Sorpresa en el Mundial de Rusia. Por nombres y no por juego. La Bélgica del catalán Robert Martínez elimina a Brasil con una exhibición de fútbol en una primera parte para enmarcar (1-2). Los belgas vuelven a unas semifinales de una Copa del Mundo después de 32 años y se citan con Francia para jugarse un billete para la final.
La mano del entrenador
Cuando el cuadro de las eliminatorias cruzó los caminos de Bélgica y Brasil, el aficionado al fútbol se imaginaba un partido frenético. Algo así como una guerra de talento sin restricciones. La realidad ha superado cualquier expectativa gracias a la pizarra y el atrevimiento de Robert Martínez. El catalán ha querido premiar a los once que remontaron contra Japón. Y lo ha hecho con unos matices que han descolocado a Brasil.
Kevin De Bruyne ha empezado de delantero centro y el goleador Romelu Lukaku se ha enganchado a la banda derecha. Además, el equipo salía con cuatro defensas para protegerse ante las diagonales de los extremos de Brasil, que jugaba sin Casemiro, sancionado. La falta de destreza de Fernandinho para jugar como escudero de los interiores en este sistema ha acelerado cualquier transición. Bélgica tenía perfectamente estudiado como hacer sangre. Quería y jugaba la pelota, pero se sentía muy cómoda entregándose al contragolpe.
El partido se ha convertido en un intercambio de golpes y la suerte ha sonreído a los belgas. Thiago Silva ha estrellado un remate al palo antes de que Fernandinho, a la salida de un córner, hiciera el 0-1 en propia portería. La intensidad agotaba al espectador, que empezaba a tener la sensación de estar viviendo un momento histórico. El fútbol brillaba con fuerza. Las dos selecciones demostraban alergia a la especulación.
Descosidos por la barriga
Las idas y venidas han puesto el foco sobre el tridente de Bélgica, mucho más poderoso que cualquier camiseta amarilla. Lukaku, descolgado, estaba especialmente lúcido con la pelota en los pies. Y eso, sumado a su exuberancia física, ha dibujado una ventaja insalvable. Eden Hazard hacía y deshacía a su aire. Desde la banda izquierda, el capitán belga aparecía y explotaba las espaldas de un medio del campo empequeñecido, que llegaba tarde a las pelotas divididas y sólo perseguía sombras.
Brasil tenía que remontar por primera vez en todo el Mundial. El talento individual, al rescate. Los brasileños habían perdido la solidez que les había convertido en favoritos y buscaban sobrevivir con la lucidez de sus delanteros. Eso no inmutaba a Bélgica, capaz de dominar muchos registros.
En plena lluvia de ocasiones ha caído el 0-2, uno de los mejores goles del torneo. Lukaku, sin ayudas, ha ido eliminando rivales para construir un contragolpe abusivo. De Bruyne ha recibido la pelota en el vértice de la frontal del área para enviar un disparo cruzado imposible para Alisson Becker. El gol tenía efecto más allá del marcador. Era la demostración de poder de una selección que ya se ha hecho grande. La etiqueta de revelación ya está obsoleta. Bélgica es una realidad.
Vivir con el fracaso
Brasil, en media hora, ya había encajado más goles que en todo el torneo. La pentacampeona del mundo se acercaba al precipicio. Y parecía que no tenía frenos. Las paradas de Thibaut Courtois acababan de deprimir a los brasileños sobre la bocina del descanso. El partido se había convertido en una auténtica exhibición de fútbol.
Arriesgar o hacer las maletas. Tite, seleccionador brasileño, tenía claro que tenía que sacudir el equipo para inclinar el campo y buscar un gol que detonara la reacción. La entrada de Firmino, delantero, mantenía el dibujo. El asedio no se ha hecho esperar. Llegadas de todos colores. Por todas lados. Brasil había cambiado de cara.
Bélgica ha vuelto a demostrar que había preparado el partido a conciencia. En los peores minutos, cuando no podía salir de su campo, el contragolpe ha vuelto a darle oxígeno. Todas las pelotas tenían que buscar las botas de Lukaku. Sus carreras dormían la rebelión.
Los disparos de Coutinho se tropezaban con las piernas de los defensas belgas, que habían entrenado bloqueos de todo tipo. Una asistencia suya, sin embargo, ha dinamitado los últimos minutos. La pelota ha volado hasta la cabeza de Augusto, que ha rematado para hacer el 1-2. Brasil tenía motivos para soñar con el empate y la prórroga.
Las cinco estrellas amenazaban el premio que había custodiado Bélgica. Augusto y Coutinho han fallado el 2-2 y Bélgica se ha colgado de la espalda de Hazard, sublime con espacios por delante. Los nervios también jugaban. Neymar, desaparecido, ha visto cómo una mano de Courtois en el tiempo de añadido evitaba el empate. La parada del torneo certificaba la eliminación de Brasil en un día histórico para el fútbol belga.