¿Por qué Miquel Iceta es más catalanista que Xavier García Albiol? Por qué Eva Granados es menos unionista y españolista que Inés Arrimadas? Si yo hiciera estas preguntas en voz alta, por ejemplo, en una tertulia donde hubiera mayoría de lo que antes se conocía como tercera vía, el escándalo sería mayúsculo. Me acusarían de insensato, de provocador, de querer romper la sacrosanta —e idealizada— leyenda de que somos un solo pueblo. En Catalunya no todo el mundo dispone de los derechos fundamentales para sentirse libre. Es una evidencia que en la cárcel o en el exilio en estos momentos solo están los independentistas. No conozco a ningún unionista, aunque haya prevaricado para fabricar pruebas falsas y lanzar porquería contra los dirigentes independentistas, que esté encarcelado. El victimismo del españolismo en Catalunya por una supuesta discriminación es la peor de las mentiras que han “comprado” los de la tercera vía y la corte de exconvergentes, más nacionalistas que soberanistas, para reclamar parar máquinas. Si no fuera por la gravedad del momento, sería cómico. Lo malo es que quien antes “coqueteaba” con el terrorismo light, estilo MDT y adláteres, hoy se ha sumado a la fiesta del falso relato sobre la necesidad de frenar el proceso de independencia porque la existencia de una sociedad plural y multiétnica impide avanzar, como si ambas cosas tuvieran nada que ver. La Catalunya independiente será mestiza o no será.

Jordi Barbeta escribió en su columna de algunos días atrás que la CUP ha sido, objetivamente, una fuerza distorsionadora del procés. Los errores que han cometido los anticapitalistas en relación con el proceso soberanista son de bulto, entre otras razones porque una parte de la CUP no es independentista, o, cuando menos, lo es a la manera de Jaume Asens, que tiene dos caras, y según el día dice A o dice B. He tenido muy cerca a dirigentes de la CUP para asegurarlo, a pesar de correr el riesgo de que me insulten por las redes sociales por afirmar algo así. Pero ahora no se trata de plantear un memorial de agravios, porque ni es necesario ni es productivo. Los otros grupos independentistas —Esquerra y Junts o la Crida— también se han equivocado y han provocado que la situación roce unos límites insostenibles. La línea que separa a los unos de los otros es estratégica y no ideológica como nos quieren vender los prohombres del moderantismo, ya sea izquierdista o ya sea de derecha pura y dura. Sea Rufián o sea Pascal, para entendernos

La deriva del PSC es la que es y ellos sabrán qué hacer con su tradición. Pero lo que no puede “comprar” el independentismo es que los socialistas son, hoy, un aliado plausible

En Badalona ha ocurrido lo que tenía que ocurrir. Alguien sigue pensando que Albiol es más pérfido que el tal Rubén Guijarro, el candidato socialista a la alcaldía para sustituir a un alcalde —ahora disminuido por una dependencia— que llegó a la alcaldía con la inestimable ayuda de Albiol. ¿Quién, si no, “regaló” los votos al PSC para desbancar a Dolors Sabater como alcaldesa de Badalona en junio del 2018? El fallido Àlex Pastor fue alcalde con 14 votos a favor (10 del PP, 3 del PSC y uno de Cs). De la coalición del 155, por lo tanto. De la coalición que ha destruido el autogobierno. Así fueron las cosas y no deben de esconderse. La deriva del PSC es la que es y ellos sabrán qué hacer con su tradición. Pero lo que no puede “comprar” el independentismo es que los socialistas son, hoy, un aliado plausible. Si aceptáramos esta lógica, entonces sería legítimo preguntarse por qué el 21-D el bloque independentista no se alió con el PSC. No me vengan con la canción de que son cosas diferentes para justificar los pactos en Sant Cugat, en la Diputación de Barcelona o ahora en Badalona, donde el PSC le ha devuelto a Albiol lo que les hizo hace dos años.

Albiol ganó las elecciones municipales de 2011 con uno de los eslóganes electorales más sospechosos de los últimos tiempos. “Limpiando Badalona” se convirtió en el centro de la polémica, que Albiol abonaba con frases como esta referidas a la inmigración: “Nuestra capacidad de acogida no es ilimitada. O aceptan nuestros valores o que vuelvan por donde han venido”. ¿Saben quién fue la mente pensante de todo este discurso? No fue él, aunque lo pensara y no supiera cómo concretarlo. Fue el vasco Iván Redondo, actual jefe de gabinete de Pedro Sánchez y uno de los diseñadores de la pérdida de libertades que PSOE y Unidas Podemos (Iglesias tiene como jefe de gabinete a un militar) está aplicando en España con la excusa de la Covid-19. Redondo no solo participó en la campaña de Albiol de 2011. En 2007 ya le asesoraba. Ahora Redondo aplica a España la misma lógica que aplicó en Badalona. ¿Me pueden explicar qué diferencia ven ustedes entre Albiol y Sánchez? Solo quienes todavía piensan que el PSC es de izquierda y un aliado necesario pueden estar tan ciegos y no darse cuenta de la jugada de Iceta, que es el carcelero del independentismo.