Hace unos 15 días el investigador Joan Martínez-Alier recibió el prestigioso premio de investigación internacional Holberg que otorga anualmente el gobierno noruego desde el año 2004 en reconocimiento de las contribuciones en el campo de las humanidades, ciencias sociales, derecho y teología. Con este premio, a Martínez-Alier se le reconocen sus contribuciones a la economía ecológica, la ecología política y la justicia medioambiental. El blog 5centims.cat recogió el parlamento de su aceptación del premio, y esta semana el mismo blog ha publicado también un artículo de Jordi Roca (catedrático de la UB) sobre economía ecológica.

Martínez- Alier es conocido por ser crítico con la teoría económica establecida y con las visiones convencionales de lo que se conoce como crecimiento económico. De hecho, él es un intelectual destacado del movimiento que aboga por el decrecimiento, no por el crecimiento. También, entre otras cosas, es el alma del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA-UAB), un centro multidisciplinar de la Autònoma dedicado a las ciencias ambientales que tiene como objetivo investigar y formar en el ámbito de la interacción entre los humanos y los sistemas de la Tierra, con el fin de construir un conocimiento integrador y aplicado para un futuro sostenible.

Para situarnos, y explicado de manera breve, el gran desarrollo económico que se ha registrado en el mundo en los últimos 100 años ha descansado en la extracción despiadada de recursos de la tierra, como por ejemplo los metales o el petróleo, que son limitados. El día que se acaben, no habrá más. Los combustibles fósiles los quemamos y generamos gases de efecto invernadero, y los materiales los utilizamos, pero no los reutilizamos (reciclamos) más que en una ínfima parte. Y eso, en palabras de Jordi Roca, hace que el crecimiento indefinido de la economía en términos físicos sea imposible en un mundo finito. No es sostenible a largo plazo y plantea cuestiones de gran importancia en materias que van ligadas con el crecimiento, cómo se distribuye social y geográficamente, el conflicto intergeneracional que genera (qué planeta dejaremos a nuestros descendientes), la insostenibilidad del actual modelo de explotación, etcétera.

El gran desarrollo económico que se ha registrado en el mundo en los últimos 100 años ha descansado en la extracción despiadada de recursos de la tierra, como por ejemplo los metales o el petróleo, que son limitados.

Uno de los productos más visibles de la actividad de Martínez-Alier es el Atlas de la Justicia Ambiental (EJAtlas), del que él es codirector. Es consultable en abierto y fácil de utilizar en internet. El sitio web en cuestión visibiliza conflictos ambientales por todo el planeta. Tiene identificados y documentados 3.877, que no quiere decir que sean todos los que se producen. Se trata de un sitio que se alimenta día a día, con nuevos casos que se identifican o con aportaciones de nuevas informaciones sobre los conflictos que van surgiendo. Invito al lector interesado en el tema a hacer una visita a este sitio web. He aquí algunas características de la información que proporciona: categoriza los conflictos según el ámbito ambiental al cual pertenecen (extracciones mineras, gestión de residuos, gestión del agua, conflictos industriales, turismo, etcétera), y permite seleccionar los conflictos por países, por empresas implicadas, por tipo de mercancía/recursos (petróleo, cobre, aceite de palma, cemento, tierra, agua, carbón, oro, electricidad...) y por tipo de conflicto (deforestación, presas de agua, procesamiento de minerales, toxicidad agraria, etcétera).

Para cada uno de los conflictos, existe una ficha con información bastante exhaustiva, con los datos identificativos básicos, fechas relevantes, descripción del proyecto y del conflicto, su impacto, la resistencia que ha generado, los resultados, etcétera. Cogiendo el filtro de país, se puede ver que la India es la que tiene más identificados y documentados (350), a distancia del segundo que es los Estados Unidos (209). Hasta llegar a España (103 conflictos, el 8.º país que tiene más), uno encuentra México (204), Brasil (175), China (165), Colombia (134) e Indonesia (111).

El atlas identifica para Catalunya veinte conflictos que documenta, algunos del pasado. Para información del lector y solo a modo de ejemplo, estos son algunos que nos resultan familiares y próximos: residuos tóxicos de Ercros en Flix, complejo lúdico de Tarragona (Hard Rock), ampliación del aeropuerto del Prat, Quart Cinturó, problema de uralita de Cerdanyola del Vallès, contaminación de nitratos en Osona, y salinización del Llobregat debida a las potasas en Súria y Sallent/Balsareny. Una muestra, pues, que desde nuestra casa también contribuimos a la injusticia ambiental. Y, ¡ui!, si miráramos atrás en el tiempo.