Una amiga me ha pasado una noticia del diario Levante que he tenido que leerme dos veces porque no daba crédito.

La Sección Cuarta del Audiencia provincial de València ha condenado a sólo dos años un violador porque la mujer violada "dramatizó su relato durante una entrevista, ya que era actriz". Sí, sí, lo ha leído bien.

Espere que respiro fondo y dejo un espacio en blanco para que usted también respire y ahora seguimos...

......................................................

La sentencia da como probado que Óscar Alfredo B. M., que además era el jefe de la mujer, la violó y la agredió durante dos horas. Fue "un ataque y manoseos en zonas sexuales de la mujer de manera violenta", "con introducción de los dedos" y acompañado de "golpes por todo el cuerpo, incluidos cabezazos contra el suelo".

Pero resulta que la sentencia afirma que... "Dos días después de la agresión" y "durante una entrevista concedida a la periodista Teresa Domínguez y publicada en el diario Levante", la víctima realizó un relato dramatizado". ¿Y, por qué pudo hacer esta "dramatización"? Pues "porque era actriz".

Y, efectivamente, cuando era adolescente la víctima participó en algunos talleres de su escuela y eso, que fue presentado por la defensa del violador como argumento, ha servido al juez para rebajar los 9 años solicitados por el fiscal a los dos de condena definitivos. IN-CRE-I-BLE. Pero cierto.

Y eso coincide con un caso sucedido en Irlanda. Allí, un tribunal de la ciudad de Cork, al sur del país, ha absuelto esta semana a un hombre de 27 años acusado de violar a una chica de 17 después de una noche de fiesta y gracias al alegato hecho por la abogada del sospechoso ante un jurado formado por 8 hombres y 4 mujeres. La argumentación fue que (y ahora agárrese): "Es necesario preguntarse si las pruebas descartan que ella se sintiera atraída por el acusado y estaba abierta a conocer a alguien y estar con alguien. Hay que mirar como iba vestida. Llevaba un tanga con un lazo por delante". O sea, se lo buscó por vestir como una cualquiera. Ella quería sexo como fuera y se puso un tanga. Ojo, y con un lazo por delante, señal inequívoca de querer practicar todas las perversiones inimaginables, y con el objetivo no descartable de querer acabar la noche como acabó. Vaya, que ella quería ser violada, no sabía como hacerlo y pensó: ¡pues nada, tanga! Y con lacito delante.

Mire, los abogados hacen su trabajo, que es defender inocentes. Y también culpables, también. E intentar que no los condenen. Son las reglas. Ahora bien, ¿ómo puede ser que un juez absuelva a un violador porque la chica llevaba un tanga con un lazo? Pero, ¿de dónde sacan individuos como estos? ¿Con qué criterios los escogen? ¿Qué tipo de exámenes les hacen? ¿Qué pruebas pasan? ¿De qué lejano planeta vienen?

I, ¿cómo es posible que reduzcan la condena a un violador porque la víctima de joven había ido a talleres de teatro y el juez considera que eso le permitió realizar una dramatización en un diario? Oiga, como si quiere hacer 43 dramatizaciones. ¿Tiene que ver con el delito? No ¿Fue violada o no? Sí. ¿Y lo fue, además, con una violencia desproporcionada, si o no? Sí. Pues, oiga, limítese a hacer justicia. Y cuando quiera hacer inventos extraños, coge una gaseosa, un mechero de cocina, un brote de tomillo y, venga, a ir probando a ver que sale. Y hasta que el señor decida llevárselo a su seno. Y amén. Y no hace falta que durante el resto de su vida vuelva ni a acercarse a 500 km de un juzgado.