Estos días, alguien de ERC ha enarbolado la idea de un frente plurinacional de izquierdas. Es una idea tan antigua como inútil para los intereses de Catalunya y de los catalanes, porque el marco mental y operativo de esta iniciativa es solo evitar que el PP y Vox formen gobierno y, de rebote, garantizar que el PSOE permanezca en el poder; en consecuencia, es una operación pensada únicamente desde el punto de vista español. Por eso a su promotor le falló el subconsciente cuando habló de izquierdas "periféricas", una terminología solo comprensible desde la óptica de Madrid, pero no desde la perspectiva catalana. ERC no es un partido periférico de nada; ERC es un partido sistémico catalán. Este frente de izquierdas tiene también una resonancia del Nuevo Frente Popular francés de Jean-Luc Mélenchon, que obtuvo 192 de los 577 diputados de la Asamblea Nacional. Mélenchon y su partido, La Francia Insumisa, son tan centralistas y jacobinos como Podemos, uno de los hipotéticos integrantes de esta coalición plurinacional de izquierdas. Por eso, este frente acabaría convirtiéndose, si alguna vez cuajara, en una eficaz herramienta para evitar la autodeterminación de Catalunya, Euskadi y Galicia, y no en un instrumento para avanzar en este campo. Los españoles pueden ser de derechas o izquierdas, pero por encima de todo son españoles.
Más allá de los intereses personales evidentes de quien ha formulado esta propuesta, es necesario hacerse siempre la misma pregunta: ¿a quién le interesa ese frente? Supongo que todo el mundo tiene claro que el principal beneficiario sería el PSOE, al que se le desmonta el flanco izquierdo de Sumar y al que le convendría reforzarlo con los votantes de ERC, EH Bildu, BNG y otros despistados. En cualquier caso, esta propuesta no tiene ninguna opción de progresar, o al menos no progresará con la concurrencia de ERC. El partido de Francesc Macià no nació para detener a la derecha y la extrema derecha españolas, sino para liberar a Catalunya. Ya existen otras formaciones catalanas que tienen por objetivo impedir el acceso de la derecha española al poder; por ejemplo los Comunes, y por eso son solo un partido complementario de los socialistas, como aquellos pececillos que siempre acompañan a los tiburones, pero que nunca tienen vida propia al margen del escualo.
Puestos a hacer un frente en el Congreso y el Senado, sería más sensato levantar un bloque catalán con la participación de todos los partidos catalanes que quisieran
En este contexto, conviene recordar que en Quebec existe un partido, el Bloque Quebequés, que solo se presenta a las elecciones federales canadienses. Este partido nació en 1990 y tiene hoy más de 15.000 militantes. El partido no tiene lazos formales ni organizativos con el Partido Quebequés, el partido histórico del nacionalismo francófono que solo se presenta a las elecciones legislativas de la provincia y a las municipales. La única misión del Bloque Quebequés en Ottawa es defender los intereses de Quebec en cualquier ámbito, ayudar siempre al gobierno quebequés e impulsar la autodeterminación de la provincia francófona. No tiene otra misión ni aspiración, y aglutina todo el voto nacionalista en las elecciones federales, hasta el punto de que a menudo saca mejores resultados electorales que el Partido Quebequés, enfangado en las pugnas de la política quebequesa. En dos ocasiones, el Bloque Quebequés ha rozado el 50% de los votos. Ya puestos a hacer un frente en el Congreso y el Senado, sería más sensato levantar un bloque catalán con la participación de todos los partidos catalanes que quisieran, desde el nacionalismo al independentismo, con los mismos objetivos y la misma operativa que el Bloque Quebequés. Tendría mucha más fuerza un grupo parlamentario de 15 o 20 escaños que dos grupos parlamentarios de 7 escaños cada uno. Esta hipotética coalición probablemente ganaría las elecciones generales en Catalunya y seguramente a ella se le sumarían partidos nacionalistas de las Illes Balears y el País Valencià, que se encontrarían más cómodos en dicha coalición que dentro de este artefacto imposible que es Sumar.
Ya sé que esta propuesta no tiene posibilidad alguna de salir adelante, porque ERC no quiere ni querrá, y es totalmente legítimo que no quieran. Ahora bien, un frente patriótico como este, la única vez que se ha probado, ha funcionado perfectamente. No se habría llevado a cabo el referéndum del Primero de Octubre sin la coalición Junts pel Sí, que obtuvo 62 escaños (ahora, por separado, Junts y ERC suman 55). Por cierto, una experiencia similar fue la Entesa Catalana de Progrés, formada por el PSC, ERC e ICV, para las elecciones al Senado en los años 2000, 2004 y 2008. La Entesa ganó todas estas elecciones con comodidad. Por tanto, la idea del frente patriótico se puede denostar, pero no se puede negar que funcionó. En este sentido, sorprende que algunos rechacen rápidamente una idea que funcionó y, en cambio, alimenten la idea del frente plurinacional de izquierdas, que no solo no se ha probado nunca, sino que algunos de los supuestos miembros de ese frente ya lo están rechazando. En política todo es legítimo y el papel lo aguanta todo, pero hay que ser más rigurosos, sobre todo cuando se tiene la oportunidad de analizar la realidad sobre la base de las experiencias pasadas.