, porque “quieren que el sistema les solucione sus problemas y su perspectiva no es buena”. Reivindica que “prefiero una mala democracia que una dictadura” y alerta que “la extrema derecha se presenta como la solución mágica. A la hora de comunicar y construir un relato son buenos y han aprendido”. Según él, “las redes sociales son uno de los vehículos más útiles en esto”. También apunta que “hay un poco la percepción de que el feminismo ha ido demasiado lejos y que esta mayor igualdad entre hombres y mujeres está perjudicando a los hombres”. Afirma que “hay hombres que se dan cuenta de que se están colando” y que “la formación es peor en los hombres”. Esta situación genera “resentimiento y frustración”, ya que “vivimos en una sociedad teóricamente meritocrática, pero la movilidad social está muy estancada” y “la meritocracia no es real”. Busquet concluye que “cuando no había redes sociales no se compartían y ahora los discursos de odio se difunden en millones de personas” y advierte que “ahora la gente sensata está perpleja, y esto es lo que pasó en las primeras décadas del siglo XX con los judíos”.
