El inolvidable presidente del Banco Central Europeo entre 2011 y 2019, cuando salvó el euro, vuelve a la arena ante los desafíos sin precedentes que afronta la Eurozona a partir de la invasión rusa de Ucrania y de la imparable inflación que hacen temer que la economía está cerca de una stagflacion, en la que el alza continua de los precios y el estancamiento de la actividad productiva pone en peligro el futuro europeo. El economista jefe del BCE, Philip Lane, dijo el pasado viernes que el crecimiento del primer trimestre de este año se redujo a un 0,2% con respecto al anterior, mientras que la inflación hoy alcanza casi cuatro veces el límite oficial del 2%. Y el problema está en que Rusia es quien puede controlar el coste del petróleo, del gas e incluso de buena parte de la alimentación, como el trigo de Ucrania en sus manos, que son los que empujan la inflación al 7,5%.

Ante este panorama, Mario Draghi pidió el 3 de mayo un rápido replanteamiento de la UE. "Las instituciones establecidas por nuestros predecesores han servido bien a los ciudadanos europeos, pero son inadecuadas para la realidad actual a las que nos enfrentamos ahora", dijo en un discurso ante el Parlamento Europeo en Estrasburgo el 3 de mayo. "Si esto requiriera iniciar un proceso para cambiar los tratados de la UE, deberíamos aceptarlo", añadió. Draghi pidió asimismo decisiones coordinadas de defensa y de política exterior. Esta recomendación vino después de que China reforzara su apoyo a Rusia. "Una conclusión importante de las relaciones entre China y Rusia es que las dos partes superan el modelo de alianza militar y política de la era de la Guerra Fría", dijo el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, agregando que "se comprometen a desarrollar un nuevo modelo de relaciones". El esquema de un escenario de bloques unos frente a otros ya está en marcha.

Pero, además, los bloqueos de China aplicando el Covid Zero causan estragos en la economía. Al no frenarlo y controlarlo, la actividad económica y las cadenas de suministro se ven interrumpidas. Los mercados financieros reflejan el pesimismo dominante. Morgan Stanley prevé "una desaceleración general significativa". 

En Wall Street, el índice principal del mercado, el S&P 500, cayó un 4,2% el jueves, su peor caída intradía desde septiembre de 2020. Las preocupaciones en los mercados giraban en torno a que los tipos de interés más altos que utiliza la Reserva Federal (banco central norteamericano, la Fed) en su lucha contra la inflación desacelerarán la economía. "No se equivoquen, la Fed se encuentra en las primeras etapas de lo que creemos que será un ciclo de ajuste muy agresivo", escribió Win Thin, experto de estrategia global. La inflación en EEUU está en el 8,5%.   

Es difícil escuchar optimismo sobre el ruido macroeconómico. En la UE y Alemania, o pagan la gasolina como lo exige Vladímir Putin, o la espera puede ser muy dura. Hospitales y cárceles podrían verse obligados a cerrar. Y, además, la industria alemana tendrá que reducir su producción. Por su parte, París se ha despertado de las elecciones asustado ante el porvenir de sus fabricantes y consumidores con la debilidad del euro, que hace aún más caras  las materias primas (petróleo, cobre, aluminio). "La depreciación de la moneda jugará un papel importante en nuestras proyecciones",  presentadas en junio por el BCE, según ha reconocido su economista jefe, Philip Lane.

Ante tantas nubes que cubren el horizonte, los expertos recomiendan "paseos aleatorios", es decir, seguir muy de cerca la evolución de los acontecimientos. Ahora, en Europa, Mario Draghi seguramente será un parámetro a seguir desde cerca. El lunes 9 de mayo puede ser una fecha muy interesante en ese sentido.