El Chevrolet Camaro se prepara para afrontar una transformación radical que marcará un antes y un después en su historia. Todo apunta a que el icónico muscle car estadounidense abandonará su formato tradicional de coupé de dos puertas y motor V8 para renacer como un SUV de estilo fastback y propulsión completamente eléctrica. Este giro estratégico recuerda inevitablemente al movimiento que Ford hizo con el Mustang Mach-E, un cambio que generó opiniones divididas y que en este caso ya está despertando recelos entre los seguidores más puristas de la marca.

El Camaro ha sido, desde su lanzamiento en 1966, un símbolo del músculo americano: diseño agresivo, tracción trasera, motores potentes y un carácter pensado para transmitir sensaciones puras de conducción. Su paso a la electrificación no es en sí lo que provoca controversia, sino el hecho de que adopte una carrocería SUV, alejándose de las proporciones y la filosofía que lo hicieron famoso. La decisión responde a las tendencias actuales del mercado, donde los SUV dominan las ventas y la electrificación se presenta como un paso obligatorio para cumplir con normativas y demandas medioambientales.

 

En cuanto a prestaciones, las primeras informaciones apuntan a que el nuevo Camaro eléctrico ofrecerá una amplia gama de versiones. Podría arrancar con potencias cercanas a los 240 CV en las variantes de acceso y superar ampliamente los 600 CV en configuraciones de alto rendimiento, con opciones de tracción trasera o total. Incluso se baraja una versión de máximas prestaciones que rozaría los 1.000 CV, con el objetivo de conservar parte de la esencia prestacional que siempre ha caracterizado al modelo.

Un cambio que divide opiniones

Lo destacable en este caso es que Chevrolet no solo está electrificando el Camaro, sino que está redefiniendo su concepto para atraer a un público más amplio. El formato SUV ofrece más practicidad, mejor habitabilidad y una posición de conducción elevada, aspectos que resultan atractivos para un sector importante de compradores actuales. Sin embargo, esta misma decisión es vista por muchos entusiastas como una ruptura con el legado del coche, lo que podría dificultar su aceptación entre los seguidores más fieles.

 

Por otro lado, la marca busca situar al nuevo Camaro en un segmento de mercado más rentable, capaz de competir no solo con deportivos eléctricos, sino también con SUVs de corte premium y alto rendimiento. La versatilidad de una plataforma eléctrica permitirá ofrecer distintas configuraciones de batería y autonomía, así como sistemas de asistencia a la conducción de última generación, reforzando su perfil tecnológico.

Está previsto que el lanzamiento de este nuevo Camaro eléctrico SUV tenga lugar hacia finales de 2026, marcando el inicio de una nueva etapa para el modelo. El desafío para Chevrolet será equilibrar la modernización y las exigencias del mercado con la preservación de un nombre que, durante casi seis décadas, ha sido sinónimo de pasión por la conducción y espíritu americano. El tiempo dirá si esta reinvención logra conquistar nuevos clientes sin perder el alma que convirtió al Camaro en un icono.