La mayoría de especies de mamífero presentan dimorfismo sexual, tanto con respecto a la envergadura corporal como a la fuerza física, y, en general, el macho suele ser más fuerte y poderoso. Por esta razón, la dominancia femenina en comunidades de mamíferos es infrecuente, pero se produce en algunas especies y comunidades, como ocurre —como ya os expliqué en otro artículo— entre las hienas, en las que las hembras son las que se quedan dentro de la comunidad y ostentan el lugar preeminente, mientras que los machos migran y ocupan siempre posiciones inferiores de poder. ¿Cuáles son los mecanismos evolutivos que pueden explicar esta dominancia femenina a pesar del dimorfismo sexual a favor del macho? Aunque las sociedades matriarcales dentro de algunas especies son interesantes, puede ser mucho más informativo el estudio de las potenciales razones sociales de una alternancia en dominancia de los sexos, en especies en las que no está totalmente determinado quién es quien ostenta el poder, como sucede con los bonobos.

Los bonobos son una especie de simios muy próxima a los chimpancés —y, por lo tanto, también están muy relacionados evolutivamente con nosotros—, pero las dos especies presentan comportamientos sociales divergentes. En las comunidades de chimpancés, los machos suelen ser los dominantes; las hembras suelen salir del grupo y migrar, y en los conflictos entre machos y hembras suelen ganar siempre los machos. En cambio, los bonobos pacifican sus conflictos con sexo y promiscuidad sexual, y, aunque las hembras suelen ser las migrantes, tanto machos como hembras pueden ostentar una posición dominante, y eso los hace particularmente interesantes para este tipo de estudios de dinámica social.

Hay tres hipótesis principales para explicar la dominancia femenina en especies de mamífero próximas a la nuestra. La primera hipótesis se basa en la autoasertividad y la organización intrínseca de la comunidad, en la que el hecho de haber ganado un conflicto te da la capacidad de enfrentarte al siguiente con más asertividad y el convencimiento de que puedes ganarlo; mientras el hecho de que ya hayas perdido un conflicto te desmoraliza y te hace pensar que es mucho más fácil que pierdas otro. Este tipo de comportamiento se ha observado sobre todo en comunidades donde hay más machos que hembras y donde hay machos dominantes que ganan cuando hay conflictos con los machos sumisos. Estos últimos se sienten vencidos y no se ven capaces de enfrentarse a las hembras, por lo que, si hay conflicto, las hembras ganan. Esta hipótesis se ha comprobado en poblaciones de algunos monos, como los cercopitecos verdes. La segunda hipótesis se basa en el control reproductivo, en el que las hembras (que son las que tienen el celo y pueden seleccionar a su compañero sexual) prefieren los machos no agresivos, de forma que en los conflictos macho-hembra, si las hembras están en época reproductiva, en caso de conflicto los machos deciden no agredir o dejarse ganar con el fin de tener acceso, como ha sido descrito en los monos sifaca de Verreaux, de Madagascar. La tercera hipótesis se basa en la coalición femenina, es decir, las hembras se apoyan unas a otras en los conflictos que tienen con los machos, de forma que un macho cede el poder cuando ve que la hembra tiene el apoyo de una cohorte de hembras alrededor, como sucede en las comunidades de hienas.

Un grupo de investigadores acaba de publicar un trabajo de comportamiento animal que ha estudiado estas tres hipótesis en 6 comunidades independientes de bonobos en diferentes reservas naturales del Congo durante 30 años, con una media de 16 conflictos (rango entre 4 y 59) entre machos y hembras por comunidad y año, y un total de 1.786 conflictos. De estos conflictos intersexuales, el 61% de las veces, los machos cedieron ante las hembras, con una gran variabilidad entre comunidades y años: desde el 100% o el 98,2% en años y comunidades concretas; hasta el 18,2% o 21,4% en otros años y comunidades. Esto demuestra que no hay un sesgo o prejuicio para considerar quién gana en el conflicto. Además, los investigadores también comprueban que el número de conflictos dentro de cada sexo es similar entre todas las comunidades.

Los resultados dan un claro apoyo a la formación de coaliciones entre las hembras como explicación de que salgan ganadoras de los conflictos con machos

Como resultado de los estudios, los investigadores no encuentran ninguna evidencia de que esta resolución de conflictos a favor de las hembras sea debida a la autoasertividad de las hembras o a la desmoralización de los machos. Tampoco pueden comprobar que se deba al control reproductivo por parte de las hembras, ya que las hembras bonobos no sincronizan del todo sus ciclos y siempre hay alguna hembra fértil dentro de la comunidad durante al menos el 40% del año, de forma independiente a la resolución de conflictos. En cambio, los resultados dan un claro apoyo a la formación de coaliciones entre las hembras como explicación de que salgan ganadoras de los conflictos con machos. La formación de coaliciones variaba mucho entre comunidades: mientras que había alguna que solo formaba una o dos anuales, otras mantenían las coaliciones de forma que se agrupaban para hacer frente a conflictos una media de tres veces al mes. La correlación entre coaliciones femeninas y conflictos en los que las hembras salían ganadoras es clara y en algunas comunidades, cuando el macho ganaba el conflicto, muchas veces era porque su madre le apoyaba también. Dado que este estudio ha sido longitudinal, es decir, ha durado muchos años dentro de cada comunidad, también se ha observado alternancia del individuo que ostentaba el máximo rango en la comunidad, y se ha ido alternando entre machos y hembras. En estudios en cautividad, habitualmente, en las pequeñas comunidades de bonobos, las hembras suelen mandar, pero es cierto que los individuos no pueden migrar a otras poblaciones, y las relaciones familiares son mucho más estrechas. También es cierto que los chimpancés y bonobos se comportan diferentemente. Por eso es tan interesante este estudio con bonobos en su hábitat salvaje, con dimorfismo sexual que favorece la fuerza física del macho, con los machos quedándose dentro del grupo, y también con posibilidad de migraciones, fusiones y fisiones de comunidades según las circunstancias, ya que demuestra que en una especie tan próxima a la humana, la coalición entre las hembras —el trabajo en equipo— les permite una dinámica intersexual que les permite ganar rangos y mantener el poder. Quizás de esto también podemos aprender algo nosotros.