Hubo un tiempo, no hace tantos años, en que personalmente me daba la impresión de que los sistemas democráticos estaban destinados a extenderse por todas partes. En la medida en que el mundo económico más desarrollado era un referente al cual se querían parecer los países más pobres, y en la medida en que el mundo "avanzado" eran democracias, pensaba que las autocracias acabarían desapareciendo. En Sudamérica, en el norte de África y de Oriente Medio, en Asia, en la antigua URSS, había movimientos en marcha, que los veía políticamente orientados hacia sistemas políticos de libertad, tolerancia, participación en la elección y control de los gobernantes. De un modo algo intuitivo, y sin darle demasiadas vueltas, asociaba el progreso económico y social general de un país a la democracia. Hoy todavía tengo esta percepción, pero un poco menos.

Además, creía que, siendo como eran democracias los países más poderosos del mundo, estos países darían apoyo a la implantación de sistemas parecidos por todo el planeta. Quiero decir apoyo, pero no utilizando la fuerza militar, claro, sino por otras vías, ya fueran presiones diplomáticas, económicas o de otro tipo.

Como el lector habrá deducido, iba un poco mal encaminado. Ya en pleno siglo XXI, por desgracia de aquellos que creemos en las urnas, las democracias no avanzan tanto como cabría desear. El hecho de ser una democracia o una autocracia es prácticamente irrelevante en la relación entre los países. Las relaciones siguen descansando, como siempre, en el interés económico mutuo. Se trabaja a escala planetaria para mejorar las relaciones comerciales y para profundizar en la globalización, y se consiguen grandes éxitos. Pero cómo se organizan los estados políticamente resulta una anécdota si la relación es económicamente interesante.

El hecho de ser una democracia o una autocracia es prácticamente irrelevante en la relación entre los países. Las relaciones siguen descansando, como siempre, en el interés económico mutuo

Hay ejemplos de actualidad que ilustran casuísticas diferenciadas que tiran por los suelos mis creencias en la propagación de las democracias impulsadas por las democracias consolidadas como la UE. Hete aquí algunos casos significativos:

  • China. El progreso económico del gigante asiático se produce en una mezcla extraña de sistema de gobierno comunista y capitalismo en mayúsculas. El objetivo del gobierno es erradicar la pobreza y situar el país en punta de lanza mundial en tecnología, en economía, en potencia militar, en influencia... bajo el sistema que lo permita. Como dice Biden, Xi Jinping de demócrata no tiene ni un pelo. Sin embargo, el país progresa económicamente.
  • Hong Kong. Sin movernos de China, la democracia en Hong Kong está siendo aplastada saltándose los acuerdos internacionales al traspasar la colonia británica. En el recuerdo quedará aquello de "un país, dos sistemas". El mundo puede hacer poco, porque es un asunto interno. La UE y los Estados Unidos no pondrán en peligro las estrechas relaciones productivas y comerciales con el gigante. En el ámbito político, el Reino Unido acogerá refugiados, y basta. La democracia retrocede y la economía, como era de esperar, se acomoda.
  • Dos democracias teóricas relativamente recientes como Rusia y Turquía, en la práctica son autocracias que aplican barbaridades bastante conocidas. Las reacciones de la UE son próximas a cero, a remolque de la dependencia energética (Rusia) y de los acuerdos para hacer de tapón a la inmigración (Turquía). Lógicamente, para la UE, el tipo de "democracia" en estos países es un asunto interno.
  • España, miembro de pleno derecho de la UE: se ha perseguido a gente que cometió el delito de votar, con palizas, usurpación de urnas, prisión y exilio; también prisión y exilio por ejercer la libertad de expresión; protección de un rey presuntamente corrupto. Todo eso, con el brazo ejecutor de la justicia, huele a cualquier cosa menos a democracia. Para la UE, de momento, y durará años, también es un asunto interno.

Soy de los que piensan que la UE es un gran club económico con un futuro brillante. Y desde esta perspectiva, entiendo que las relaciones con terceros países vienen dominadas para no afectar a los intereses económicos, sean cuales sean sus sistemas políticos. Pero me cuesta más entender que la UE no se meta en cuestionar la calidad democrática de algunos de sus propios estados miembros. La democracia plena (aquí) y la democracia a secas por todo el mundo, puede esperar, para desengaño de los que vamos con el lirio en la mano y un día pensábamos que se extendería como una mancha de aceite.