He leído con una mezcla de gozo, congoja e indignación The wreck of Catalonia, un libro de Alan Ryder sobre la guerra civil catalana publicado en 2007 por Oxford University Press. El libro es un encadenamiento vertiginoso, muy convincente, de batallas y de historias personales cruzadas, coronadas por una tesis demoledora: si la élite de Barcelona no hubiera sido tan frívola, Catalunya no habría perdido su lugar en la Corona de Aragón y en el Mediterráneo, y la unión con Castilla no se habría producido o, en todo caso, no habría abocado el país al provincianismo.

El estudio de Ryder deja claro que Catalunya era el corazón y el alma de la Corona de Aragón y que el Principado funcionaba como una red potentísima de ciudades coordinada desde Barcelona. El historiador británico explica muy bien la maraña de pactos con el diablo y de estrategias internacionales que el tira y afloja entre Juan II y la oligarquía de la capital generó durante 10 años. El libro presenta el patriotismo catalán y el amor del rey en su corona como dos fuerzas bíblicas enfrentadas por pasiones ciegas y un contexto histórico convulso, poco favorable a las soluciones sofisticadas.

El rey aparece como un hombre viejo, pero resistente, que gana la partida porque, a medida que avanza la guerra, se va volviendo más consciente de su debilidad que no la clase dirigente barcelonesa. A través de los asedios de Perpinyà, Lleida o Tortosa, Ryder explica las dificultades de Barcelona para resolver su carencia de recursos y la tendencia de sus élites a buscar soluciones estéticas y poco coherentes. La imagen de una Catalunya arrasada por la guerra y la rapiña de los extranjeros hace pensar en todas las derrotas del país posteriores. 

Supongo que la tesis del libro ayuda a entender el vacío de estudios sobre la época que hay en la historiografía catalana. El mismo Ryder lo comenta extrañado, al inicio del estudio, que daría para una serie de televisión llena de intriga y de acción y de personalidades fortísimas. El hecho que no haya encontrado ni un solo comentario serio en catalán de la obra en Internet me ha recordado que, como dice Flocel Sabater, el interés que la Catalunya medieval despierta en los círculos académicos internacionales tiene una recepción muy pobre en nuestro país. 

Los políticos autonómicos siempre han estado cómodos con las explicaciones folclóricas del pasado, incluso los que presumen de conocer la historia. El fatalismo romántico es un negocio redondo para los sepultureros que viven del país, y también para el estado español que no tiene que hacer nada para ver como las energías de los catalanes se consumen en actitudes autodestructivas de todo tipo. En el último capítulo, dedicado a Fernando el Católico, Ryder hace bien de recordar que la misma oligarquía que mantuvo el pulso con el rey a pesar de la devastación del país, después acabó sirviendo de juguete a la monarquía para subyugarlo.