El día 11 de febrero es el día internacional de las mujeres y las chicas en ciencia. Mala señal cuando tenemos que marcar un día en el calendario para rendir homenaje a todas las mujeres científicas, porque quiere decir que consideramos que el resto del año no somos suficientemente visibles. El objetivo de esta fecha, propuesta por la ONU en 2015 e impulsada por la Unesco, es promover el acceso de las mujeres a la ciencia, la tecnología y ámbitos próximos y que su presencia sea igualitaria. Objetivos muy nobles.

No sé si se ha hecho suficiente difusión en medios de comunicación generalistas de todo esto, porque llevo una semana ajetreada participando en diferentes actividades para promover la presencia femenina en el ámbito científico. De hecho, todas las universidades e instituciones de investigación hacen actividades para dar a conocer al público el trabajo científico desarrollado por mujeres. El problema que le veo a todo es que, a pesar de los esfuerzos, algunos muy bien coordinados y con acciones divulgativas excelentes, el impacto sobre la sociedad es todavía escaso. Vayamos por partes y hagamos una reflexión. Si ahora fuerais a uno de estos concursos televisivos y os pidieran nombres de mujeres científicas ilustres, es probable que sólo recordéis a Marie Curie. Los que nos dedicamos a diferentes disciplinas científicas podemos mencionar a unas cuantas más, porque todos somos conscientes de las muchas aportaciones relevantes que las mujeres han hecho a la ciencia dentro de nuestro campo, pero nunca las visibilizamos lo suficiente. De aquí que tan pocas mujeres tengan un Premio Nobel en una disciplina científica. De hecho, las mujeres constituyen una excepción en la concesión de los Premios Nobel.

¿Qué tenemos que hacer para que las mujeres sean visibles en ciencia? A priori, parece que hay una cuestión obvia: se tiene que incrementar el número de mujeres que estudian una carrera científica. Pero eso sólo nos dice el número inicial de mujeres que piensan dedicarse a una profesión relacionada con la ciencia, y no nos dice el número final de mujeres que acaban siendo científicas (un tema es el periodo de estudios y formación iniciales, y otro es la dedicación y profesionalización). Eso tendrían que ser habas contadas. Sabemos cuántas alumnas estudian bachillerato científico o tecnológico, sabemos cuántas se apuntan y cursan grados y másters del ámbito científico. También sabemos cuántas científicas hay en la academia, en centros de investigación y centros hospitalarios, incluso, en otros ámbitos relacionados con la ciencia. Pero también hay otros puntos importantes, que no son numéricos y más difíciles de evaluar, que reflejan la visión social que se tiene de las mujeres profesionales (en genérico) y de las mujeres en la ciencia (en concreto).

Las carreras científicas y tecnológicas tienen que ser tan accesibles para una chica como lo son para un chico, sin limitaciones ni invisibilidad

Pues bien, siendo esta semana tan señalada para las mujeres que nos dedicamos a la ciencia, muchas mujeres nos hemos apuntado a participar en diferentes actividades y programas, con el fin de dar visibilidad a nuestro trabajo y acercarlo a todo el mundo. Yo he asistido a una sesión como oyente, organizada por las facultades de ciencias y varios institutos de investigación de la UB, y a otra, como ponente, en un centro cívico, junto con varias científicas del mundo de la divulgación y comunicación (¡gracias a todas!). De las dos actividades he sacado conclusiones que tengo que compartir con todos vosotros, cuando menos, para daros material para reflexionar.

Empezaré por la parte más visible y amable, la visión social de las científicas. En los Estados Unidos se ha realizado un experimento social relativamente sencillo, que consiste en pedir a niños de diferentes edades que dibujen a una persona científica (en inglés, los sustantivos y adjetivos no tienen género, por lo tanto, "a scientist" puede indicar tanto un hombre como una mujer). Se ha hecho este experimento desde los años sesenta, durante cinco décadas, y se analiza si el dibujo representa a un hombre o a una mujer. Hasta los años setenta, menos de 1% de criaturas dibujaba a una mujer como científica, pero el año 2016 ya representaba el 34% de los dibujos, y todavía más, si miramos los dibujos hechos por niñas, el porcentaje ha incrementado desde el 1%... ¡a más del 50%! Evidentemente, este incremento refleja que el número de mujeres científicas ha incrementado. Podríamos decir que hemos mejorado claramente en la percepción social, al menos a edades iniciales, porque la tendencia no es tan positiva cuando se analizan los dibujos en estudiantes de secundaria.

