La metástasis es la mayor causa de mortalidad en el cáncer. El cáncer es la segunda causa de muerte, después de las cardiopatías, en el mundo. A veces, sin embargo, parece que tengamos miedo de las palabras, tengamos miedo de dar voz al nombre. Decir las palabras en voz alta parece que hace realidad los objetos o sujetos que se nombran, los hace reales, como si los invocáramos a existir; si no los mencionamos, es como si no existieran. No hace tanto, la gente decía que alguna persona querida, o conocida, había muerto "de un bicho malo", en lugar de decir que había muerto de cáncer. Quizás hace falta que definamos bien cada término, sin miedo.

¿Qué es un tumor? Un tumor es una excrecencia, es decir, un sobrecrecimiento de una región concreta de un órgano o un tejido. Podemos tener tumores benignos y malignos, y el lenguaje clínico específico permite diferenciarlo. No es lo mismo un adenoma, un tumor benigno que se produce por sobrecrecimiento de muchas glándulas con la edad o bajo ciertas condiciones del paciente (adenoma de la próstata, adenoma hipofisario, adenoma suprarrenal, adenoma mamario...), que adenocarcinoma, donde la misma palabra comprende el término cáncer. Si el cuerpo del paciente fuera una ciudad, un tumor benigno sería como si en una casa se le construyen dos pisos por encima de la altura que tenía, sin pedir permiso de obras a la comunidad de vecinos. Este "crecimiento" no es problemático en sí mismo, pero sí que preocupa a los vecinos. Pues igualmente, el cuerpo funciona más o menos bien con un tumor benigno, pero este ocupa espacios que no le corresponden y eso nos preocupa; hay que observarlo para ver hacia dónde va.

La metástasis es la mayor causa de mortalidad en el cáncer

En un tumor maligno, sin embargo, todo cambia. Las células cancerosas se vuelven cada vez más "autistas" de su entorno, y no hacen caso de las señales que las células sanas de los alrededores envían para que no crezcan más. Además, como tienen un metabolismo acelerado, con mucho gasto energético, con el fin de recibir más alimento, se tienen que nutrir atrayendo vasos sanguíneos (angiogénesis), todo recogiendo el alimento y oxígeno necesario para crecer. Además, las células cancerosas sufren cambios (mutaciones) en sus instrucciones genéticas, mutaciones que son seleccionadas a favor si les permiten de crecer más y más rápido, y seleccionadas en contra si las hacen descender su ritmo de crecimiento desmesurado. Dentro de estos cambios, hay dos que serán primordiales para determinar el pronóstico del paciente. Uno de ellos es la inmortalidad de las células cancerosas y, el otro, es su capacidad de migrar y colonizar. Y la malignidad de un tumor depende directamente de estas dos características.

No hablaremos hoy sobre la "inmortalidad" de las células cancerosas, sino de esta capacidad de migración y colonización —lo que en términos más científicos diríamos capacitado de metástasis—, de invadir y generar nuevos focos cancerosos en tejidos relevantes para el organismo, lo cual, finalmente, le quitará la vida al paciente. Pues bien, la metástasis como fenómeno (el cómo, cuándo y por qué) sigue siendo una de las grandes preguntas de la biomedicina. Conocemos cada vez más mutaciones originarias que son capaces de causar cáncer en muchas personas, pero el programa biológico que explica el crecimiento metastático justo ahora empieza a ser avistado y, sólo con la interdisciplinariedad entre la genética y la biología molecular de un lado, y las emergentes ciencias de los sistemas complejos, integrando análisis de grandes datos (big data) y de modelos, se podrá averiguar cómo las células cancerosas aprenden a migrar y colonizar nuevos órganos y tejidos de forma que, finalmente, acaban matando el mismo cuerpo del cual derivan y que las ha mantenido vivas.

Las células cancerosas malignas han adquirido las propiedades de ser inmortales y hacer metástasis en otros órganos

Hace muy poco se ha publicado un artículo en que se presenta una tecnología que permite visualizar este proceso de colonización de las células tumorales. Lo que hacen los investigadores es coger un tumor de un paciente humano, hacerlo transgénico para una proteína roja fluorescente (introduciéndole la información genética para que produzcan esta proteína, y así marcar las células cancerosas que, a partir de entonces, serán de color fucsia bajo luz láser) e introducir el tumor así marcado dentro de un ratón. Después de un periodo de tiempo en que el tumor habrá tenido la oportunidad de crecer y colonizar nuevos órganos, se efectúa el análisis de imágenes. El animal está muerto y se le clarifica (una técnica que hace que los tejidos del cuerpo se vuelvan "transparentes" para la tecnología de imagen), se ilumina el ratón con luz láser, et voilà, todas las células tumorales se verán de color rosa brillante. Si tenemos una imagen procesada mediante un software específico (denominado CUBIC) por interpretarlo, tendremos la imagen tridimensional de la metástasis de este cáncer humano dentro del cuerpo de su huésped, con resolución de célula en célula. Los autores han colgado dos vídeos muy cortos: mirad la miríada de puntos rosas fuera de los focos principales y secundarios, dispersos por todo el cuerpo del animal o, incluso, como la metástasis también ocurre en el cerebro. Es real, no imaginario. Impresionante, increíble y, también por qué negarlo, terrorífico.

Se puede obtener la imagen tridimensional real y estudiar cómo un tumor crece y genera metástasis

¿Y podemos todavía ir más allá? ¿Podemos entender por qué hay células que se escapan del tumor para colonizar nuevos tejidos? Hay muchos investigadores que intentan responder esta pregunta, pero mencionaré un grupo interdisciplinario que este mismo año ha publicado un artículo que explica cómo los tumores secuestran células sanas (fibroblastos) y se aprovechan de su capacidad de moverse por el tejido sano "haciendo túneles", para huir del tumor principal. Las células cancerosas captan fibroblastos sanos estableciendo contactos membrana en membrana, mediante unas proteínas que se encuentran de cara al exterior celular, llamadas cadherinas. Las cadherinas de las células tumorales serían como "manillas", que se pegarían con fuerza a las "manos" de las cadherinas de los fibroblastos. Mediante estas interacciones moleculares realmente se ejerce una fuerza mecánica, es decir, los fibroblastos cogen fuertemente de la mano a las células cancerosas y las estiran fuera del tumor. Entonces, todavía bien cogidos de la mano, el fibroblasto las guía, degradando la matriz extracelular hasta llegar a los vasos sanguíneos, la autopista donde las células cancerosas pueden circular, llegar e invadir nuevos territorios. ¿Y si se anula la función de estas manillas? Pues se evita la invasión y la metástasis. Y aquí no me digáis que no habéis sentido un ligero escalofrío. Yo, sí. Apasionante.

Las células cancerosas reclutan células sanas para salir del tumor y así colonizar nuevos órganos

¿Y todo eso, para qué sirve? Por una parte hemos hablado de una tecnología, una herramienta poderosa que permite visualizar la progresión de los tumores malignos a niveles nunca vistos ni imaginados, cosa que permitirá ensayar la eficacia de nuevos medicamentos para disminuir el tamaño y el número de metástasis. Por otra parte, hemos remarcado que, si entendemos las fuerzas moleculares que permiten migrar y colonizar en las células tumorales, podremos diseñar algunos de estos nuevos medicamentos, más precisos y eficaces. Y todavía nos queda mucho para explicar, nos falta introducir lo que sabemos de la genética y epigenética en el cáncer (otro día hablaremos...), pero queda claro que, paso a paso avanzamos en el camino del conocimiento para vencer a nuestro enemigo interior, el cáncer.