Xavier García Albiol ejerce nuevamente de alcalde de Badalona, lo que, desde un punto de vista estrictamente democrático, no es una mala noticia, teniendo en cuenta que el candidato del Partido Popular ganó las elecciones holgadamente. Es lo que tiene la democracia, que integra incluso los que sólo la aceptan cuando juega a su favor. No es una gran noticia que Albiol lidere un gobierno municipal en minoría, cuando la ciudad tendrá que hacer frente a la peor crisis del siglo, y es opinable que, teniendo en cuenta sus antecedentes, Albiol sea capaz de gobernar para todos y especialmente para los más vulnerables. En todo caso, ha sido voluntad de la CUP que así sea, lo que tiene una lectura que trasciende lo local.

Los grupos de izquierdas podían haber constituido por primera vez en muchos años un gobierno municipal con mayoría absoluta, pero las mezquindades partidistas y la inexperiencia de Dolors Sabaté, subordinada a los designios de la CUP en el seno de Guanyem Badalona, lo ha hecho imposible. Sabaté tenía asegurado el apoyo de dieciséis concejales para ser elegida alcaldesa. Tenía los miembros de su candidatura bien predispuestos y ERC, con quien compartió lista, le exigía firmar el acuerdo. La alternativa era ser alcaldesa por un tiempo determinado o no ser nada. Y no ser nada nunca más, porque después de un fracaso tan estrepitoso difícilmente volverá a ser candidata. Una lástima tratándose de una de las grandes esperanzas de la izquierda soberanista.

Recuerdo cuando José Montilla perdió las elecciones al Parlament pero el PSC sumaba mayoría con ERC e ICV. Zapatero y Rubalcaba decían, no sé si sinceramente, que nada de reeditar el tripartito en Catalunya. Montilla tenía dos opciones, obedecer y retirarse aceptando la derrota o ser president. Montilla se rebeló contra los suyos; Sabaté no ha sido capaz de hacerlo contra los que le han buscado la perdición. Y la han sacrificado porque les importa un bledo Sabaté y también la gobernanza de Badalona y / o porque piensan que contra García Albiol en la alcaldía lucharán mejor. Quien con críos se acuesta, mojado se levanta.

Las coaliciones de perdedores para tumbar al ganador no suelen acabar bien. No se ha oído un solo argumento en defensa del gobierno progresista y de izquierdas que no sea "cerrarle-el-paso-a-la-derecha" o "paremos a Albiol". Se atribuyen una superioridad moral que no tienen y que incluso los hechos desmienten

El discurso de la CUP resulta a menudo muy atractivo por lo que tiene de transgresor y porque en algunos casos no le falta razón. Son buenos opositores, e incluso me atrevería a decir que necesarios. Ahora bien, intentar construir mayorías de gobierno sumando la CUP lleva sistemáticamente al fracaso. La CUP es una fuerza política heterogénea muy dominada por grupos poco o nada interesados en la gobernanza o, mejor dicho, contrarios a la gobernanza. La CUP hizo caer a Artur Mas, tumbó los presupuestos de Carles Puigdemont, impidió la investidura de Jordi Turull la víspera de ser encarcelado y ejerce tanta o más oposición que los grupos unionistas. Paradójicamente, o no, la derecha españolísima siempre ha celebrado este espíritu transgresor de la CUP en asuntos catalanes que ahora le ha proporcionado la alcaldía de Badalona.

Con todo, lo más interesante del pleno municipal celebrado en Badalona es el fracaso de la politiquería que varios grupos que se autodefinen progresistas y de izquierdas han venido practicando en los últimos años en perjuicio del interés general. Las coaliciones de perdedores para tumbar al ganador no suelen acabar bien. Recordemos los tripartitos de la Generalitat. Como ha reconocido autocríticamente la concejala Carmen Martínez, no se puede hacer buena política con el único argumento de vetar al adversario. No se ha oído un solo argumento en defensa del gobierno progresista y de izquierdas que no sea "cerrarle-el-paso-a-la-derecha" o "paremos a Albiol". Se atribuyen una superioridad moral que no tienen y que incluso los hechos desmienten.