Hay ayuntamientos que se gastan medio presupuesto anual de cultura en un solo grupo de masas y que durante una noche llenen el pabellón de una gran ciudad. Aquella noche termina y al día siguiente es como si no hubiera pasado nada, no hay poso. Y después, también hay empresas musicales que con el mismo dinero organizan un ciclo entero con varios conciertos, durante todo un fin de semana o un mes y en espacios únicos y de proximidad. Aquella noche dura días, hay mensaje. Es semilla. La Tornada pertenece a este segundo grupo y el pasado fin de semana celebró sus primeros 10 años de vida.
Con un equipo de gente joven al frente, hace una década que cuida todos los eslabones que hacen crecer la cultura: público, cantantes, músicos, equipamientos. Además, abarca todos los procesos, desde programación, producción, creación y difusión, hasta equipos técnicos y de montaje o gestión sostenible de la barra. Pau Planas y Rocío Rodríguez —el chico que siempre tiene un sí y la chica de la sonrisa luminosa— son los directores cofundadores y encabezan un activo grupo de profesionales cargados de humanidad, como Xevi Planas, que con su cámara capta los mejores momentos, o Laura Serrano, que mima el detalle de la producción y hace que todo se encarrile. Un pequeño ejército de paz que trabaja con la filosofía de aunar la cultura como herramienta de transformación social y como modus vivendi.
Mientras hay carteles de fiesta mayor que no sabes a qué municipio pertenecen porque repiten los mismos nombres y formatos y podrían confundirse con el de cualquier localidad, la gente de La Tornada encuentra fórmulas genuinas y lucha cada concierto como si fuera, a la vez, el primero y el último, dando cabida a muchos nombres, acentos y estilos. Con la misma ilusión, con el mismo saber hacer. Y lo hacen con propuestas originales y enriquecedoras, como —entre otras— los festivales de producción propia Recòndit y Aurella (Pla de l'Estany), el Espurnes (Llagostera) y Macroclima y Microclima (Camprodon). O aquella idea tan especial de los Conciertos a Ciegas, en los que el público asiste a la actuación sin saber qué grupo se encontrará. Una sorpresa ubicada dentro de un lugar donde no se acostumbra a hacer música, así también se defiende el patrimonio.
Prestigian el oficio, tratan al artista con dignidad, a los ayuntamientos con seriedad y al público con respeto
Dentro del panorama musical del país, esta empresa es un oasis cultural y cuando a veces oigo decir eso de la gente joven no se implica, siempre los pongo como ejemplo de todo lo contrario. Les apasiona lo que hacen y les gusta también sumarse a todos aquellos proyectos que aman la música y la tratan con atención y delicadeza. Durante esta década han ofrecido una mirada renovada al sector, impulsando proyectos atrevidos e innovadores y demostrando que las cosas se pueden hacer bien y de otra manera, generando confianza, promoviendo reencuentros de artistas y con lealtad y bondad, dos aspectos que no suelen abundar, ni en la vida en general, ni en nuestro mundo de la farándula en particular.
En sus vasos y camisetas encontramos la frase de Montserrat Roig: "la cultura es la opción política más revolucionaria a largo plazo". Toda una declaración de intenciones. Estaría orgullosa de cómo la lucen. Ellos y ellas prestigian el oficio, tratan al artista con dignidad, a los ayuntamientos con seriedad y al público con respeto. Suerte tenemos todos de su paraguas, que cobija ideas y las hace realidad. Si dentro de una canción el estribillo es la parte que se repite siempre con la misma letra y melodía, aquella que se nos engancha y vamos tarareando, que dentro de nuestra vida cultural, La Tornada —con mayúsculas— sea pilar fundamental y también se vaya repitiendo muchos años más. Gracias y felicidades.