Agonía hasta el final. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, tendrá que esperar a mañana a las 11 de la mañana para saber si la CUP le aprueba, finalmente, los presupuestos para el 2016. Después de que el ejecutivo se haya avenido a comprometerse con 5 de las 10 medidas fundamentales (remunicipalizaciones, policia local, carné de ciudad, vivienda y pobreza) que los cuperos ponían encima de la mesa, confían en qué apuesten por el ‘sí’, en la reunión del consejo político de la ciudad que agrupa 13 asambleas locales.

No será hasta altas horas de la noche cuando los representantes anticapitalistas saldrán de la calle Casp con la convicción, o no, de decir adiós a las cuentas prorrogadas de 2015. Con el hermetismo tradicional que los caracteriza, no se prevé que se trasciendan detalles hasta la rueda de prensa de la mañana.

En Barcelona en Comú no quieren sorpresas. Contando con el visto bueno de ERC y PSC, se aferran a pensar que esta vez saldrán adelante, después de dos semanas de intensas negociaciones divididas por temáticas. Han puesto toda la carne en la parrilla, también arriesgando y convocando un pleno extraordinario, como adelantaba El Nacional, para mañana jueves.

En caso de llevarse una nueva negativa, la situación sería dramática. Con un año de recorrido gubernamental, y un 2016 al ecuador, el gobierno de los comunes volverían a fracasar en la política más importante del consistorio. El primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, ya hizo un grito desesperado hace dos semanas que” cada vez es más difícil” ejecutar unos números para un año que ya va por la mitad.

Texto final

Después de pasar por las manos de los tres actores – CUP, PSC y ERC – el incremento presupuestario no es extremadamente elevado, y la mayoría de cuestiones tienen más un trasfondo simbólico y de presión. Es el caso de la disolución de la Unitat de Suport Policial (USP), que actúa como guardia local antidisturbios, o 15 millones de inversión en la L10, una pequeña parte de la inversión total que necesita y que tendría que servir para abrir dos estaciones.

En total, la modificación de crédito prevé una ampliación respecto del 2015 de 275 millones de euros (si bien se tendría que sumar 5 millones de euros aproximados de las propuestas anticapitalistas), llegando a unas cuentas cifradas en 2.549,4 millones de euros totales.

Dentro de esta bolsa hay algunas inversiones en infraestructuras, compartido por socialistas y republicanos, como es cubrir parcialmente la Ronda de Dalt (43 millones de euros); o reformas en la Ronda Meridiana. También hay, por parte de Jaume Collboni, una voluntad que todas las personas de la ciudad dominen el inglés a partir de introducir una sexta hora de la lengua a las escuelas.

Entrada en el gobierno

Una vez pasado el aprieto de las cuentas, Barcelona en Comú podrá dedicar esfuerzos a incorporar al gobierno en alguna de estas formaciones. El PSC lleva meses insistiendo en que, si se hace a partir de la cohesión, les gustaría asumir responsabilidades. Los socialistas no se encuentran bien a la oposición, después de ostentar la alcaldía de la capital catalana durante tres décadas, que interrumpió el convergente Xavier Trias.

Pero no son los únicos que han movido pieza. Sorprendentemente, hace una semana, el líder de ERC en el consistorio barcelonés, Alfred Bosch, propuso constituir a un ejecutivo tripartito con la CUP. Aunque fue descartado inmediatamente por los anticapitalistas, no hay constancia que en un futuro próximo no lo pueda intentar en solitario. Eso, sí como han reivindicado siempre, excluyendo al PSC, con quien consideran que tienen muchas diferencias de modelo.