Empezamos el año con las batallas del que acabamos de cerrar. Eso del cambio de año al virus no le afecta, y por lo que se ve, las celebraciones navideñas han sido el caldo de cultivo perfecto para preparar la tormenta que ya tenemos encima. 

La llegada de la vacuna ha arrojado luz entre tanta oscuridad. Según datos oficiales, si se vacuna una de cada tres personas, se podrían evitar el 98% de las muertes por el virus. Una cifra positiva cuando ya sumamos 1,8 millones de muertes por esta causa desde que comenzó la pandemia. Son más de 83 millones las personas infectadas. 

En España la cifra de muertes por Covid es de casi 51.000 personas, según los datos oficiales y los contagios están ya a punto de llegar a los dos millones de habitantes. 

Mientras más de seis mil personas se han vacunado ya en Catalunya, los casos de la nueva cepa abren interrogantes. Esta nueva "versión" del virus es más contagiosa, por lo que se propaga mucho más rápido y teniendo en cuenta además la falta de cuidado de muchísimas personas en estas fechas, el caos está de nuevo sobre la mesa. ¿Sirve la vacuna que acaba de ponerse en marcha para hacer frente a esta mutación del virus? Los expertos no lo tienen claro, por lo que las dudas generan de nuevo sombras para ver el final de este túnel.

Hace tan sólo un par de días los sanitarios pedían confinamiento en Catalunya para intentar frenar lo que es ya un inicio de colapso sanitario. Y es que, según ha informado la conselleria de Salut el pasado miércoles eran ya 1.820 personas las que estaban ingresadas por Covid. Supone un número de 300 personas más de las que había durante los cinco días antes de Navidad. A pesar de los avisos, de la petición de medidas de urgencia, no se ha modificado la hoja de ruta del Govern, ni tampoco desde el Gobierno de España. Y es seguro que en estos días de comienzos de año veremos la llegada de una tercera ola. 

Se supone que la nueva cepa que no es más peligrosa que la que ya conocíamos. Como señalábamos en líneas anteriores, es más contagiosa, esa es su principal seña de identidad. Pero también hay otra cuestión importante: afecta más a la población joven que la anterior. Esto significa que el caso de niños y niñas que están empezando a contagiarse está aumentando de manera notable. 

Durante la primera ola los casos de Covid en niños que se detectaron eran del 1% (una cifra que atendería sobre todo al hecho de que no se hacían cribados masivos y los más pequeños, al ser asintomáticos, no han sido sometidos a controles en la mayoría de los casos). Sin embargo, en la segunda ola el índice aumento al 12%. A finales del mes de septiembre se registraron 66.000 casos en toda España. Aún así, no se habló lo suficiente, no se quiso "generar alerta" y se ha hecho un gran esfuerzo porque no se hablase mucho de los riesgos que implicaba exponer a los más pequeños. 

Se quiso amenazar sucinta y explícitamente a los padres y madres que no querían llevar a sus hijos a las escuelas señalando que se abrirían expedientes de absentismo. Una barbaridad, teniendo en cuenta el riesgo real al que se exponen las familias que llevan a sus hijos al colegio, por mucha medida de seguridad que quieran (y puedan) tomar en los centros. Únicamente el gobierno de Israel hizo un estudio sobre el tema donde se evidenciaba que el aumento de los contagios a nivel comunitario "coincidía" de manera clara con la vuelta al colegio de los más jóvenes. Explicaban entonces los expertos que si bien los menores eran asintomáticos, podían ser propagadores del virus. En base al estudio, comparaban el aumento de los casos positivos en diferentes países, y las fechas coincidían en todos por igual. Un tema del que aquí, en España, no se ha querido hablar, seguramente por el caos que supondría el hecho de que las familias tuvieran que ocuparse de sus hijos en casa. 

Se han dado casos en niños, y según apuntan los expertos, con toda seguridad las cifras reales son mucho mayores que las oficiales, porque la mayoría de los casos no se han detectado. 

El pasado fin de semana moría en Gijón un niño de 12 años, que no tenía ninguna patología previa, a causa de Covid. Fue ingresado en el hospital y su estado empeoró de manera tan súbita que no hubo tiempo de mantenerlo con vida. 

