En 1969 el premio Nobel de Economía Milton Friedman definió esta extrema medida de política monetaria como último recurso basado en regalar dinero a la gente arrojándolo desde un helicóptero con objeto de reanimar la demanda a través de las compras que suscitaría entre los beneficiarios. 

Pues bien, la reciente visita a Japón de Ben Bernanke, ex presidente de la  Federal, volvió a poner en circulación la posibilidad de poner en marcha el artilugio para levantar una inflación que se arrastra por los suelos.

Bernanke se reunió con miembros del Gobierno de Shinzo Abe y con Haruriko Kuroda, presidente del banco central japonés. El encuentro fue en privado pero el dinero helicóptero entró en la agenda global. La estrategia consiste en que la autoridad monetaria financie directamente el gasto público o compense los recortes de impuestos.

El recurso a esta solución vendría a causa de que el Banco de Japón estaba al límite de la compra de bonos públicos sin lograr los resultados deseados. 

En el pasado mes de abril, Ben Bernanke ya había dejado flotar la idea de emitir bonos perpetuos sin fechas ni plazo de amortización durante las discusiones que mantuvo con Etsuro Honda, uno de los principales asesores de Shinzo Abe. Bernanke dijo que era "una opción".

Por ello su reciente visita a Tokio ha levantado todo tipo de comentarios, que tuvo de frenar el propio gobernador Kuroda indicando el jueves que "ni era necesario, ni se va a aplicar". De hecho, Japón ya hizo la experiencia en los años 30 y la inflación se les fue a las nubes.

Lo curioso del caso es que el "dinero helicóptero" no cae mal en Europa. El propio Mario Draghi dijo en marzo que "la idea es muy interesante", agregando que "el concepto puede significar muchas cosas". El Bundesbank advirtió que el dinero helicóptero "no es como el maná del Cielo" sino que esconde muchos riesgos, desde burbujas hasta peleas por su reparto. El economista jefe del BCE, Peter Praet, dijo que se trata de un instrumento extremo y que "la cuestión es cuándo tiene sentido hacerlo".

No se pueden seguir reduciendo los tipos de interés hasta niveles "absurdamente negativos"

El jueves, parecía que las circunstancias concurrían, porque tal como había comentado otro miembro de la junta del BCE, Benoit Coure, no se podían seguir reduciendo los tipos de interés hasta niveles "absurdamente negativos". Entre otras cosas, porque se lo estaba poniendo imposible a los bancos europeos al recortarles los márgenes de su negocio principal.

Y no sólo eso. El FMI sacó al comienzo de la semana sus nuevas previsiones económicas, indicando su economista jefe, Maurice Obstfeld, que "las expectativas de crecimiento a largo plazo han disminuido", lo que dificulta, añadió, la introducción de las innovaciones tecnológicas. O sea, el futuro también frenado.

Erdogan trata de crear un nuevo califato en Turquía

Además, indicó, "están lo riesgos no económicos", estratégicos. La capital del Estado islámico, Mosul, puede caer en diciembre, y todo parece indicar que Erdogan trata de crear un nuevo califato en Turquía, lo que le está llevando a una represión  interna feroz.

Con este panorama, la zona euro no puede permitirse el lujo de ir a la pata coja, con un sector bancario en dificultades. Así que Draghi se dio la vuelta siguiendo la trayectoria de un boomerang proponiendo una nueva generación de medidas anticonvencionales, como regresar a las viejas ayudas públicas para ayudar a los bancos en apuros. Eso ahora mismo está prohibido pues han de ser los accionistas y bonistas propios quienes han de tapar los agujeros. Draghi ha cortado con este esquema denominado "bail in" (rescate interno) ya que pueden causar graves daños a los ahorradores modestos. Volvemos al pasado, como sugería este mismo mes David Folkerts-Landau, economista jefe del Deutsche Bank (con sede en Frankfurt), quien pidió un rescate público de 150.000 millones de euros para recapitalizar la banca europea. De este modo, el dinero helicóptero inicia su regreso. La idea vuelve a esconderse en las aulas académicas.