Si miramos el número de chicas que decide estudiar una carrera científica, aunque en ingenierías es todavía minoritario y bastante mejorable, hay muchos grados del ámbito de las ciencias, particularmente medicina, ciencias biomédicas y biología, en que el número de chicas supera de largo el de chicos. Es evidente que podemos incrementar las "vocaciones científicas" en la gente joven, incidiendo más en la visión que las chicas tienen de las ciencias, y de forma muy relevante (aunque hoy no insistiré) en la calidad de la docencia que se hace en ciencias, sin embargo, honestamente, no sé si este es el punto más crítico. Os adjunto la gráfica del género de los estudiantes que inician una carrera científica académica (desde el grado, continuando con estudios de máster, doctorado, posgrado y posición fija, hasta catedrático) en Europa. También podemos buscar los datos proporcionados por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, por la Xarxa Vives de Universidades, o por la Unesco. Todos los estudios son idénticos. Hay un sesgo clamoroso y veréis que hay unas "tijeras" enormes que acaban recortando la proyección profesional de las mujeres en ciencia. Muchas empiezan y muy pocas llegan.

 

Extracto del informe 'implicit bias in academia', league of european research universities LERU 2018

Extraído del informe "Implicit bias in academia", League of European Research Universities, LERU, 2018

Eso son cifras reales, sin embargo, ¿por qué? ¿Hay unas "manos negras" que limitan el acceso de la mujer científica a puestos fijos? ¿Hay un techo de cristal invisible, un embudo, que no nos permite avanzar? ¿Es que las mujeres científicas son más emocionales y menos válidas para el trabajo racional (como, hasta no hace mucho, dejaban entender los comentarios despectivos de algunos científicos)?

Las respuestas a estas preguntas pueden ser analizadas de forma científica, y hay científicas y científicos que se han puesto a analizar grandes datos. El big data no nos puede abrir una ventana a las razones personales de este abandono (dropout) de la carrera científica por parte de las mujeres, pero nos permite comprobar otros datos que, sin este análisis metodológicamente exhaustivo, pasan desapercibidas. La Dra. Sinatra nos explicó resultados (que justo acaban de ser aceptados para publicación) que concluyen que las mujeres son igual de productivas que los hombres, y que el impacto medio de cada trabajo es el mismo. La diferencia principal radica en el número de años de nuestra carrera científica. La duración de la carrera científica de muchas mujeres es de sólo 5 a 10 años, es decir, abandonan poco después de acabar el doctorado o el primer trabajo posdoctoral. De hecho, lo que nos dice este trabajo es que las tijeras en la gráfica que observamos entre hombres y mujeres científicas no se deben a diferente capacidad o productividad, sino a factores personales, internos y externos. ¿Qué factores? Aquí la argumentación puede variar. Quizás porque la edad de máxima producción científica coincide con la época reproductiva y las mujeres pueden priorizar tener familia. Quizás porque, como se ha demostrado, los mismos méritos (¡en el mismo currículum!) se reconocen más si eres un hombre y te llamas John que si eres una mujer llamada Jennifer. Quizás porque para romper el "techo de cristal" que limita el crecimiento y proyección científica de las mujeres se requieren muchos esfuerzos y determinación. La explicación de por qué las mujeres abandonamos o no llegamos tan arriba es, de hecho, compleja. Pero nos tenemos que poner manos a la obra, o el número de mujeres que se dedican a la ciencia a partir de los 40 años no incrementará. Hay acciones valientes que intentan enseñar una imagen próxima de las mujeres científicas, una imagen empoderada que demuestra que puedes ser mujer y dedicarte a una profesión científica o tecnológica sin renunciar a ser tú misma. Hay asociaciones para promover la visibilización de las mujeres científicas y tecnólogas (AMITO), y acciones para cerrar filas y facilitar la "sororidad" (una palabra derivada del latín soror, hermana).

Quizás también podríamos incidir cambiando el lenguaje que usamos cada día, de forma que sea mucho más inclusivo y no generalice el género masculino como término común a hombres y mujeres. Ideas hay muchas y todas suponen una pequeña acción buscando el objetivo común, que chicas y chicos se puedan dedicar a la profesión que les interese: las carreras científicas y tecnológicas tienen que ser tan accesibles para una chica como lo son para un chico, sin limitaciones ni invisibilidad. Los que me leéis y estáis en ámbitos científicos o educativos, o vivís cerca de mujeres científicas, seréis bastante conscientes, pero todavía me pregunto si esta semana ha tenido suficiente eco mediático, y si en los programas de radio y televisión de gran consumo emplearán más de unos segundos o, incluso, si lo mencionarán. Recordadlo, todavía tenemos que celebrar el día 11 de febrero para recordar a todas las mujeres y chicas que se han dedicado, nos dedicamos y se dedicarán a la ciencia.