"Señor, no podemos avanzar. Estamos atrapados". El capitán sale de la cabina y sube a cubierta rápidamente. Cuando llega, abre los ojos como naranjas y no da crédito. El mar de azul profundo ha desaparecido y hasta donde puede abarcar la mirada solo viene una masa informe y parda que sube y baja suavemente, como si respirara. Se acerca a proa y mira por los anteojos. Parece que no tiene fin. No es tierra firme ni es mar. ¿Dónde está la costa? Los marineros susurran. En algunos ojos avista el miedo; en todos, se lee respeto. ¿Son plantas? ¿Son algas? El talo es resistente y fuerte, alargado y enroscado. Sobresalen vesículas traslúcidas. Uva de mar. Un marinero portugués dice que parecen sarmientos de viñas viejas, "salgazos".

Cristóbal Colon fue el primero que, en la época histórica, el siglo XV, informó de esta acumulación de algas feofícies (de color marrón, a causa de la producción de ciertos pigmentos de clorofila) en aguas tropicales del océano Atlántico, cerca del Caribe, durante su viaje de "descubrimiento" en América. El mar de los sargazos, junto con la "calma chicha" (en la que no se producía ni una brizna de viento para inflar las velas), eran considerados la pesadilla de los marineros de los veleros que cruzaban el Atlántico entre los siglos XVI y XVIII. Las novelas de piratas hablan del mar de los sargazos, como también lo hizo Jules Verne en su obra "20.000 leguas de viaje submarino". Los sargazos, las algas Sargassum fluitans y Sargassum natans (los nombres científicos ya nos indican que pueden flotar y moverse, como si nadaran, dentro del agua), son sésiles (no están ancladas en tierra o roca) y presentan unas vesículas llenas de gas que les permiten flotar libremente, siendo llevadas por las corrientes marinas. Están relacionadas con otras algas del mismo género que son de costa, con pie, y que no pueden migrar fácilmente. Estas algas son muy importantes para la biodiversidad, ya que conforman un ecosistema particular, una especie de bosque marino superficial que es refugio de un gran número de organismos, desde crustáceos y peces a pájaros y tortugas. De hecho, está donde fresan cada año las anguilas.

Actualmente, los sargazos no suponen un problema para la navegación, pero en cambio, pueden hacer "mareas marrones", cuando el crecimiento de las algas es muy grande y las corrientes marinas acarrean una gran biomasa de este "mar" hacia la costa de México y otras playas del Caribe, y cubre la costa de toneladas de algas que reducen la oxigenación de agua poco profunda, produciendo una gran cantidad de ácido sulfhídrico que (además de apestar como huevos podridos, muy desagradable para los humanos), acidifican el agua y destruyen los arrecifes de coral. Esta "invasión" de los sargazos era un fenómeno muy raro, pero desde los inicios del siglo XXI es cada vez más frecuente, y supone un problema de primer orden para el turismo de las zonas caribeñas, ya que las algas cubren la arena y tapan el agua del mar. Este mes se ha publicado un artículo en Science que nos explica el seguimiento que se puede hacer del crecimiento anual y los movimientos del mar de los sargazos mediante los datos obtenidas de los sensores ópticos de los satélites. Se puede seguir fácilmente el crecimiento de estas algas porque la clorofila de las algas produce reflectancia en el infrarrojo, particularmente en el rango de longitud de onda de 700 nm, que sobresale sobre la débil reflectancia en estas longitudes de onda del agua de mar. Los investigadores hablan del Gran Cinturón Atlántico de los Sargazos, que ha crecido en extensión en la última década, que se extiende a lo largo de 8.850 kilómetros, desde el este de África hasta el Caribe, con una biomasa calculada de más 20 millones de toneladas métricas. Para que os hagáis una idea del problema que puede suponer la marea marrón, el año 2018 se recogieron, de forma manual, en las playas mexicanas más de medio millón de toneladas de sargazos.

Los investigadores han analizado los datos anuales y observan qué años y bajo qué circunstancias, hay floraciones de sargazos, y llegan a la conclusión de que siguen un ciclo anual. Han intentado inferir un patrón para ver si pueden predecir la relevancia del crecimiento de algas. Según sus estudios, la corriente vertical de agua fría en la costa de África, durante el invierno, hace subir los sedimentos del fondo marino hacia capas más superficiales, enriqueciendo de nutrientes las aguas y alimentando las algas. Las corrientes circulares del Atlántico en la zona tropical distribuyen los sargazos y los transportan, en sentido horario, hacia el mar Caribe, pasando por la zona próxima al Brasil, donde a la primavera y el verano, las aguas del Amazonas van llenas de sedimentos y fertilizantes, a causa de la deforestación de la cuenca amazónica y el incremento de explotación agraria que se ha exacerbado estos últimos años. Los investigadores reconocen que este es un tema mucho relevando para los países afectados, y proponen que el crecimiento de la extensión del mar de los sargazos es debido a una combinatoria de factores ambientales, tanto de factores influidos por la actividad humana, como de las condiciones oceanográficas, y auguran que a partir de ahora, la "marea marrón" será más la norma que la excepción. Las playas del Caribe de arena clara y aguas cristalinas pueden llegar a ser una imagen cada vez más excepcional. El mar de los sargazos se puede convertir, hoy día, en una pesadilla muy diferente de lo que temían los piratas y marineros hace unos siglos.