Subo la persiana. Mucho sol y mucho calor. Y como si fuera el primer día de escuela después de las vacaciones, desde la noche anterior todo a punto en la silla de la habitación. La ropita para ir a hacer deporte allí bien puestecita y, en vez del plumier con los lápices de colores en su sitio y la goma y la maqueta situados en su goma elástica correspondiente, la bicicleta bien engrasada y con las ruedas bien infladas. Y vamos, ¡a la calle como si no hubiera mañana!

¡Que gentada! Eran las ocho y media de la mañana pero parecía la mani del once de septiembre. Había más gente practicando deporte que deporte para ser practicado. Y me ha vuelto a suceder una cosa que había notado conduciendo coche y moto (ya sabe que los periodistas nos hemos podido mover estos días para ir a trabajar). Y lo que he notado es que 1/ me faltan reflejos y 2/ acostumbrado a mirar cosas relativamente cerca, en los espacios abiertos he perdido referencias. Sobre el punto 1 me pasa que acostumbrado a conducir solo, sin nadie, por calles, autopistas y rondas diversas, cuando de repente hay tanta gente, parece como si me faltaran ojos para controlar tanto movimiento. Y para el 2, cuando abran las ópticas, que no sé cuándo será, por si acaso iré a repasarme la graduación de la vista.

Pero, como parte de mi trabajo es hablar sin saber de nada, ahora haré de psicosociólogo experto en comportamientos humanos. Una de las cosas que he comprobado del desfile humano de esta mañana es que la gente se observaba. Y en esta apreciación coincide mi apreciado Jaume Grau. Hemos estado muchos días viendo las mismas caras y bajo la cara había chándal o pijama. ¡Y hoy, por fin, hemos visto gente diferente! ¡Y vestida diferente! ¡Y mucha! Altas y bajos, rubios y morenos, llenitas y delgaditos (y viceversa) con pelo corto, largo o sin... Y eso nos ha alegrado la vista y los cromosomas de la diversidad. Es un poquito como los Borbones y la endogamia. De la misma manera que ellos tuvieron que mezclar las sangres para no acabar todavía peor, nosotros tenemos que diversificar la vista.

Y, hablante de vista... Cuando tras el deporte ha llegado la segunda parte de la actividad sabatina, esta consistente en hacer mucha cola para comprar, y doncellas y mucahos se han habilitado con sus correspondientes mascarillas que haciendo deporte habían desaparecido, me he dado cuenta de que es como si lleváramos una especie de burka. Y este burka que nos tendremos que acostumbrar a transportar con nosotros sí o sí está sirviendo a algunos para tapar escándalos que en otros momentos estarían haciendo temblar los cemientos del régimen. O no. Apunte los nombres: Joan Carles el emérito y Villarejo el comisario.

Empezamos por el rey campechano. Tras recibir aquella simpática comisión de 100 millones de dólares por parte del no menos simpático régimen de Arabia Saudí, tema del cual todavía esperamos alguna explicación de la Casa Real, aparte de reconocer su veracidad vía su hijo renunciando a la herencia, ahora llega "La maleta de Baréin". Según hemos sabido ahora, el gestor del campechano, el señor Arturo Fasana (el nombre es SEN-SA-CI-O-NAL), confesó hace dos años que su majestad se le había presentado el año 2010 en Ginebra con una maletita que le había dado el sultán de Baréin y donde había 1,7 millones de euros.

Le recuerdo que a raiz que el comisario Villarejo hiciera pública la cinta donde Corinna Larsen le decía que el campechano había cometido varios delitos, entre los cuales el de blanqueo de capitales, el fiscal suizo que lleva el caso pidió información a la Audiencia Nacional española y que la respuesta fue archivar la pieza porque el campechano es inviolable. Y eso nos abre las puertas del mundo Villarejo, el comisario que trabajando de policía consiguió tener 50 inmuebles y unos 17 millones de euros de patrimonio. Eso a falta de saber qué más tiene este hombre escondido en diversos paraísos fiscales.

Pero las mascaritas-burka también nos han tapado esta semana al juez Manuel García-Castellón, que lleva el caso contra el comisario, levantando el secreto de sumario sobre la documentación que le fue intervenida al policía al momento de la detención. Por desgracia queda excluida la carpeta con "las supuestas funciones asignadas a José Manuel Villarejo los años 2013 y 2014" porque es información "susceptible de estar legalmente clasificada" y "puede afectar a la defensa y a la seguridad del Estado". Ay caray. ¿Y de qué va esta carpeta? ¿Ya se lo imagina, verdad? ¡Exacto, de la Operación Catalunya! Viva, ha ganado un apartamento en Torrevieja, Alicante!!!

Sí, es la carpeta de cuando Villarejo y el comisario Eugenio Pino trabajaban a las órdenes directas del ministro Jorge Fernández Díaz y rastreaban información comprometedora de políticos indepes. Y de no políticos también. Trabajos "hechos de forma prospectiva y sin control judicial por tratarse de funciones relacionadas con la inteligencia". Y también es la carpeta donde sale qué "colaboradores" cobraban diversas cantidades "en billetes de 500 euros". Una carpeta que no veremos. ¡¡¡Ooooooooooooh, ha perdido el coche!!!

Pero la actividad sabatina ha tenido un tercer entretenimento consistente en seguir las ruedas de prensa de Pedro Sánchez, Quim Torra y Pere Aragonés. "¿Por qué los cita a la vez, señor juntaletras? ¿Que han salido los tres juntos"?, me pregunta ahora usted. Pues sí, pero no. Han salido juntos, pero por separado. O sea, de las 24 horas que tiene el día, han decidido que salieran los tres a las tres. Del mediodía. Sánchez por un lado y Torra y Aragonés por el otro. Un gran regalo para los periodistas que tienen cuatro ojos y cuatro orejas, pero un despropósito para los que sólo tenemos dos de cada cosa. Y eso ha provocado un momento memorable en la Televisión de Catalunya. Estos días TV3 y el 324 hacen una programación conjunta. Menos hoy, que el primer canal ofrecía la rueda de prensa "catalana" y el canal informativo "la española".

Y ahora me marcho, que me toca la franja deportiva de la noche. Antes, pero, mención para el caso del famoso concierto que se tenía que dar en los terrados de BCN, que organizaba el ayuntamiento de la ciudad, pero que cuando ayer a media tarde la cosa se empezó a girar, ha acabado esta mañana con la alcaldesa Colau diciendo que era cosa de El Terrat y que finalmente ha muerto. El concierto. Cuando las cosas empiezan mal, normalmente tienden a acabar mal. Y pueden acabar todavía peor. Y todavía falta que nos expliquen en que se gastaban los famosos 200 mil euros de un presupuesto que empezó siendo público y que al final asumia la productora. Bien, o quizás no nos lo explican porque es otra de estas carpetas que quedan tapadas por la mascarita-burka.