Hoy puede ser que el catalán pase a ser lengua oficial de la Unión Europea, pero el Partido Popular ha hecho, supongo que hasta el último momento, todo lo que ha estado en sus manos en contra de este reconocimiento. Por lo tanto, las oportunidades se han reducido desde casa y eso no tiene defensa posible; de hecho, es directamente indigno. Sin embargo, según recogía este mismo diario, el secretario general del PP catalán, Santi Rodríguez, se vanagloriaba del trabajo llevado a cabo, teléfono en mano. No solo por parte de Dolors Montserrat y González Pons, representantes del partido en Europa, sino del mismo Alberto Núñez Feijóo, máximo responsable en el Estado español de la formación política. No digo que a algunos de los otros países europeos no les haya ido bien el veto que pide el Partido Popular; pero seguro que no ha subido el prestigio, tampoco el político que ciertamente puede ir aparte, de los que han llevado a cabo esta cruzada.
Con más de 20 lenguas oficiales no tiene ningún sentido hablar ahora de los problemas de la "torre de Babel europea"
La negación de los derechos lingüísticos de los representantes del Partido Popular se hace todavía más inverosímil porque este tridente contra el reconocimiento en Europa de las lenguas cooficiales del Estado español —tal como la Constitución española las recoge—, está formado no por políticas y políticos ajenos al plurilingüismo, sino todo el contrario. Los tres, si no son bilingües, en todo caso se han criado en entornos que lo son; los dos primeros en Catalunya y, Feijóo, en Galicia y, en cambio, trabajan para impedir el reconocimiento de las lenguas que mucha gente que conocen —y con las que conviven o han convivido—, y mucha más gente que representan, hablan y aman. Qué gran manera de hacer política: ¡ir en contra de los derechos lingüísticos de ciudadanas y ciudadanos españoles que la misma Constitución española reconoce y ampara! Esperpento español en abundancia; en Europa ya están acostumbrados, pero da vergüenza ajena por más de una razón.
Sabemos todos que las razones políticas son más que perversas, pero hay cosas que dejan una huella extremadamente negativa; ir contra una lengua, la que sea, es una de ellas y España no va sobrada de buena prensa en tema de derechos fundamentales. No es una razón de peso, aunque se esgrima como tal, el argumento económico; aunque las ganancias y pérdidas dependen siempre de qué contabilizas y qué intereses, confesables, reconoces.
También se ha utilizado el argumento de la inoperancia, de la complejidad técnica; pero, con más de 20 lenguas oficiales, no tiene ningún sentido hablar ahora, por la incorporación del catalán, el vasco y el gallego, de los problemas de la “torre de Babel europea”. De hecho, se habría podido utilizar una sola lengua oficial en Europa, pero ningún estado, y me refiero a todos, no quería que no fuera la suya; por lo tanto, eso quiere decir también que si todas las lenguas de los Estados miembros tienen los mismos derechos, ¡TODAS tienen que estar!