Pocas familias se dan cuenta que los más pequeños han podido tener Covid sin saberlo, por ser asintomáticos, y que pueden producirse complicaciones después. El Síndrome Inflamatorio Multisistémico, el MIS-C, aunque se detecta en pocos casos, puede tener terribles consecuencias. Y no está de más que las familias estén informadas, puesto que los síntomas se confunden fácilmente con cuadros de una gastroenteritis común, por ejemplo. Actuar rápido siempre es importante según señalan los expertos. (Para conocer información sobre este síndrome puede pinchar aquí https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=97223)

Además del riesgo de contagio comunitario que supone, otro de los asuntos de los que no se habla lo suficiente es el de los efectos duraderos del Covid, tanto en adultos como en menores. 

Según una guía que ha publicado Reino Unido sobre la Covid persistente (https://www.redaccionmedica.com/secciones/sanidad-hoy/reino-unido-publica-primera-guia-manejo-covid-19-persistente-8661) , aproximadamente el 10% de las personas que han tenido el virus, continúan teniendo después secuelas. Según estos cálculos preliminares, estaríamos hablando de más de 5 millones de personas en el mundo. Todas ellas padecen diferentes problemas de salud que por el momento no encuentran respuesta. Pérdidas de concentración, cansancio extremo, dolor corporal, problemas respiratorios, pérdida de capacidad para leer o hacer cuentas sencillas, desorientación, cefaleas, malestar general, insomnio, depresión, irritabilidad, son algunas de las múltiples secuelas que está dejando el virus. La media son unos 36 síntomas en cada persona. 

Según lo que se va conociendo, el perfil mayoritario de personas con Covid persistente es el de las mujeres jóvenes, de entre 35 y 50 años. En España se calcula que son más de 80.000 personas las que están sufriendo la Covid persistente. 

Afecta principalmente a personas que han pasado el virus casi sin enterarse. 

En estas circunstancias, en las que los contagios aumentan de nuevo —aunque las cifras de fallecidos son menores que en la primera ola—, ahora que aparece una nueva versión del virus que se sabe que es más contagiosa y especialmente afecta a la población más joven; ahora que sabemos que las personas de menor edad tienen más tendencia a pasar la enfermedad de manera leve, pero sin embargo, tienen un riesgo mayor de tener secuelas o Covid persistente después, ¿vamos a seguir abriendo escuelas como si no pasara nada?

En Reino Unido ya han anunciado que la vuelta al cole después de Navidad se retrasará unos días. Una decisión que ya tomaron países como Alemania o Bélgica antes de las fiestas navideñas sabiendo lo que iba a pasar. Aquí se han abierto las escuelas hasta el último día y por lo que parece está previsto que se abran con total normalidad —en lo que al calendario se refiere—. 

Es evidente que mandar a los niños a casa de nuevo supone un caos total del sistema: porque a esos niños los tiene que cuidar alguien y las familias necesitan trabajar. Pero ¿no sería posible establecer una red de personas que puedan encargarse de los más pequeños, manteniendo medidas y protocolos necesarios? Garantizar el seguimiento de las clases online, garantizando que haya personas que puedan hacerse cargo de los menores. Sí, harían falta muchas personas para ello, pero de esta manera se estaría protegiendo la salud de los más pequeños, también evitando que sean propagadores del virus, se estaría manteniendo el seguimiento escolar, y además se podría generar empleo. Con precios públicos que requieran que las familias que necesiten estos servicios tuvieran que pagar un precio casi simbólico, se estaría protegiendo a muchísima gente, además de dar empleo a muchísimas personas que lo necesitan. Las familias no deberían renunciar a trabajar para cuidar la salud de los más pequeños que aún no pueden estar solos en casa. Sería una medida temporal que salvaría, sin duda, de muchas cuestiones que ahora toca plantearse. 

Es una idea que, como tantas otras, podría haberse planteado. Pero por lo que parece aquí se hablará de ello cuando se termine el curso, cuando muchísimos niños y niñas se hayan infectado y puedan desarrollar problemas que todavía no se sabe hasta cuándo les acompañarán. Lo de prevenir mejor que curar es una máxima por la que habría que regirse. Sin embargo, parece que la economía vuelve a ponerlo todo de nuevo patas arriba. Ya van tres, y no aprendemos.